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LGBTodxs

Algunas mujeres nos cuentan su primera experiencia sexual con otra mujer

"Me encantó olvidarme del arco de placer masculino y entregarme al placer en oleadas que es estar con una mujer".

Un amigo de la secundaria, que es bien gay, solía decir esta frase que me reventaba los ovarios: "Las lesbianas solo se torean". Me tuve que sentar a explicarle lo siguiente con peras y manzanas. Además de la misoginia que implica esta chafísima declaración (que estamos empecinadas en alborotar hormonas, o sea, que calentamos el boiler para no meternos a bañar), hay una serie de mitos perniciosos acerca de las mujeres que tenemos relaciones (no solamente amorosas, sino sexuales) con otras mujeres. Hagamos un repaso por la historia de la violencia y la discriminación lesbofóbica (o bifóbica en su caso) y las representaciones erróneas que tienen de nosotras: que odiamos a los hombres o que amaríamos ser uno de ellos, que una de nosotras es el "hombre" y la otra es la "mujer" de la relación, que fuimos abusadas sexualmente y por eso nos pasamos al otro lado, que es una etapa, que nos gustan todas las mujeres que existen sobre la Tierra, que odiamos los vestidos, que estamos obsesionadas con el compromiso y por eso nos mudamos juntas a la segunda cita, que no usamos lencería sexy y que no puede haber sexo sin un pene de por medio. Debido a que esta visión falocentrista nos pasa a traer a todas, preparé una compilación de testimonios de la primera vez sexual de mujeres con mujeres.

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Amarlas

"Siempre estuve enamorada de una amiga de la familia, la conozco desde que tenía ocho o nueve años. Y mi primera vez fue con ella. En mi cumpleaños 24 se quedó a dormir en casa. Toda la noche no paramos de acariciarnos y no soltarnos. Mi corazón no dejó de latir y mi cuerpo estaba extasiado por la suavidad de su cuerpo. Esa sensación de su olor y cuerpo me duró una semana, hasta que regresó, se quedó a dormir en casa una vez más y esa noche fue la más increíble de mi vida. No paramos, el tiempo se fue volando, besarla, sentirla fue fantástico. Al día siguiente camino a la escuela, pensé que me daría un ataque al corazón. Me palpitaba como nunca. Después de esa noche, ya no lo dudé más, amaba a las mujeres".

Borrachera

"Estaba en una discoteca con unos tragos de más. Una chica se acercó a la mesa, comenzó a bailar conmigo y me dijo que le gustaba. Terminé fugándome con ella al baño y nos encerramos. No recuerdo mucho, pero creo que no fue tan calmado porque nos acabaron tocando la puerta para que saliéramos de ahí y, básicamente, nos vestimos en dos segundos, salimos de ahí, cada quien por su lado y en la vida nos volvimos a ver".

Caribes

"Ella, mayor que yo, me invitó unas Caribes. Me llevó por el río, me tomó de la mano y me dijo: 'Lo que tú necesitas es aprender a hacer feliz a una mujer'".

Dedos

"Tenía 18 años. Había llegado a una ciudad donde no conocía a nadie para estudiar la universidad. En la casa de asistencia conocí a una chica diez años mayor que yo. Casi siempre me buscaba cuando todos estaban ya dormidos. Solía escribirme unas cartas muy bonitas donde me decía te amo, pero yo pensaba que era un amor filial, de amigas. Una vez que estábamos en su cuarto, ni siquiera recuerdo qué estábamos haciendo o cómo es que pasó, ella empezó a tocar mi mano, pero de una manera que yo sabía era distinta. Y luego me preguntó, ¿nunca te han chupado un dedo? Y procedió a chuparme un dedo de la mano".

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Empoderamiento

"Tuve mi primera experiencia sexual con una mujer justo hace un año. Había estado en tríos antes, pero nunca a solas con una chava. Me encantó olvidarme del arco de placer masculino (excitación, orgasmo, ronquidos) y entregarme al placer en oleadas que es estar con una mujer. Después me acosté con más chavas y terminé enamorándome de una mujer encantadora. Estuvimos juntas poco tiempo (ella vive en otro país), pero seguimos en contacto. Amarla fue una de las mejores decisiones de mi vida. El sexo lésbico me responsabiliza, me vuelve más creativa, me empodera. Acostarme con una mujer es como verme en el espejo: se me confunden el reverso y el anverso, es posible intercambiar los roles o deshacerse de ellos por completo. Esa primera noche con una mujer me cimbró, me obligó a cuestionar mi sexualidad. Me hizo darme cuenta de que en la ciudad ultra católica y ultra provinciana donde me críe no había espacio para pensar en otras formas de afectividad que no estuvieran heteronormadas. Sigo en eso, revisando mis archivos, desechando prejuicios y preconcepciones, preparándome para presentarme públicamente como una mujer queer".

Fantasía

"Recuerdo perfecto el primer día que la vi. Me encantó. Creo que enloquecí por completo. Fue súper intenso todo el tiempo con ella. Yo tenía 17, ella tendría 23. Yo estaba en el último año de la prepa y a ella le faltaba poco para terminar la universidad. Los tres primeros meses sólo salimos de noviecitas. Fue el 14 de febrero en casa de mis papás. Ella se quedó a dormir y fue la primera vez que dormimos juntas. Creo que yo estaba medio espantada porque no sabía qué hacer. Por fortuna estuvo bien y me quedé con ella dos años".

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Gemidos

"Yo tenía 21 años. Su habitación reflejaba el rojo de las cortinas, tenía piletas de libros en el piso y un mapamundi pegado en la pared. Besé los hoyuelos de sus mejillas, las pecas de su nariz. Ella comenzó a bajar por mi ombligo hasta mi vagina. Ahí, besó mis cuatro labios, succionaba, palpaba con su lengua. Mi corazón latía tan fuerte como un caballo bajando palpitante hasta su boca. Me tomó entre las piernas y me quitó por completo la ropa, recorrió cada espacio de mi cuerpo, como si no hubiese futuro. Besaba mis pezones como si lactara, me abrazó con ella y me separó las piernas juntando su sexo con el mío. Un gemido mutuo, casi al grado de querer morirnos despertó a mis amigos que estaban en la otra habitación. Mi orgasmo fue tan profundo que me puse a llorar".

Humping

"Fue a mis 20 años, con mi segunda novia. Era la primera vez de las dos y habíamos planeado hacerlo en la casa inhabitada de mi mejor amigo. Pero un día antes fuimos a hacer ecoturismo y nos metimos entre los árboles. Todo comenzó con un faje y terminamos cogiendo con ropa. En sentido emocional, estuvo lindo, nos queríamos. En el aspecto físico pues sí sentimos padre, pero no terminamos".

Internet

"Y empecé a platicar con una instructora de zumba que vivía en Miami, pero es de Puerto Rico. Ella tenía como 34 y yo 21. Teníamos como un par de meses de hablar por internet y dijo que quería venir a verme. Y de buenas a primeras vino un fin de semana y nos quedamos de ver en cierto hotel. Yo iba con un montón de miedo. Pasó de todo por mi mente: que tal que es una secuestradora, me roban los órganos y así. Le avisé a una amiga que si no le llamaba en cierto tiempo mandara a la policía. Llegué a la habitación que me había dicho, abrió la puerta y me recibió con un beso en la boca. Olía súper rico y pues ya que vi alrededor que no había peligro inminente. Empezamos a platicar sentadas en la cama y pues una cosa llevó a la otra. Y me bailó y toda la onda. Yo le conté que era la primera vez y ella dijo que no me preocupara, así que fue bastante gentil. Lo más extraño fue que en el post sex sacó un álbum de fotos. Me enseñó a su familia: mamá, papá, sobrinos… Hasta el final me dijo: 'Y este es mi esposo'. Trágame tierra. Ya después dijo que estaba en proceso de divorcio y pues como sea fue bien raro. Pero fue con una mujer mayor (que me encanta que sean mayores), guapa, con experiencia y hasta con el morbo ese de que era casada".

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Juegos

"Mi primera vez fue con mi mejor amiga de esa entonces. Nos conocimos desde muy, pero muy pequeñas. Me enamoré de ella a los trece años. Todavía recuerdo su olor a abril. Con ella tenía esta sensación de poder abarcarlo todo en una sola respiración. Tiene una voz ronca que me erizaba los vellos. Es caderona. Sus labios son delgadísimos, tiene el mentón partido y su cabello es rubio cenizo. Todo empezó como una serie de juegos inocentes cuando me quedaba a dormir con ella. Las manos fueron subiendo de tono. En mi primer semestre de la universidad hicimos el amor. Ya no nos hablamos desde hace más de diez años. Pero todavía la siento en el cuerpo. Entre mis uñas guardó las reliquias de su humedad y mis muslos delatan una presencia pasada".

Kamasutra

Libertad

"Para mí besar a una mujer sabiendo que podía ser yo misma fue un acto de liberación política y personal, totalmente revolucionario. Era parte de lo que soy y me había sido negado durante casi 27 años de mi vida. Es libertad y aceptación".

Miedo

"Bueno, mi primera vez se podría dividir como en dos partes (raro, ya sé). La primera fue cuando cumplí 16 años, hice una fiesta en mi casa y mi crush de ese momento decidió llevarme a mi habitación para darme el "regalo de cumpleaños". Al principio pues eran solo besos y toques pero cuando vi que ya se estaba poniendo serio el asunto me dio miedo y dije que no. La segunda parte fue cuando tenía 18 años. No me gustó realmente, y pues ni sé que pasaba por mi mente que decidimos hacerlo en la parte trasera de la camioneta. No me gustó no sólo por el hecho de que la otra estaba ebria, sino de que también era su primera vez con una mujer y no sabía ella ni que hacía y terminó lastimándome esa noche… Ya ahora da risa recordar esas dos ocasiones, pero en su momento si fue incómodo".

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Nervios

"Tenía 22 años, fue en una tina y mi entonces novia había ambientado con velas, música e inciensos. Yo creo que las dos estábamos muy nerviosas, pero comencé a disfrutar al sentir su cuerpo junto al mío, su piel suave y esa mirada profunda. Pero sólo fue el instante, después empecé a pensarlo y me dio un poco de ansiedad el caer en cuenta que estaba con otra mujer y me sentí fuera de lugar. Ella volvió a captar mi atención. Ya no pude seguir el paso. Entre mi inexperiencia y nerviosismo, fue un detallazo que no me haya dejado ahí. Todo terminó de una manera tierna. Obviamente después no hubo punto de comparación: era pirotecnia pura cada vez que hacíamos cositas, nada que ver con el pez afuera del agua que fui yo esa primera vez".

Oral

"Mi primer contacto sexual con una mujer fue a la edad de 21 años. Estando con esa mujer, que por cierto amaba, me invadió el miedo, porque no sabía cómo hacerlo, cómo tocar, qué tocar y muchos etcéteras. Recuerdo claramente que estaba besando sus senos y como un instinto natural, bajé hacia su vientre, y yo continuaba haciéndolo porque no había impedimento de su parte, entonces supuse que estaba bien. Me pregunté si era correcto besar la vagina de una mujer, si ella lo aprobaría o no. Al continuar. Me di cuenta de que ya estaba practicándole sexo oral. Escuché los primeros orgasmos. Luego ella hizo lo mismo. Estábamos aprobando nuestras acciones. Lo gozábamos. Ese día pasamos indagando nuestros cuerpos, nos exploramos. Se trataba de recorrer la piel, de besarla, de tomarnos de la mano".

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Poema (de la primera vez anal)

"Grisáceas alas rosas acompañan mi vuelo
signando en mi mano un rojo aleteo
a su ritmo mis dedos tocas todo desvelo
carente de tu brocha, no carente de deseo.
Mi más diestro alegro es hoy un hoyo negro
con diámetro incierto en donde soy liberto
buriel que me devora entre tan bella flora
fractal frutal fragancia motiva mi andancia.
Devengo en injerto de tu ojal abierto
que con anillos prensa mi táctil inocencia
te resuelves en viento con aullidos gimiendo
y yo en sedimiento, en mucosas muriendo.
Nocturna resolana presto toque de diana
atiendo al cortejo, un salvaje festejo
entre cuatro columnas entorchadas me prendo
del santo hoyo negro mi lengua es refrendo".

Queer

"He tratado de recordar detalles pero todo fue brusco. Pero ella se quedó en mi casa y ya sabíamos que iba a pasar porque me la sentenció antes cuando me dijo eso de que pruebas y te gusta o no te gusta y quedamos tan amigas como siempre. Entonces yo le dije que estaba bien. Ella fue la que marcó el paso, literal. Cómo, cuándo, dónde y por dónde. Ella me explicaba que le gustaba y yo como no sabía ni qué pues sólo fui reaccionando a lo que pasaba. Esa primera vez fue como de ensayar porque yo no terminaba de soltarme. Me sentía con pena, desconociendo todo. La noche fue larga y le encontré la onda y la verdad fue muy, pero muy chido porque yo jamás estuve tan conectada con mi novio de ese entonces. Batallaba mucho y no tenía como que mucho interés".

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Repeticiones

"Yo tendría 16 años. Ella tomó mi cara y se me quedó viendo sexosamente. Se acercó, me beso y yo le respondí, después tocó mis bubis y me pregunto "¿le seguimos o nos dormimos?" Y le conteste que ya estábamos ahí. Me sentí súper torpe. Sí había visto porno lésbico, pero no era lo mismo. No dejaba de pensar en si los dedos aquí o la lengua allá. No puedo decir que fue fantástico. Las cosas se repitieron casi cada fin de semana. Nunca imaginé que terminaría siendo mi primera novia".

Strap-on

"Pues ella tenía 20 y yo 14. Recuerdo que empezamos en su coche saliendo del antro/bar, de ahí fuimos a su casa y lo hicimos en la cocina, en su cama y en su alberca. Claro, no estaban sus padres ni sus hermanas. Todo se puso denso cuando se levantó de su cama, se dirigió al closet y sacó una caja. Me la dio y me dijo póntelo. Yo, obviamente no tenía ni idea de qué era, pensé que era un vestido o algún fetiche de esos inocentes. Me fui al baño y cuando abrí la caja, había un arnés dentro. Me sorprendí muchísimo, no sabía bien qué era pero podía imaginarlo por la forma y para qué servía. Nunca había visto que esas cosas existieran, después de todo solo tenía 14 años y ni porno veía. Intenté ponérmelo, me tardé horas. No solo fue el hecho de descubrir cómo ajustar las correas, sino de verme con algo ajeno a mi cuerpo. Tuve miedo de no saber qué hacer con eso, de ser un fiasco y dejarla con ganas, de no saber moverme o "metérselo rico", de no aguantar "dándole" hasta que ella se viniera y, lo peor de todo, tenía miedo de lastimarla. Al final (…) disfruté ver su cara de placer, escuchar sus gritos y sentir su cuerpo sobre el mío, mientras yo invadía algo más profundo dentro de su ser".

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Tocarla

"Verdaderamente nunca me le había declarado a nadie. Gabriela se había abrazado a mi cuello y obedeciendo a quién sabe qué instinto la había besado. En la frente, en las mejillas, en los ojos, en la nariz, en el cuello, en las orejas. Sin atreverme a llegar a la boca. El primer beso en los labios fue breve, como tanteando. Ella se aferró a mí y me hizo besarla una y otra vez, tocarle los senos, echármele encima, buscar bajo la lencería. Después, lógicamente, vinieron muchas más noches, muchas visitas a esa ciudad y esa casa, estuvimos como dos años juntas. Cuando le dije, años después, ya separadas incluso, que me gustaba otra muchacha en La Habana me pidió que no le hablara del asunto y que no me atreviera a tocarla nunca más. Lo decía con repugnancia. Tal vez con celos. Le dije que no entendía y respondió que nada había que entender. Eso lo decía en la misma cama en la que tantas madrugadas me habían despertado sus caricias en el pecho, en los muslos, y ella pidiéndome que le hiciera el amor".

Única

"El día que la conocí fue uno de los más decisivos en mi vida. Llegué al antro sola, súper arreglada y de blanco con toda la intención que me vieran. Cuando la vi, lo que me llamó mucho fue su mirada. Se acercó a mí con decisión y me invitó a bailar. Después de unos tragos, se me quitó bastante la vergüenza de lo que hacía. Posteriormente, me llevó a un hotel y comencé a vivir una de las experiencias más sorprendentes y eróticas que jamás había vivido. Usualmente al tener relaciones heterosexuales, pues es a lo que vas, sin embargo, lo que me llamó la atención fue el erotismo, el coqueteo, el jugueteo. Comenzó a desvestirme con sensuales besos y caricias, rozando con la punta de sus dedos mi piel, trozo a trozo, fue cayendo mi ropa hasta quedar expuesta y ella, tomó mi cuerpo y lo recostó. Fue directo a la espalda y comenzó a besarla tierna y suavemente. Era casi imperceptible, pero mis vellos se erizaban con pasión. Quizá jamás he sentido tanta humedad como aquella ocasión. Rozaba con su lengua mis pezones y mis partes íntimas, y comencé a imitarla, como en una danza muda que te dice "haz lo que hago". Era algo sincronizado y delicioso, algo que nunca imaginé que se pudiera disfrutar, algo que provocó y logró identificar cuáles eran mis deseos sexuales reales, que definió qué me gustaba disfrutar en el sexo. Este encuentro sexual con ella duró ocho horas seguidas, ¿Cómo le hice? No tengo idea".

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Valentía

"Era la tercera vez en mi vida que estaba pensando seriamente en lo mal que me hacía sentir la idea de compartir el resto de mi vida con un chico. Invariablemente cada vez que recibía la propuesta de matrimonio o de vivir juntos, comenzaba a tener pesadillas. Finalmente tuve una crisis de vértigo que me tiró en cama por una semana entera. No sabía para dónde estaba el norte, pero el instinto es sabio aunque me daba miedo escucharlo. Un mes antes de tronar con este último chico, había llegado por algunos días de visita una amiga de mi roomie. De pelo largo obscuro, llena de pecas en los hombros y el pecho, pintora súper creativa, voz ronca y llena de tatuajes. No puedo negar que cuando la vi se me cortó ligeramente la respiración y pensé "¡Uf! ¡Que chula!" y ya. Muchas otras veces lo había pensado y ahí quedaba. Suertuda yo, esos días que ella había planeado quedarse se convirtieron en semanas. Nos empezamos a conocer con breves conversaciones, súper triviales, y luego hablábamos de cualquier novela que estábamos leyendo como Sputnik mi amor. Y digo breves porque literal no era capaz de aguantar cinco minutos cerca de ella, tanta tensión entre nosotras me hacía sentir tonta, vulnerable, y los síntomas físicos de taquicardia, calor y debilidad en las piernas me sobrepasan y desconcentraban. Yo no sabía que era gay. Bueno, sí sabía de mí, pero no de ella. Era la madrugada, la luz de la luna enorme de octubre alumbraba perfecto la silueta de ella acostada de espaldas junto a mí y yo, clarito podía escuchar mi corazón latiendo. Obviamente no tenía nada de sueño, y creo que ella tampoco. Se volteó y me miró a los ojos, entendí todo. Pero con miedo a equivocarme y entender mal las señales, sonreí y cerré los ojos. Luego los abrí, pero ella ya los tenía cerrados. A lo mejor sintió como observaba cada detalle que me dejaba ver la luna, sus pecas, el contorno de su boca, sus pestañas. Abrió los ojos y me cachó. La verdad es que ella fue la valiente, porque me tomó por los hombros y me jaló hacia ella, me besó en la boca. Me besó hasta que salió el sol, me besó hasta cubrir cada espacio de mi cuerpo y yo la besé hasta cubrir cada parte del suyo".

Women

"La historia comienza cuando, cansada de tener sentimientos encontrados entre que si debía amar a un hombre o a una mujer, decido experimentar a ese ser llamado mujer que llevaba varios años robándome el pensamiento. Así que mi primera vez con una mujer fue ir en contra de mi supuesta 'naturaleza reproductora' y lo que la sociedad espera de ti como ser habitando un cuerpo femenino. Todo comenzó cuando en ese entonces la novia de mi hermano hizo una fiesta en la casa de campo (…). Esta ocasión había ido con una de mis mejores amigas. Nos dispersamos bailando y platicando con diferentes personas. Cuando de repente, se me acerca y me dice al oído que la chava con la que ella estaba platicando era lesbiana, le estaba tirando el can. En ese momento pensé que era mi oportunidad. Traté de acercarme a ella y entablar conversación. Pero alguien me abordó. Ya eran como las 5 de la mañana, cuando veo que sube las escaleras que llevan a las recámaras. Después de un momento subí tras de ella. Ahí estaba, recostada en la cama. La saludo y me recuesto junto a ella, me sonríe y pregunta si ya tengo sueño. Le respondí que un poco. Seguimos platicando. Ella acarició mi cabello hasta llegar a mis mejillas. Tuve su rostro frente al mío y con suavidad comenzó a besar mis labios. En ese momento sentí como si fuegos artificiales estallaran dentro de mí. Nos comenzamos a desnudar sin prisa. Sentir la suavidad de su piel fue para mí algo fantástico, no comparable a nada que hubiese sentido antes: su cuerpo delicado, su aroma. Mientras ella bajaba por mi cuerpo lentamente acariciándome con su lengua, yo estaba en el cielo disfrutando de aquella experiencia. Por la mañana despertamos. Me levanté al baño y escuche que sus amigos la llamaban para irse. Se despidió de mí y nunca más nos hemos vuelto a ver".

XXX

"Estaba el enloquecido color durazno de la piel de Elsa. Temblaba, con las placas tectónicas de mi piel preparándose para incorporar a Elsa de tierra seca y ardiente. Empuñé el picaporte y le di vuelta. Apenas podía verla, aquí y allá cortinas que oscurecieron cada rincón en la habitación. Mi Elsa, recordé, pero en ese momento ya colocaba en mis labios un cigarro encendido incluyéndome en su elaborado silencio. En una laptop comenzó a sonar Chet Baker, "Almost blue". Su camisa pausadamente se descubría como el amanecer. Ven, dijo con firmeza. Y yo acudí, sin saber del todo a dónde, y mis manos se aventuraron a memorizar las regiones de su cuerpo, a reconocerme en ella. Largos años de oscura desesperación había entre nosotros, mares, montañas y agua, fuego y viento, Musité al tiempo que aplicaba un beso sordo a su pelo y continuaba por la sien. Sin saber del todo a dónde, tal vez la tersura de su cuello, besando sus labios breves, coloridos. Su boca una ciruela que, al encontrarse con mi boca, se rompía deliciosamente. Le acabé de quitar la ropa con destreza inesperada. Descubrí sus senos amorosos y los oprimí contra los míos. Qué lejos había estado de la vida hasta el instante festival que me permitió hundir mis manos en la soltura de sus muslos duraderos. Elsa yo no sé hacer el amor, pero me muero de placer en ti. Ha sido terriblemente dulce y fugaz. Y el timbrazo fue el mismo que se la llevó de regreso a casa de sus padres, que no sé dónde queda. Solamente porque no quise saber de un lugar donde no pudiera desearla libremente".

Yo

"Fue ya a mis veintitantos (luego de un par de encuentros con novios, que nomás no hacían que se me "prendiera la mecha") y no fue más que aburrida. Y culpo totalmente a la cero libertad sexual de la mujeres y la presión sobre el físico. Ahí estábamos en un súper faje y de pronto ella sobre mí y, zas, se "viene". Me pregunta si yo ya y yo pensando que: "Esto no puede calificar como tener sexo". Le pregunte qué onda y dijo: "Es que así lo hago yo". Pero como yo tantos tabúes no tengo tantos y lo mío lo mío es explorar, pues me di a la tarea de hacerla que se soltara y que sin malditos prejuicios tuviéramos sexo como dios manda y no según señalan los supuestos defensores de la familia".

Zona erógena

"A ti no te gusta el chile, te gusta la concha".