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Las Patronas: 20 años y contando

'Las Patronas' son un grupo de mujeres que llevan 20 años ayudando a los migrantes centroamericanos que buscan cruzar a Estados Unidos en busca de una vida mejor.
Pep Companys. Doña Leonila Vázquez entrega botellas de agua a migrantes arriba de "La Bestia".

A lo lejos se escucha el silbido del tren. Las mujeres dejan sus tareas en la cocina y suspenden la plática. Afinan el oído. Una de ellas dice: "ahí viene". Cargan cajas de plástico con bolsas de comida en su interior. Otra empuja una carretilla con botellas de agua amarradas en par con cinta rafia. De prisa se colocan junto a las vías. Separadas levantan con sus manos algunas bolsas de comida y las botellas de agua. A lo lejos aún se ve el faro de La Bestia que se hace cada vez más grande conforme se acerca. Pasa la máquina, después el primer vagón, seguido por el segundo y el tercero. Poco a poco, mientras se acercan al grupo de mujeres, los hombres que van sobre el tren se agarran con fuerza de los fierros. Casi todos jóvenes y morenos de tanto sol e inclemencias se esfuerzan por tomar esas bolsas que serán su alimento y bebida quién sabe por cuánto tiempo.

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Un vagón y otro y otro más y los hombres pasan veloces en esa mole de metal arrancando de las manos de ellas la comida. Sincronizadas por la experiencia que dan los años, toman bolsas y botellas que sostendrán sólo unos segundos para regresar a la carretilla y las cajas de plástico para levantar más y más, mientras los hombres —migrantes centroamericanos— cuelgan y regresan al tren ahora con comida. Así hasta que pasa el último vagón. Intercambian sonrisas entre ellas. Mientras recogen alguna bolsa o botella de agua que no llegó a su destinatario, comentan: "venían como cien, ¿no? Y apenas es el primero del día". En silencio miran el resto de los lonches de arroz, frijoles, pan y tortilla. Calculan: "van a faltar para el tren de la tarde". Regresan a la cocina y comienza de nuevo la preparación de los alimentos, la deliciosa sazón de este grupo de mujeres originarias de Amatlán de los Reyes, Veracruz, el embolsado de las raciones, llenar las botellas agua y esperar de nueva cuenta el silbido del tren. Son conocidas como Las Patronas.

Integrantes de Las Patronas preparan los alimentos que darán a los migrantes que viajan a bordo de La Bestia rumbo a Estados Unidos.

Las historias que marcan para siempre ocurren como un chispazo, se viven sin pensar en la trascendencia de los actos: sólo se hacen y ya. Así ocurrió con Norma y Bernarda Romero Vázquez, quienes el 4 febrero de 1995 fueron a comprar pan y leche. De regreso a sus casas el tren pasó en medio de su camino. Para ellas no era novedad ver a personas arriba de La Bestia, lo sí, fue la súplica de comida de esos hombres. "Madre, tenemos hambre", gritó alguno de ellos, luego otro, después del tercero sólo dieron sus bolsas y siguieron su camino.

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Ese día algo ocurrió en ellas, que reunidas con su madre Leonila Vázquez Alvízar y el resto de la familia, platicaron la experiencia. No tuvieron que pensarlo mucho. Una puso los frijoles, otra el arroz, tortillas y pan, una más consiguió bolsas, botellas y comenzaron a cocinar. Primero fueron 25 lonches que entregaron al otro día. Bernarda cuenta la "tristeza enorme" que les dio el ver que fueron insuficientes para tantos migrantes que viajaban arriba del tren.

Las Patronas festejaron dos décadas de alimentar a migrantes centroamericanos que buscan el sueño americano.

Ahora, 20 años después, Las Patronas, como se les conoce por el nombre de su comunidad —La Patrona—, son un ejemplo vivo de solidaridad y humanismo para con el otro, el necesitado. La palabra del evangelio convertida en acción.

Norma se dedica a las labores del hogar, la producción de caña y la coordinación del grupo de 14 mujeres. También viaja por el país y otras partes del mundo para explicar su trabajo, conseguir ayuda para continuar con su labor y concientizar sobre la problemática que enfrentan los migrantes a su paso por México rumbo a Estados Unidos.

Diariamente, desde hace 20 años, Las Patronas en Amatlán de los Reyes, Veracruz preparan alimentos para los centroamericanos que viajan en el tren.

Ella ha escuchado incontables historias de atropellos, vejaciones, extorsiones, secuestros y el maltrato que sufren los centroamericanos de las autoridades mexicanas, el crimen organizado y delincuencia común.

Pero recuerda una noche en la que ya no quedó duda de que esta labor es el camino: Eran las 11 de la noche y llegaron a buscarla a su casa. Una mujer se hincó frente a ella suplicando ayuda para un hombre herido que venía en el tren. Al querer defender a su pareja de una violación fue atacado con un cuchillo.

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"Todos los que venían en el tren pedían ayuda para ese hombre, no para ellos, eso fue algo muy fuerte para mí. Lo bajaron como si estuviera crucificado, con los pies juntos y los brazos abiertos. Entre todos lo cargaron y lentamente lo bajaron del vagón", recuerda.

El obispo Raúl Vera, fray Tomás González y Norma Romero, caminan en procesión por las vías del tren, por donde circulan anualmente miles de migrantes.

El coraje y la tristeza brincó cuando ningún hospital o médico particular quiso atenderlo. Su condición de migrante convertía en riesgo la ayuda. Ella y sus familiares no lo pensaron. De madrugada fueron a Córdoba a buscar medicinas para controlar la fiebre y limpiar las heridas. Después sólo quedó rezar por su recuperación. Y ocurrió. Semanas después el hombre y su pareja volvieron al tren para seguir su camino. La sorpresa pasó en unos meses cuando él se comunico con Las Patronas para avisar que ya estaba en Estados Unidos y que estaba infinitamente agradecido. No había marcha atrás, ellas seguirían ayudando.

Para la celebración por sus dos décadas de trabajo humanitario, el pasado 14 de febrero, fueron a La Patrona el obispo de Saltillo, Coahuila, Raúl Vera, el coordinador del albergue "Hermanos en el Camino", Alejandro Solalinde, Fray Tomás González, coordinador de "La 72", en Tenosique, Tabasco, Pedro Pantoja, integrante de Belén Casa del Migrante, Prisciliano Peraza del Centro Comunitario de Atención al Migrante y Necesitado, así como activistas y defensores de derechos humanos.

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Doña Leonila Vázquez y su hija Norma Romero, integrantes de Las Patronas.

Caminaban en procesión por las vías del tren por donde han pasado miles de migrantes en busca del "sueño americano" para al final celebrar una misa, pero a lo lejos el silbido del tren hizo que se detuviera la marcha. Todos a la orilla, apenas a unos metros de esa mole de acero que a gran velocidad recorre el par de rieles. Un vagón, seguido de otro y otro y otro. Así hasta el final y sólo un migrante sobre La Bestia.

Esa ausencia no es gratuita. A seis meses de que Enrique Peña Nieta anunciara la implementación del Programa Frontera Sur para supuestamente proteger los derechos humanos de los migrantes, la realidad muestra con hechos que se ha convertido en una cacería de centroamericanos como lo afirman los activistas.

Aspecto del comedor "La esperanza del migrante".

El sur de nuestro país se ha fortalecido con ejércitos y policías para obstaculizar el tránsito de los migrantes. Retenes, operativos en el tren, garitas volantes por las carreteras y caminos. Todas las instituciones involucradas en la Seguridad Nacional participan. Sólo queda buscar otras rutas y exponerse a mayores peligros como la extorsión, asaltos, violaciones y secuestros.

Esta circunstancia no pasa desapercibida para Las Patronas. De 800 lonches que preparaban diariamente ahora sólo hacen cien, pues el flujo migratorio va por otros caminos y ya no por La Bestia.

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El obispo Raúl Vera y fray Tomás González miran pasar a La Bestia en Amatlán de los Reyes, Veracruz.

Norma Romero habla del Programa Frontera Sur: "Sí está afectando mucho pues la mayoría de los migrantes están tomando diferentes rutas, lo que está incrementando los riesgos de su vida. Esto es preocupante porque antes atendíamos a 800 [migrantes] y hoy estamos atendiendo en el primer tren aproximadamente a 40, en el otro 20 o 30 personas, máximo cien. Sabemos que la situación ha ido empeorando en lugar de mejorar, es para ellos mucho más difícil y desafortunadamente pues no se está haciendo nada".

Y ahora un nuevo fenómeno: los migrantes llegan caminando, agotados después de recorrer decenas de kilómetros, algunos con necesidad de atención médica o reposo por tiempos prolongados.

Aspecto de la carretilla en la que transportan las botellas de agua.

"Muchos vienen por las montañas, la gente está buscando por dónde pasar. Hemos tenido hasta 18 migrantes a quienes hemos atendido. Llegan caminando en grupos que van de cinco a diez personas", dice.

Comenta: "Lo más triste de todo es que [las autoridades] no están entendiendo que esto no es una solución, porque a la gente no la van a parar reforzando fronteras, porque tiene hambre y seguirán buscando como lo han hecho en Estados Unidos, que ha reforzado las fronteras pero los migrantes tienen que pagar el doble para pasar".

Las Patronas se instalan a las orillas del tren para entregar agua y alimentos a los migrantes centroamericanos que viajan en el tren rumbo a Estados Unidos.

Norma refiere que los testimonios de los migrantes que llegan a La Patrona dan cuenta de las difíciles condiciones para hacer el trayecto. Múltiples retenes, aumento en las cuotas de extorsión, operativos del Instituto Nacional de Migración (INM) de los que quienes escapan ya no vuelven a saber del destino de sus compañeros de viaje.

Sin embargo, asegura, nada detendrá su labor que ininterrumpidamente lleva 20 años. Sin querer ahora van convirtiéndose en albergue.