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cuatro veinte

Los nuevos dealers compran en línea

Las drogas finas se compran por internet y llegan por paquetería.

I

La pipa que Jesús (no es su nombre real) sacó de la bolsa era de metal. Nada ostentosa. Un artefacto gris demasiado pequeño con el que más de un pacheco seguramente se ha quemado los dedos. El carro en el que íbamos recorría las calles del fraccionamiento, mientras que las ventanas al tope convertían el interior en una especie de bong gigante de THC. Lo único que podía pensar después de haber inhalado tanto humo era que ni vendiendo los órganos de los dos cuerpos que venían conmigo en el carro, podría juntar dinero suficiente para siquiera comprar un jardín en cualquiera de esas casas.

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Conocí a Jesús por un amigo de la universidad. Durante el recorrido me invadió con preguntas obvias y capciosas sobre el motivo de mi llamada y mi intención de conocer su negocio. No parecía nervioso, simplemente quería aclararme que no podía usar ninguno de sus datos personales, ni tomarle fotos al él ni a la mercancía. Nos estacionamos frente a una fortaleza blanca con a una puerta enorme. Jesús guardó la pipa y la mota en una bolsa de plástico. Tocó el timbre y una voz rasposa se quejó por el interfón mientras abría la puerta.

Caminamos por unos bloques de cemento, rodeamos una alberca y entramos a una habitación independiente a la que Jesús llama “la zona de juegos”, lo primero que mencionó cuando nos sentamos fue su nueva mercancía:

“La mota que traigo ahorita es de Guadalajara, voy cada 15 días y las onzas las guardo en frascos de café para que no huelan. La verdad, la muevo muy rápido, por lo que dura poco. No te voy a mentir, se me frunce el culo cada que voy en carretera, porque si me tuerce un puerco seguro al otro día aparezco en los periódicos con un titular cómo ‘Uno más en la guerra contra el narco’. Yo no soy un narquillo, yo no vendo por dinero. Me harté de la mota de las ladrilleras y la traigo para mis amigos y mi consumo, nada más”.

El primer contacto que tuvo Jesús en el negocio fue un amigo de la primaria, quien le presentó a un hippie que plantaba hierba en su casa en Guadalajara, Jalisco. Luego, cuando la demanda era alta y el hippie no contaba con las plantas suficientes para armar las onzas, le pasó el contacto de un güey que vendía de manera masiva. Después el bisnese saltó al DF y de ahí, por azares del destino, se armó un buen conecte en Europa.

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El contacto en el otro continente surgió gracias al paraíso invisible que te permite obtener desde la pornografía de más alta calidad hasta las mejores semillas de mariguana de Ámsterdam: el internet. Jesús accidentalmente encontró una página con dominio europeo que vende drogas por paquetería. Gracias a la globalización y las transacciones bancarias, estas drogas —principalmente alemanas y españolas— llegan sin ningún problema hasta la puerta de su casa. No hay necesidad de hacer tratos con afiliados de algún cártel.

Los productos traídos de los Países Bajos fueron los que propiciaron los grow house en el Bajío.

II

Yo me enteré de la existencia de Jesús en una reunión de la universidad. No fue necesario buscar el número de departamento, el olor a Acapulco Red me guío hasta la puerta. Cuando entré ya todos estaban pachequísimos. La conversación giraba en torno a unos jugos milagrosos que te servían para salir negativo en los antidoppings, de ahí empezaron a hablar sobre orines sintéticos e inevitablemente terminaron mencionando el growhouse de White Dragón que tenía el compa de Jesús. La mota se cosechaba en una semana, y el conecte estaba listo dentro de diez días. Como pudieron, todos empezaron a intercambiar teléfonos.

Un mes después, me enteré que el conecte se había cebado, porque Jesús, su amigo y la novia de su amigo, se había fumado todo el tupperde la hierba cosechada. La onza la pensaban dejar en 1,500 pesos porque a la planta le habían invertido más de 25 mil, pero al final la mota resultó tan buena que prefirieron no venderla.

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III

Mientras el toque rolaba, Jesús me contó lo difícil que es conseguir buena mariguana en el Bajío, un lugar demasiado pequeño y moralista. Al ser un espacio difícil para obtener sustancias de calidad, decidió entrar al negocio. A él y a sus amigos les gustan las cosas buenas. Nada de las porquerías rociadas de Windex que venden en algunos lugares.

“Hace unos años sí era difícil conseguir un buen conecte, toda la mota que rolaba estaba bien chola, rociada de thinner y bien eriza. Era de la que había y de esa fumábamos. Yo empecé a darle a los 13 con mis amigos, pero llega un punto en que te cansa fumar tanta porquería. Por eso comencé a buscarle, lo que quería era encontrar cosas de calidad que sí pusieran”, me contó Jesús.

El primer pedido que hizo a Europa fue de hongos. La dirección que dio fue la de un hotel del centro la ciudad, del cual uno de sus amigos era dueño. En caso de que lo torcieran y el paquete lo retuvieran en la aduana, la ubicación escrita al reverso de la mercancía ilegal no tendría conexión directa con él.

Después de un mes, todo salió bien. El paquete de hongos San Isidro (alucinógenos que contienen psilocibina, sustancia alucinógena) llegó a Jesús. El growbox con las esporas de la droga venían en un tupper sellado dentro de una caja de regalo. La envoltura tenía una dedicatoria, al parecer la mamá alemana ficticia de Jesús le deseaba un muy y alucinante feliz cumpleaños.

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IV

La forma de pago en el sitio es únicamente con tarjeta y el envío se cobra aparte. Casi toda la mercancía que se vende es para ser plantada y/o cosechada. Nada de lo que se manda viene con instructivos o con alguna marca que deje rastro de quien envía el paquete. Ése es uno de los problemas al momento de la compra; Jesús cree que lo mejor que se puede hacer es primero consultar si lo que se necesita para cultivar se tiene a la mano, pues no sirve de nada comprar semillas de mariguana de la mejor calidad si no se tienen las instrucciones, los químicos y el equipo adecuado para sembrarlas.

A pesar de que hay muchas páginas en Alemania y España que se dedican a la venta de drogas, es importante checar los términos de envío de cada una de ellas, el chiste está en encontrar plataformas en línea que se rijan bajo legislaciones viejas, así México aparecerá como país legal para el envío de productos.

V

Antes de hacer sus pedidos al extranjero, Jesús consiguió un conecte del DF que le mandaba más de 300 cuadros de LSD escondidos en las páginas centrales de revistas. Para los dealers que trabajan por menudeo, los servicios de DHL o Fedex resultan los más efectivos para el tráfico de drogas, según Jesús. Es más sencillo pedir 300 ajos cada 15 días, que arriesgarse a viajar por una cantidad más alta. El destinatario puede poner una dirección alterna.

Sentado en un sillón rojo, Jesús me dice que a pesar de vender sólo a sus amigos, el negocio se ha ido ampliando y ha decido dedicarse únicamente a la venta de mariguana. El bisne de los ácidos se lo dejó a un compa. No vende coca porque dice que le ha calado y los clientes que se la meten son muy agresivos. No le late tratar con erizos, además piensa que entre más adictivas son las sustancias más probabilidad hay de que la policía te tuerza porque el negocio se vuelve más denso.

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Presume vender una buena mercancía y por lo mismo sus precios son altos, lo que reduce un poco su mercado. La mayoría de sus clientes son universitarios que están dispuestos a pagar por onzas de entre 500 y dos mil pesos.

Cuando le pregunté si sus clientes entraban en la categoría de “hijos de papi”, ladeó los ojos y contestó evasivo. Le piqué un nervio. Según él, para el vicio siempre hay dinero. Cambié el tema.

Su plan a futuro es armar un grow house con diferentes plantas de mariguana, y todas las semillas las va a mandar pedir al extranjero. Actualmente cuenta con hidropónicas, pero la idea es conseguir un espacio para plantar en mayor cantidad y poder sustentar el negocio sin necesidad de hacer viajes a Guadalajara. Todo el negocio lo quiere manejar todo por paquetería, tarjeta de crédito y compras en línea.

VI

La casa dónde vive Jesús es de “papi”. Los carros, los viajes y el plástico con cinta magnética también. Sus clientes más frecuentes provienen del mismo ambiente: universidades privadas con mentalidad humanista y colegios católicos. La mayoría de ellos consumen a diario. Compran producto extranjero, orines sintéticos y jugos diuréticos.

Atravesamos de nuevo el jardín. Salimos por la puerta gigantesca. Cuando Jesús y yo nos despedimos, me roló una servilleta con hierba. El carro regresó a ser un bong gigantesco. La imagen del dealer atascado, con mochilas de colores psicodélicas que venden en los raves, quedó fuera.