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Cultură

Los secretos más sórdidos de Babilonia

Kenneth Anger los conoce todos

Unos días antes de entrevistar a Kenneth Anger, empecé a sentirme raro. No dejaba de imaginarme esta terrible escena: estaba sentado frente al cineasta de 85 años, en una habitación vieja y mal iluminada, y él comenzaba a frustrarse cada vez más con mis preguntas. Y, aunque no creo en esas cosas, me empecé a preocupar de que si lo hacía enojar lo suficiente, me pondría una maldición thelémica. Ya lo ha hecho antes.

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Todavía no estoy seguro si fui maldecido o no, sin embargo, conseguí lo que quería: hablar con Kenneth porque, como yo lo veo, transformó la estética hollywoodense con algunos de los cortometrajes más emblemáticos e impresionantes que se hayan hecho. Gran parte de su trabajo, en especial Rabbit’s Moon, ScorpioRising, Kustom Kar Kommandos, Lucifer Rising y Mouse Heaven juegan con una serie de símbolos retorcidos, normas sociales y creencias norteamericanas.

Kenneth también escribió Hollywood Babilonia y Hollywood Babilonia II, libros en los que detalla los escándalos menos conocidos de las estrellas del cine mudo, a finales de los sesenta. Algunos críticos dudan de las afirmaciones hechas en el libro, ¿pero quiénes son ellos para decir qué es qué? No estuvieron ahí. Y antes de que existieran medios oficialmente dedicados al chisme como People, TMZ y Us Weekly, era mucho más fácil para los famosos salirse con la suya cuando cometían toda clase de sórdidas atrocidades.

Seis años después de su primera publicación en Francia, el libro llegó a Estados Unidos en 1965. A los pocos días fue prohibido y lo sacaron de las librerías hasta que se imprimió una nueva edición en 1975. La famosa reseña del New York Times decía: “Si se puede decir que un libro como este tiene su encanto, es por el hecho de que es un libro sin un solo mérito que lo redima”. En mi opinión, nada podría estar más lejos de la verdad.

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Durante mi visita a Los Ángeles para entrevistar a Kenneth, su nombre no dejó de aparecer en todos lados. Cuando visité el Museo de la Muerte en el Bulevar Hollywood y platiqué con la pareja que administra el lugar sobre la entrevista que estaba por hacer, me dijeron que “habían sido amigos de Ken” durante años y que él les había puesto una maldición en al menos tres ocasiones (una de ellas a través de su máquina contestadora). También me dijeron que les envía toda clase de cosas por correo casi todos los días: cartas, notas, libros y otros paquetes; al parecer disfruta ir a la oficina postal y adora enviarle cosas a la gente.

Otro extraño evento ocurrió durante una tarde libre en la que tomé la mala decisión de unirme al Dearly Departed Tour, una excursión en autobús por los lugares en LA donde ocurrieron algunos de los escándalos y muertes más famosas de las estrellas. El guía no dejó de referirse a Kenneth, lo llamaba “tirano” y “mentiroso”. Incluso lo acusó de haber fabricado la evidencia en torno a la muerte de Marie Prevost en los veinte.

Durante una comida con el escritor John Gilmore, Kenneth se convirtió una vez más en parte de la conversación. John lo describió de manera más elocuente que cualquier otro al decir que el director había sido un cineasta antiguo y experimental, “un iconoclasta, además de una espina en los güevos de Hollywood desde su infancia, un autoproclamado mago espiritual que ha estado ahí desde antes de los días del glamour”. Después me contó cuando Kenneth se presentó al funeral del director Curtis Harrington, un amigo en común, en el Cementerio Hollywood Forever, vestido con un abrigo negro, delineador y barniz de uñas. Tenía la camisa abierta hasta el ombligo, mostrando el enorme tatuaje de Lucifer que tiene en el pecho, y venía acompañado de un joven fotógrafo que lo retrataba mientras besaba el cadáver de Curtis antes de su cremación. Antes de ser expulsado del lugar, Kenneth le entregó a John un pequeño vampiro de plástico relleno de dulces de menta, no sin antes aclarar para que servía originalmente: “Era un dispensador de condones texturizados”.

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Pero al final, nuestra entrevista estuvo bien, o al menos eso me pareció. Kenneth fue muy amable, aunque un poco reservado, y a lo largo de nuestra plática, los únicos momentos incómodos fueron sus pausas después de responder una pregunta. Algunas veces agregaba otra cosa, pero en general sólo me miraba a los ojos y me decía, “¿bien?” para indicarme que estaba listo para continuar. Al final, me quedó claro que realmente es un tesoro oculto de la historia; es quien más tiempo ha permanecido en las entrañas de Hollywood, y quien mejor lo conoce.

VICE: ¿Dirías que amas o desprecias a Hollywood?

Kenneth Anger: Soy un poco ambivalente al respecto, pero básicamente le tengo cariño. Así que sé apreciar todos sus vicios; es colorido. Y solía ser mucho más colorido de lo que es ahora. Ahora está en una especie de periodo tranquilo, pero hubo días, en los años veinte y treinta, en los que había un escándalo prácticamente cada semana. Eso me gustaba, no hemos tenido ningún escándalo jugoso desde entonces.

¿Tiene algo que ver con la forma en la que la prensa reporta sobre las vidas de las celebridades? ¿Hay demasiados famosos hoy en día?

No, eran las personalidades, esas personalidades desbordantes. Y eran unos genios. Como Charlie Chaplin, por ejemplo. Al mismo tiempo, tendían a llevar las cosas al límite y meterse en problemas. En su caso, le gustaban las mujeres jóvenes y eso todavía es mal visto.

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¿Ha habido algún escándalo reciente que te haya interesado en lo particular?

Tengo una muy buena idea de lo que está sucediendo en Hollywood, sin embargo está muy tranquilo. En los sesenta hubo un estallido con la gente de Manson y demás, pero ahora todo está tranquilo.

Sabes esto porque lo has vivido todo. Estabas haciendo películas desde antes de ser adolescente ¿cierto?

Era un niño, sí.

¿Cuándo fue la última vez que viste alguno de tus trabajos de aquella época?

No los he visto; están guardados. Los tengo casi todos y están en 16mm. Ahora prefiero trabajar con digital.

¿Por qué cortometrajes? ¿Alguna vez te han dado ganas de hacer un largo?

Podía hacer cortos con mi presupuesto personal, y comparo mis películas con poemas; me considero un poeta del cine. Puedo manejar algo de 15 minutos o media hora con mi presupuesto. He hecho películas de hasta 40 minutos, pero por extraño que suene, nunca me llamó la atención hacer un largometraje.

¿Tu uso de cámaras digitales también implica que ya adoptaste internet como medio de distribución?

Por desgracia; hace que la piratería sea más posible, más fácil y considero que vivimos en la edad de la piratería. Y me opongo rotundamente a ella. Intento cuidar mis cosas lo mejor posible, pero no es posible protegerlo todo.

Últimamente, ha habido algunos intentos del gobierno por definir mejor la aplicación de los derechos de autor en internet: SOPA, PIPA y demás. ¿Sigues estas noticias o tienes alguna opinión al respecto?

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[Arruga su cara] Bueno, les deseo suerte. A las personas que hacen películas comerciales les preocupa mucho más que los estafen, y tienen algo por qué luchar.

Parece que hoy en día el obstáculo más grande al que se enfrentan los cineastas es la distribución, más que el contenido. Esto no siempre fue así. Cuando hiciste Fireworks, tu primera película para el público, enfrentaste algunos problemas legales.

Problemas legales menores; fue considerada un poco excesiva en su tiempo (1947). Fue una película pionera y la hice en un fin de semana, así que los tiempos han cambiado, pero fue emocionante no saber lo que iba a suceder. Por ejemplo, cuando la hice, tuve problemas para encontrar un laboratorio que la imprimiera. Pero al final un lugar dijo: “Bueno, es sólo una pequeña película, la imprimiremos”. Fue Consolidated Lab, que en ese momento era una filial de Republic Pictures. Uno de los técnicos era un ex marino, y como hay marineros en mi familia, le preocupaban un poco los [marineros] de la película. Pero al final, no pasó nada.

Aun así te enfrentaste a acusaciones de obscenidad, y en ese entonces esos cargos eran muy serios.

Nunca llegaron a nada. Existió la posibilidad, pero nunca pasó nada.

Pero llamó la atención del sexólogo Alfred Kinsey, de quien te hiciste amigo. ¿El fomentó tu trabajo?

Sí. Kinsey estaba haciendo entrevistas para su libro El comportamiento sexual en el hombre y no sé… ¿Qué si no eres humano? El título es un poco extraño, pero así le puso a su libro de investigación. Era básicamente un biólogo experto en avispas, más que en otras cosas. Lo conocí cuando vino a LA a hacer entrevistas. Vino a ver Fireworks en el Teatro Coronet, a la función de media noche, y quería comprar una copia para su colección en la Universidad de Indiana. Acepté y esa fue la primer copia que vendí en mi vida. Pero fuimos buenos amigos hasta su muerte.

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¿Platicar con él era para ti como una especie de escape durante esa época, cuando era difícil hablar abiertamente sobre la sexualidad, o sus encuentros eran más casuales?

Cuando Kinsey visitó Italia por primera vez, yo había realizado una extensa investigación sobre la villa de Aleister Crowley, una granja del siglo XVIII, que él llamaba la Abadía de Thelema. Crowley se inspiró en Gauguin y pintó todas las paredes con murales, pero eran explícitamente eróticos de una forma cómica, así que lo echaron de Italia. Eran los primeros días de Mussolini, a quien de por sí no le gustaba el inglés. Fue una excusa para echarlo, y las pinturas fueron cubiertas con pintura. Pasé un verano removiendo la pintura y fotografiando [los murales]. Fue un proyecto de arqueología interesante.

Varias de tus películas tienen imágenes homoeróticas, sin embargo fueron hechas en una época en la que la homosexualidad era técnicamente ilegal. ¿La interferencia del gobierno en las preferencias sexuales afectó tu forma de hacer cine? ¿Alguna vez fue parte de la ecuación?

Siempre hacía lo que quería. Nunca me molestó y nunca tuvo un problema específico. No hay nada explícito en mis películas. Tal vez Fireworks lo fue un poco pero es tan simbólica que pasó desapercibida.

¿Crees que la censura puede ser una inspiración para la creatividad? ¿Que quizá algunas cosas son más mordaces cuando no se dicen?

Estamos en una época en la que prácticamente todo se vale. Hubo una época en la que tenías que andar de puntitas con cualquier cosa que tuviera que ver con la sexualidad.

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Hace que el misticismo sea imposible.

El hecho de que puedas hacer prácticamente lo que quieras, implica que no hay ninguna censura que te haga dejar de hacer películas, no irás a la cárcel ni nada. En los primeros días, en los cuarenta, era posible que te sucediera algo así.

Sin embargo, muchas de las estrellas sobre las que escribes en Hollywood Babilonia estuvieron involucradas en actividades reales, fuera de la pantalla, mucho más escandalosas. Y aunque estoy seguro de que no fue así, en esa época parecía que el libro había salido de la nada. No habías hecho una película en casi cinco años, y estabas sacando los trapos al sol de toda la industria del entretenimiento.

Nunca dejé de hacer películas, pero sí, estaba trabajando en el libro, viajando y viviendo en Europa. En este momento estoy terminando uno sobre los zepelines, un transporte fascinante y obsoleto que podía tener resultados explosivos, si no se manejaba con cuidado.

Suena como un paso natural, pero presiento que será mucho más fácil encontrar un editor para eso que para un libro que hace que la gente más famosa del mundo parezcan una bola de pervertidos. ¿Cómo lograste que Hollywood Babilonia llegara a las librerías? Sé que los franceses estuvieron involucrados.

Cuando me fui a vivir a París, conocí a las personas de Cahiers du Cinéma, la revista de cine más importante. Les conté algunas historias, coloridas y extrañas, sobre Hollywood y al final me dijeron: “¿Por qué no escribes un libro?” Así surgió la primera edición de Hollywood Babilonia en francés, y fue publicada en París a finales de los cincuenta. Después se publicó una versión más larga en inglés.

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¿Estas historias venían principalmente de lo que tú sabías, o tuviste que recurrir a mucha investigación y entrevistas?

Básicamente era lo que yo sabía. Para cuando me fui a París ya había absorbido todo esto, todo lo que podía sobre la historia de Hollywood.

Por tu selección de fotos, se lee como una revista en muchos sentidos; es lo que una revista de chismes debería ser.

Eso fue a propósito. Es un libro de imágenes, casi como una película documental. Llevo toda mi vida coleccionando fotos del viejo Hollywood, así que literalmente tengo miles de dónde elegir. Es una selección de mis fotografías, las cuales son casi igual de importantes que el texto.

Me estoy hospedando en el Beverly Hilton mientras estoy en LA, y frente al hotel hay un monumento conmemorativo a Whitney Houston: globos, velas y demás. Estoy seguro de que ya no estarán ahí cuando esto se imprima, pero aun así, unas semanas después de su muerte, todo sigue igual. La historia ya no está en los medios. ¿Crees que el público se ha desensibilizado por el comportamiento tan extremo de las celebridades, o las cosas son mucho menos interesantes de lo que eran?

Se quedó dormida en la tina y supongo que se ahogó. Pero había consumido una cantidad considerable de drogas, así que no creo que haya sido un suicidio. Creo que fue un error.

Claro, pero mi punto es que parece que el tiempo de vida de estas historias se ha reducido desde que escribiste Hollywood Babilonia. Las noticias del entretenimiento van a toda velocidad.

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Depende de quién haya sido y qué haya sucedido. Antes de mis tiempos, estuvo el escándalo de Fatty Arbuckle, y eso resonó hasta los veinte, seguían hablando de esa historia. En el caso de Whitney, no hay ninguna intriga. Fue un accidente y es una lástima que haya sucedido, pero supongo que fue su culpa.

Fatty Arbuckle es el ejemplo perfecto de alguien cuya vida privada es diametralmente opuesta a lo que hace en la pantalla. Obviamente, un actor obeso apodado Fatty [gordito] quien supuestamente mató a una chica aplastándola mientras la violaba en una fiesta en su cuarto de hotel, y los juicios posteriores, es algo que va a perdurar en los periódicos durante una década. Pero siento que hoy en día las celebridades admiten públicamente esas acciones y se salen con la suya. ¿Se han vuelto mejores para fingir su remordimiento y manipular las historias por medio de sus publicistas?

Son actores, después de todo, así que tienen el derecho a actuar. Pero, hoy en día, el grupo de personas en Hollywood no es escandaloso, no como era antes. Hubo un auge en el uso de drogas en los sesenta, y si todavía está presente, se lo tienen muy callado. La coca generó muchos problemas.

Viendo las películas mudas de antaño, por la forma en la que las filmaban y editaban, parecía que todos se habían estado metiendo cantidades industriales de coca justo antes de que el director gritara: “¡Acción!”

Creo que el estilo de la película lo refleja, en particular con las comedias de Mack Sennett [el director responsable de que este género se hiciera tan popular]. Y mi investigación comprueba que estaba consumiendo cocaína. Puedes ver la influencia hiperactiva.

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Hay muchas referencias al “polvo de la alegría” en Hollywood Babilonia, que la hacen sonar tan inocente como consumir una de esas bebidas energéticas. Otra de tus frases en el libro, en las primeras páginas, es “Época púrpura”. ¿Qué es eso? Suena bien.

Eso fue cuando había personas muy talentosas con gustos extravagantes y mucho dinero. Eran los veinte, un reflejo de la época del jazz. Y la versión hollywoodense de eso fue muy alocada.

Otro tema que abordas al principio del libro son la circunstancias en torno a la muerte de Olive Thomas, quizá el primer “escándalo de Hollywood” como los conocemos ahora. Escribiste, y ha corrido el rumor durante largo tiempo, que era adicta a la cocaína, un problema fatal cuando se combina con alcohol y los medicamentos para la sífilis de sus esposo, Jack Pickford.

Fue una de las primeras estrellas hermosas en tener una muerte tan cruda. Así que su nombre quedó asociado con [algo] espeluznante… Cosas que sucedían en Hollywood.

Parece que su muerte también les quitó a todos la venda de los ojos. La imagen de Olive Thomas era tan dulce y pura. Hizo que la reputación de Hollywood se colapsara y se viera como algo mucho más oscuro de lo que era antes. La gente seguro pensó: “Si Olive la está usando, seguro todos los demás también”.

También hubo otros, como Mary Miles Minter [acusada de asesinar a su amante, el director William Desmond Taylor, en el mejor momento de su carrera]. Fue una versión de Mary Pickford [la hermana de Jack Pickford], pero las grandes estrellas como Pickford nunca fueron tocadas. Estos escándalos dieron vueltas, pero hubo algunas estrellas que nunca estuvieron implicadas en estas cosas.

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¿Tienes una estrella favorita de esa época? ¿Alguien a quien sigas estudiando exhaustivamente?

Me encanta la carrera de Rudolph Valentino, quien murió a sus 31 años y tuvo una trayectoria impresionante en muy poco tiempo. Su vida todavía me fascina.

¿Sigues encontrando información nueva? Sólo puedo imaginarme lo extensos que deben ser tus archivos.

Tengo mucha información sobre él. Hay hechos y rumores. Me voy por lo hechos, pero escucho los rumores con atención. [Sonríe].

El hecho de que hayas estado dispuesto a escuchar los chismes fue uno de los argumentos que la gente usó en tu contra cuando se publicó Hollywood Babilonia, en especial después de la segunda edición. Algunos te han acusado de amarillismo y algunos, incluso, han dicho que tus hechos son inexactos.

Bueno, nunca me han demandado…

En otras palabras, tus detractores no pueden probarlo.

Nunca vino nadie a decirme: “Lo inventaste todo”. Porque definitivamente no lo hice.

Creo que el cineasta e historiador Kevin Brownlow dijo que tú le habías contado que tu investigación se basaba en la “telepatía mental”. ¿Por qué crees que hay quienes han intentado menospreciar el libro?

Dudo que lo hagan. Esto es nuevo para mí. Nunca tuve esa clase de problemas.

Bien, pasando a otras cosas. La conexión entre Hollywood y el ocultismo me parece fascinante. ¿Crees que una genera a la otra?

Ha existido un buen número de cultos ligeramente bizarros y demás [en LA], y no consiguen mas que un poco de atención de algunas personas en Hollywood. Por ejemplo, nunca ha habido una devoción masiva al satanismo ni cosas de ese tipo.

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Es verdad, ¿pero qué hay de la Cienciología? Parece que medio Hollywood está involucrado de alguna forma. Lo que me recuerda: me parece que dijiste en alguna entrevista que tienes un borrador casi terminado de Hollywood Babilonia III, pero que nunca se hará público porque habla mucho sobre la Cienciología. ¿Es cierto?

Sí tengo un borrador, pero ellos tienen muchos abogados y no me quiero meter con ellos. Además tienen a personas como John Travolta y Tom Cruise que se engancharon con esas creencias, así que prefiero dejarlos en paz.

Tu interés por las enseñanzas de Aleister Crowley ha influido mucho en tu trabajo. ¿Qué fue lo que te atrajo a ellas y su filosofía de Thelema?

Es un personaje fascinante, y si estuviera haciendo largometrajes estaría tentado a hacer algo sobre Aleister Crowley. Por suerte, nadie más lo ha hecho. Muchos han amenazado con hacerlo. Tengo la esperanza de que no suceda, y no ha sucedido [aún], así que me he salvado.

Quienes no están bien informados quizá no sepan distinguir entre los discípulos de Crowley y los cienciólogos. Son unos ignorantes, me queda claro, ¿pero podemos jugar con la idea un poco? ¿Cómo explicarías esa diferencia a alguien que no sabe?

Siempre ha habido personas interesadas en Aleister Crowley, quien murió en 1947. Sus seguidores están en el OTO (Ordo Templi Orientis), una especie de sociedad del culto. Tiene cientos de miembros, pero es casi invisible, es de bajo perfil. No es como la Cienciología, que es básicamente un negocio. No tengo nada que ver con ellos.

Entendido.

¿Ya vamos a terminar?

Claro, ¿puedo hacerte otras tres preguntas?

[Sus ojos se abren y aprieta los labios] No.

¿Ni siquiera una?

Sólo tienes un par más…

Sólo una, quizá dos, lo prometo. A Werner Herzog le gusta decir que LA es la única ciudad verdaderamente norteamericana porque muchas de las otras ciudades en Estados Unidos tienen una influencia europea. En otras palabras, que Los Ángeles es el único lugar en donde existe una cultura verdaderamente gringa, ¿qué opinas?

Lo dice porque es extranjero y lo está juzgando desde fuera. Así que [para él] LA parece una especie de bestia extraña, o tiene ciertos elementos extraños, característicos de California. Sin embargo, vivo aquí, así que…

¿Todavía te gusta?

Sí, es interesante. De lo contrario no viviría aquí.

Ve la entrevista con Kenneth en video en un nuevo episodio de VICE Meets…
en VICE.com.