Mara fue torturada y violada; su agresor está libre y ella permanece escondida

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La columna rota

Mara fue torturada y violada; su agresor está libre y ella permanece escondida

“Quiero que pague, que las autoridades hagan su trabajo, que no permitan que Eliseo termine con mi vida como lo sentenció”.

El feminicidio en México es un problema que nos debe importar a todos. Del 1 de enero al 25 de julio se han reportado 1011 feminicidios, principalmente en el Estado de México con 98, Guanajuato con 97, y Veracruz con 93.

Me enteré del caso de Mara Grissel, de 39 años, a través de las redes sociales. Ahí circulaban unas imágenes indignantes que no entendía por qué se estaban compartiendo. En ellas aparece Mara rapada, quemada, llena de mordidas y cicatrices.

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Nos conocimos personalmente el 20 de julio de 2018. Me mostró sus heridas y me contó su historia:

“Perdí la cuenta de cuantas golpizas me dio. Perdí un diente en una de ellas, el oído me lo deformó, ya no veo bien porque mis ojos constantemente tenían derrames. La mandíbula ya no me funciona: ahora sin darme cuenta se me sale sola la saliva. Me asesinó en vida. Por eso quiero que pague, que las autoridades hagan su trabajo, que no permitan que Eliseo termine con mi vida como lo sentenció muchas veces”, recordó.

En septiembre de 2017, Mara de 39 años, conoció a Eliseo N. Me contó que un hombre muy detallista, siempre atento, “Me llamaba mi amor”, recordó, y agregó que el hombre mostraba su amor de mil maneras maravillosas.

Ambos trabajaban como guardias de seguridad en una plaza comercial de la Ciudad de México. Ella es madre de tres hijos, dos de ellos vivos. Por su parte, Eliseo también tuvo una relación de la cual procreó tres hijos. Sin embargo, ambos se encontraban solos, por lo que decidieron formar una relación de pareja. Aún así, Mara me contó con una leve sonrisa de decepción “Parecía yo una adolescente, me emocionaba su trato. Él hacía todo porque yo estuviera bien”. Y continuó “de repente era un poco celoso, pero nada enfermo, o al menos yo no lo noté”. En febrero de 2018 decidieron vivir juntos.

Mara me contó que todo cambió en un abrir y cerrar de ojos: “No sé qué sucedió en qué momento. El hombre del que me había enamorado siete meses atrás dejó de existir. Lo primero fue darme una cachetada porque alguien le había dado chismes de mi comportamiento en la empresa. Siguió el alejarme de mis hijos, quitarme el celular, cerrarme mi cuenta de Facebook, prohibirme hablar con mis amigos y amigas. Todo se descompuso”.

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Durante cinco meses Mara sufrió todo tipo de vejaciones. Eliseo le prohibió trabajar, controlaba su celular. “Cada vez que me pegaba me gritaba un nombre raro de un santo, porque él dice ser santero y me hacía saber que yo era una mala mujer. Él decía ser un buen hombre y era su deber purificarme, además en cada cicatriz que me dejaba él veía mensajes”, recordó Mara, y me enseñó una de las múltiples marcas en su antebrazo derecho; se trata de una mordida. “Esta por ejemplo dice que es la inicial de su nombre E, esta otra un rostro de pureza”.

Mara fue rapada, apuñalada, violada por su verdugo con innumerables objetos, bañada en las madrugadas con agua helada, quemada con una plancha hirviendo, y un sinfín de monstruosidades que por respeto a ella no mencionamos.

¿Intentaste escapar?, le pregunté.

“Cuando lo iba a hacer me amenazó con asesinar a mis hijos, a mis padres. Eso fue al principio porque obviamente me di cuenta que no era normal. Además yo no merecía esto. Después de su respuesta desistí. Como adulta debía asumir mis decisiones”, me contestó avergonzada.

El 5 de julio de 2018, Mara fue torturada una vez más. “Después de ocho horas de tortura, me dejó inconsciente cuando me apretó el cuello tanto que perdí el conocimiento. Al despertar él estaba viéndome sonreía y me dijo: 'Ves yo te puedo matar cuando quiera, tú debes ser castigada, pero yo decidiré hasta cuándo'".

El 7 de julio, Mara y Eliseo fueron al deportivo. Ahí, Eliseo fue detenido por haber comprado un pulque que estaba bebiendo en vía pública: “Yo no sabía que ahí él compraba pulque, porque siempre que salíamos yo debía caminar delante de él, con la cabeza dirigida hacia abajo, sin voltear atrás y sin responder a nadie", recordó. "Yo caminé, de reojo vi pasar una patrulla, pero no tomé importancia. Escuché un chiflido, pero no volteé. Seguí caminando, pero después él gritó mi nombre. Fue entonces que di la vuelta y vi como se lo llevaba la patrulla. Yo no podía hacer más, solo caminé y caminé”.

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Mara aprovechó que la policía detenía a Eliseo para seguir caminando y no regresar.

El lunes 9 de julio de 2018, Mara acudió a la Agencia del Ministerio Público Especializada en Violencia Intrafamiliar y Sexual (AMPEVIS) de San Cristóbal, Ecatepec, Estado de México. La denuncia le fue levantada solo por lesiones. Empleados del lugar le indicaron que no procedían para que el individuo fuera detenido.

El 10 de julio “un personaje que se dedica a ayudar mujeres en situación de violencia” acudió a “apoyarla”. Entonces recuerda Mara comenzó otro infierno: “Le estoy muy agradecida porque me facilitó que me hicieran más caso las autoridades, pero entonces empezó el circo. Él señor me empezó a dar órdenes, 'Hoy tienes entrevista con este medio, y este, y este'. Me empecé a sentir violentada por él. Yo no quería dar entrevistas enseñando mis heridas, ni tampoco que se mostraran mis glúteos quemado. Me hablaba con groserías y sentí que de un intento de feminicidio ahora tenía que escapar de un maltratador que dice ayudar mujeres”.

Hoy Mara se encuentra escondida mientras espera que las autoridades arresten a Eliseo. Además, me contó que busca recuperar a esa mujer que era, celebra estar viva porque muchas veces se ha preguntado cómo logró tolerar tanto dolor corporal, emocional y psicológico.

“Yo era una mujer alegre, me gustaba mucho salir con mis amigas, tenía mis errores, pero como todos, no era perfecta, pero adoraba bailar, por qué no tomarme una cerveza, fumarme un cigarrillo de vez en cuando. Buscaba ser feliz y lo era, con mis capacidades y recursos, pero lo era”.

Mientras escuchaba a Mara para reconfortarla, para hacerle saber que no fue su culpa, celebré tenerla frente a mí. Sin embargo, también me queda claro que las autoridades mexiquenses deben ya detener y condenar a Eliseo, o tal vez esperan a que el perpetrador logré su cometido.

Quieres contar una historia de feminicidio, desaparición, o intento de feminicidio búscame, ayúdame a visualizarlas.

@FridaGuerrera
fridaguerrera@gmail.com