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Música

Compositores robóticos

La gran ópera de los ceros y unos.

Bip-bop-bip. Ese era el único sonido que podía hacer un robot. Ya no.

David Cope es compositor e informático, y probablemente ahuyenta a las mujeres por docenas. En 1980, le pidieron que compusiera una ópera (sin rock), y cuando no se le ocurrió nada que escribir, hizo lo que cualquiera: recurrió a su computadora. Pero siete años más tarde, no sólo había terminado la ópera, sino que había diseñado un programa de computadora capaz de componer música original casi por sí solo. Sólo necesitó de algunas composiciones históricas por Bach, Beethoven o Brahms, y EMI (Experimentos en Inteligencia Musical) se encargó de escupir piezas que sonaban similares a las piezas de entrada. EMI analiza el material fuente y lo combina de formas nuevas e interesantes, para crear una composición nueva y original que suena bien.

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¿Ya tienes miedo? ¿No? Pues agárrate.

Años después de crear múltiples canciones estilo Bach, Cope decidió que era momento de dejar de vivir de los maestros. Tiró todo lo que EMI había aprendido a la basura. Pero guardó todas las obras originales que había producido, y fue lo único que utilizó como material fuente. Si viste a Michael Keaton en Multiplicity, la comedia de 1996, seguro sabes que clonar a un clon puede ser un desastre. Un desastre para morirse de la risa, pero un desastre a fin de cuentas. Sin embargo, las obras de EMI resultaron ser éxitos aclamados por la crítica. Ya desarrolló su propia voz y le cambiaron el nombre a Emily Howell. Su primer álbum, From Darkness, Light, salió en mayo de 2010.

En el sitio de Amazon, las reseñas hablan del álbum debut de Emily como: “…una experiencia que se podría comparar con perder a un amor y a un hijo”, mientras que otro admite que: “Lo borré de mi iTunes después de escucharlo dos veces”. La controversia en torno a este asunto es realmente intensa.

Ya usamos computadoras para editar películas, procesar fotografías, grabar y mejorar música. Los artistas tienen una gran relación de trabajo con la tecnología. ¿Por qué han tardado tanto las computadoras en entrar al mundo de la composición musical? Los compositores usan programas de escritura como Finale y Sibelius para escribir sus ideas musicales en papel digital. Pero permitir que un programa se encargue de la mayor parte del proceso creativo parece cruzar una línea: un salto de una relación profesional platónica a un lugar de sodomía androide. Claro, puedo usar Photoshop para hacer que mis pecas se difuminen en un bronceado perfecto, pero soy yo quien controla las decisiones artísticas. No un montón de estúpidos ceros y unos.

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Pero la música es diferente. Está tan arraigada en las matemáticas y la ciencia que tiene sentido poner nuestra confianza en las computadoras. Las armonías se miden en términos de la razón de los tonos usados, el tiempo está dividido en fracciones exactas, y las ecuaciones pueden determinar si un tono será placentero o disonante para nuestros oídos. Desde que compré mi calculadora TI-83, siempre he confiado en las computadoras para que hagan las matemáticas por mí. ¿No es hora de cambiar ese arcaico ábaco por una Texas Instrument con tecnología de punta? Soy naturalmente escéptico cuando se trata de computadoras. Google me sigue arrojando links para tours con Segways al atardecer, porque una vez busqué “¿Cómo cortar con tu novia?” Pero cuando escuché la música de Emily Howell, mis miedos de que se tratara de un lavado de cerebro cacofónico se desvanecieron como una balada de Sting. He aquí una probadita del trabajo de Emily Howell.

Es muy probable que la pieza anterior no te haya parecido ni remotamente mecánica. Y si no puedes notar la diferencia, y te hace sentir algo, entonces la pieza hizo su trabajo, y es otra muestra de éste complot robótico en el que las máquinas unen sus fuerzas para seguir dejándonos sin trabajo.

En teoría, este programa podría producir un número casi infinito de trabajos originales, y existe la posibilidad de que algunas de estas creaciones se comparen con las más grandes composiciones de todos los tiempos. Y si una de estas composiciones robóticas se convierte en la rola favorita de al menos una persona, entonces creo que ese robot podría dormir tranquilo por las noches.

Trabaja al ritmo de cien compositores vivos, prácticamente no cuesta nada, y no exige regalías. Desde un punto de vista empresarial, no podemos no usar este software. Pero desde una perspectiva artística, saber que la pieza fue creada en un laboratorio nos hace sentir que se trata de música sin alma.

¿Pero si un humano escribió el software, y el software escribió la música, técnicamente, no fue el humano quien escribió la música?

No. Cuando tu jefe te pide que escribas algo, y lo haces siguiendo sus indicaciones, el artículo sigue siendo tuyo. Quizá él se lleve parte del crédito, pero no abusemos. La computadora está haciendo cosas que David Cope podría hacer, sólo que mucho más rápido. Pero también está analizando y recombinando viejas ideas, y creando material nuevo que Cope ni siquiera se imaginaba posible. Buen intento, Cope. Ahora entrégale su dinero a la computadora. ¿Qué? Pues no tengo idea, intenta ponérselo en el lector de discos.

Todavía existe esa tendencia natural a tener miedo cuando un insensible programa de computadora resulta capaz de crear arte. Después de todo, el arte es una forma de expresar nuestros sentimientos, y se supone que las computadoras no los tienen. Pero lo verdaderamente frustrante de la composición por computadora es que David Cope haya tomado esa magia musical y haya logrado descomponerla en unas cuantas ecuaciones. Al crear a Emily Howell, le robó un poco de esa magia a las creaciones artísticas. Respondió una pregunta a la que nadie quería una respuesta. Una canción puede llegarte al corazón, y no queremos que las máquinas tengan el poder para manipular nuestras emociones. Creo que eso quedó claro con Terminator. ¿Cuál es la solución? O reconocemos que el arte no tienen ningún elemento mágico y aceptamos estas nuevas y hermosas robóperas, o destruimos todas las computadoras, mandamos a David Cope a la hoguera por hereje, y pretendemos que esto nunca sucedió. Creo que todos sabemos cual es la decisión madura. No olvides tus robobinoculares para la robofunción.