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La historia de la legendaria amante topless que salvó Francia

Agnès Sorel es representada en lujosos trajes que exponen un solo seno, pero la noble mujer francesa fue mucho más que una fuerte elección de moda.
Agnès Sorel, favorite of King Charles VII of France por artista anónimo; The Virgin and Child with Angels  por Jean Fouquet. Pinturas en dominio público.
Agnès Sorel, favorite of King Charles VII of France por artista anónimo; The Virgin and Child with Angels por Jean Fouquet. Pinturas en dominio público.

Artículo publicado originalmente por Broadly Estados Unidos.

En mayo de este año, Twitter encontró a su chica #FreeTheNipple del siglo XV. En un tuit con más de 61,000 RTs, Agnès Sorel, la amante real del Rey Carlos VII se volvió viral con el eslogan: "'Las mujeres en el pasado eran modestas y tenían más respeto hacia sí mismas'. Acá está Agnès Sorel, quien tenía sus trajes entallados para mostrar su seno favorito en 1440". ¿Entonces quién era esta chica mala de la corte? Resulta que la mujer también conocida como la Dame de Beauté (Dama de la Belleza) tenía al Rey de Francia por las joyas de la corona—y cambió el curso de la historia en el proceso.

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Nacida en 1422 en una familia de baja nobleza en Fromenteau en Touraine, la belleza "superhumana" de Sorel la precedía. Como el historiador Joseph Delort escribió en 1824, "La fama de su impresionante belleza pronto cruzó los límites de Touraine, y atrajo a una infinidad de magníficos señores". Pero, como una corona enjoyada de lujo exquisito, su aspecto de otro mundo solo era apto para un rey.

La joven no tardó en llamar la atención de Carlos VII. Entre muchos otros vicios, tenía una debilidad por las mujeres y una sensibilidad a la belleza. Como escribió el político y ensayista François-Frédéric Steenackers en 1868, "Carlos VII tenía una multitud de amantes anónimas, o más bien una especie de harén, un parque de ciervos ambulantes, que lo seguía a todas partes". Pero Sorel era diferente; no sólo era despampanante, sino increíblemente inteligente y amable. "Lo tenía todo, por un extraño privilegio, una belleza superior de cuerpo y mente, con una vitalidad física y moral que satisfacía todas las exigencias del amor". El rey estaba enganchado.


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El espíritu infeccioso de Sorel y su incomparable influencia sobre el rey obtuvo rápidamente la atención pública. Raramente se alejaba del rey e incluso acompañaba a Carlos VII a numerosos festivales. Ningún regalo era muy extravagante para la Belle Agnez. Junto con la riqueza de la joyería, la vestimenta, y las propiedades derrochadas en ella, Sorel recibió el que se cree es el primer diamante tallado, así como el cuento de hadas del Château de Beauté, por el que obtuvo su famoso título. Carlos incluso le dio a su amor la segunda mejor cosa después de un anillo de compromiso: el reconocimiento oficial como su amante.

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Esta acción sin precedentes era para dejar boquiabierto a cualquiera. Y como agrega Steenackers, "Una amante elevada al rango oficial de favorita no solo era una novedad, era una revolución que, como todas las revoluciones, no podía tener lugar sin dejar atrás odio e indignación".

Sorel fue escandalizada como una diabólica trepadora y una ramera. Muchos escritores de la época—rivales de la corona—permitían chismes de asuntos ilícitos e infidelidad. Georges Chastellain, aliado del más grande adversario de Sorel, Louis, el Delfín de Francia y el hijo y heredero del rey, escribió: "Todas las mujeres de Francia y de Borgoña pierden mucha modestia en querer seguir el ejemplo de esta mujer". Claro que olvidó mencionar que el "buen duque" de Borgoña a quien él servía tenía al menos 27 amantes.

El pintor Jean Fouquet cristalizó la imagen que más asociamos con Sorel hoy en día; es de creencia generalizada que la virgen con el seno desnudo en su Virgin and Child with Angels fue modelada por Sorel. De acuerdo a Rainer y Rose-Marie Hagen, autores de What Great Paintings Say, Sorel era la elección obvia para la virgen, ya que era considerada por muchos en la época como "la mujer más hermosa del mundo". La pose deslumbrante fue replicada luego por un artista anónimo, en la otra famosa pintura sin nombrar del siglo XVI de Sorel.

A pesar de que Sorel fue efectivamente reducida a ese seno expuesto tanto en arte como en memes, la evidencia, como señala la medievalista Rachel E. Moss, de que de hecho se vistiera así es escasa. Chastellain acusó a Sorel de ser la "productora e inventora"de estilos de vestir inapropiados, lo que como describió el político Jean Jouvenel des Ursins incluían "aberturas en el frente por las que uno veía las tetas, los pezones, y senos de las mujeres". Pero, como ya sabemos, Chastellain era muy antipático con Sorel.

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La primera amante oficial de Francia era mucho más que un "busto y entrepierna”, como un autor la describe.

El énfasis en su apariencia ha provocado que Sorel sea descrita por un medievalista como la "primera Barbie de Francia". Sin embargo, si vamos más allá de las capas superficiales, sus logros y carácter notables se revelan. No hay que subestimarla como una mera acompañante atractiva, pues ella cambió indiscutiblemente el rumbo del reino.

Carlos VII era, según todos los indicios, un rey bastante inútil. Ejerció durante la última etapa de la Guerra de los Cien Años y, en lo que Steenackers describe como "uno de los períodos más tristes" de la historia francesa, donde solo dos tercios de Francia pertenecían a Inglaterra y a Borgoña. En cuanto a las finanzas de la nación, Steenackers escribió, "el rey de Francia [las puso] en la casa de empeño". Estaba muy ocupado satisfaciendo su "necesidad de placer" en frenesís de juego, bebida y mujeres que duraban un mes.

Pero tan pronto como Sorel llegó a la escena, el rey era un hombre nuevo. "Carlos VII", continúa Steenackers, "quien, habiendo cumplido los 30 años sin haber entendido ni su situación ni sus deberes, y siendo al parecer destinado a la mediocridad eterna, se revela de la nada y como por arte de magia". Hombres honestos y capaces, todos amigos de Sorel, tomaron roles principales en el parlamento. En un plazo de dos años, Francia recupero su territorio casi por completo.

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"Sorel instó al rey a superar su pereza", escribió el historiador Henri Martin en 1855. "Carlos finalmente se interesó en su negocio y en aplicar su sentido común y su espíritu práctico para escuchar consejos útiles y aceptar, si no escoger, a mano propia, buenos instrumentos de gobierno". De hecho, la contribución de Sorel a Francia fue tan instrumental que algunos historiadores la han ubicado a la par con Juana De Arco.

Pero, por desgracia, no iba a durar. Cuando Sorel murió en 1450, de tan solo 28 años y embarazada con su cuarto hijo, también murió la gloria de Carlos. "Toda la debilidad de su juventud", dice Steenackers, "de repente [se desbordaron] como un torrente y se extendieron en escándalos".

La causa oficial de la muerte de Sorel fue disentería, pero los rumores de envenenamiento difundidos fueron confirmados finalmente por el científico forense Philippe Charlier en 2005. ¿Quién orquestó el envenenamiento? Se cree que fue obra del Delfín (luego Luis XI). El hombre hambriento de poder hizo que la misión de su vida fuera socavar el gobierno de su padre, y Sorel, que prácticamente compartía la corona, se interpuso en su camino.

Es fácil ser seducido por la popular imagen de la Dame de Beauté. Pero, bien sea porque liberó el pezón o no, la primera amante oficial de Francia era mucho más que un "busto y entrepierta", como un autor la describe. Como resultado de su posición controversial, sus errados adversarios, y más que todo, su belleza, Agnes Sore no ha recibido de la Historia todo lo que se merece.

La poesía, por el contrario, le hace más justicia al personaje de Sorel. En The Maid of Orleans de Voltaire, es tanto la celestial Venus como una sabia heroína. Pero quizás lo más apropiado en cuanto se refiere a su poder no honrado de detrás del telón son estas dos líneas de la canción de un viejo soldado francés: "Debemos irnos, Agnes lo ordena… Agnes me da todo el crédito".