Justicia para Barb y otras expectativas que tengo sobre 'Stranger Things'

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Justicia para Barb y otras expectativas que tengo sobre 'Stranger Things'

¡Y que Joyce y el jefe Hopper rompan la burbuja de la tensión de la primera temporada!

Llegué diez minutos antes de las 11 de la mañana a casa de mis amigos Pollo y Sarah. Sarah es una gringa queriendo ser mexicana y Pollo un mexicano que creció queriendo ser inglés. Tenemos muchas cosas en común, una de ellas es que nos encantó Stranger Things y llevábamos meses esperando su regreso.

La segunda temporada en su totalidad fue soltada a las 2 AM hora de la Ciudad de México y medianoche de Los Ángeles, supongo que porque es la última hora del huso horario o esta ciudad es la capital del mundo del entretenimiento. No por nada ahí vive Kate del Castillo.

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Nuestra idea era empezar el maratón a las 11:11 de la mañana por cuestiones de numerología y por Eleven. Tal vez el año que entra la empecemos a las 11:11 con 11 segundos.

La diferencia entre la primera y la segunda temporada de Stranger Things, antes de siquiera ver un capítulo, es que en esta ocasión no nos agarró por sorpresa. El año pasado fue el programa que llegó de la nada para robarnos el corazón al principio y hartarnos a los tres meses de sobreexposición de los niños. Lamentablemente para nosotros y por fortuna para la serie, el mundo nos recordó que hay cosas más importantes por las cuales molestarse que por un programa de televisión. Por esto necesitamos la distracción de una serie que nos invita a encontrar las referencias de una época más sencilla: los 80, donde las películas palomeras aún captaban nuestra imaginación y no pasábamos todo el día en Twitter sobreanalizándolas y esperando noticias de secuelas y universos compartidos.

Los Hermanos Duffer, creadores de Stranger Things, recuerdan aquellos tiempos, cuando sus papás les contaban al respecto, pues son chavitos de los 90 que en vez de estar viendo los Power Rangers y Nickelodeon, se la pasaban encerrados en sus cuartos rezándole al altar de Spielberg, Lucas, Dante y Zemeckis.

El primer episodio se llama 'MADMAX'. De entrada me mama el título, pues hace alusión al clásico ochentero y a Betamax, el formato de las videocaseteras predominantes de la época. Antes de empezar y darle Play, tengo algunas expectativas sobre el show:

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  • El regreso de Barb, un personaje cuya única importancia y repercusión está ligada a la indignación del internet. Los Duffer prometieron justicia para Barb.
  • Que Lucas tenga más importancia en la serie. Y es que no mames, Indiana es uno de los estados con uno de los conflictos raciales más interesantes en los Estados Unidos: por un lado es rural en su mayoría, lleno de gente blanca jugando basquetbol, paralelo a Gary, un suburbio particularmente afroamericano de donde han salido celebridades como Freddie Gibbs, la ex-estrella de la NBA Glen Robinson y un tal Michael Jackson. Lucas tiene que ser más que el Token de esta temporada.
  • Más informes sobre la displasia cleidocraneal (DCC), una condición de la que seguramente la mayoría del mundo ignoraba, pero que Dustin puso en la vanguardia con su inocente sonrisa.
  • Que Joyce y el jefe Hopper rompan la burbuja de la tensión de la primera temporada. Ya estuvo, no mamen.
  • Por el contrario, no quiero indicios de algo entre Eleven con Mike. O Eleven con quien sea, son unos niños, ¿qué pedo?
  • ¿Cuál será el gimmick de las luces navideñas esta temporada?
  • ¿Cuántas pinches referencias nos van a poner en las narices esta vez? En los cortos ya los vimos disfrazados de los personajes de Ghostbusters y jugando Dragon's Lair, la pinche maquinita con animación más realista atrás en el día, pero a la vez más pinche frustrante del mundo, todo musicalizado con "Thriller" de Michael Jackson (canción que de seguro no le salió nada barata a Netflix).
  • El término nerd du jour de este año. La vez pasada fueron los "Demogorgons", en esta ocasión quién sabe cuál será el término arcano virgen que desentierren por cuestiones de credibilidad ñoña.
  • Que sean realistas con su música. Te súper compro el Upside Down. Los Demogorgon. Va, jalo. Lo que sí no te pinche compro es que unos morros de Hawkins, Indiana, (algo así como Santiago Papasquiaro, en Durango, México) escucharan a The Smiths en 1983. No mames, no es como que hubiera internet, tiendas de discos o estaciones de radio colegial. O que el vato escuchara Combat Rock y su canción favorita fuera "Rock the Casbah". No mamen, no.
  • Que no abusen del 84, que es EL AÑO DE LA CULTURA POP. Temple of Doom, Gremlins, Karate Kid, Terminator, Sixteen Candles, Nightmare on Elm Street, Footloose, The NeverEnding Story, Knight Rider, Fraggle Rock, Voltron, SuperFriends, la increíble caricature de Dungeons and Dragons, Cheers, Prince, Van Halen, Billy Idol; los ya mencionados Ghostbusters y Michael Jackson en su ápice absoluto, el anuncio de Mac, Beverly Hills Cop. Si se quieren ver mamones, que ahora este vato, el fotógrafo proto emo escuche a The Replacements.

O en realidad no. Que abusen. Porque ese es el gran placer de Stranger Things. El glorioso exceso. Ese lugar para pasar un buen rato, bien hecho y de corazón. Se vale distraerte un rato después de los últimos meses. Tu fin de semana de helado, cerveza, pizza, comida vegana, fumar mariguana, lo que sea que disfrutes sentado al frente al televisor. Se vale y está chingón. 11:11. Play, a darle hasta que acabe.

Es hora de ver el primer capítulo de los nueve capítulos que componen esta temporada, ahora
de menor duración que la pasada. Todos los personajes regresan, excepto, ya saben quiénes
no, pero que su memoria juega un papel interesante, uno de muchos hilos narrativos bien
resueltos esta temporada. 'MADMAX' en primera instancia hace alusión al clásico de
George Miller, Mad Max, y a Betamax, el formato de las videocaseteras predominantes de la
época. Y lo es. De cierta forma. Pero termina siendo otra cosa, un giro ingenioso. Los personajes
nuevos prometen. Los regresos emocionan. Las referencias siguen siendo medio forzadas, pero
bonitas, unas esperadas y otras no tanto. A los tropos les dan nuevos giros, Hawkins se siente
extraño y a la vez nuevo. Y te sigue enganchando. Y generará conversación de todo tipo. Están
haciendo un retcon —justificándose retroactivamente—, un tropo de la temporada que de por sí
era el más interesante.

Buscar referencias y esperar a quien las cache hace que quieras compartir, que quieras hablar de ellas y recomendar. Y es la experiencia que te cuesta pagar la mensualidad del servicio. Existen dos grandes espectáculos masivos y de gran calidad en la televisión actual en la actualidad: Game of Thrones en HBO y de entrega semanal, y Stranger Things, que invita al maratón en el sofá, el binging y, aunque ambas pueden ser disfrutadas de las dos formas, están creadas con fórmulas específicas. En este caso no quiero parar y sólo tuve que hacerlo para escribir esto porque es mi trabajo, el deber llama. Pero ahora sí ya no paro. La pizza, los porros y los amigos me esperan. Y más importante los últimos ocho capítulos que me faltan de Stranger Things, que, si todo sigue como el primer capítulo, será una gran temporada. A ver que nos depara este destino.

@ChemaSolari