FYI.

This story is over 5 years old.

Cultură

Qué nos dice el pequeño y deforme pene de Hitler sobre la maldad en este mundo

Nos gusta creer que, como en una película de Disney, los villanos son identificables porque tienen una deformidad física.

Hitler frente a un monumento fálico.

Según un libro escrito por los respetados historiadores Jonathan Mayo y Emma Cragie, Adolf Hitler tenía un pene diminuto y deforme y un solo testículo. Quién sabe por qué pero esa información salió en las noticias. Aunque ya sabías, ¿no? Sí, siempre lo supiste. Algo en lo más profundo de tu ser te decía la indisputable verdad de que el pene de Hitler era diminuto y quizá un poco extraño; es uno de esos axiomas naturales que parecen inherentes en la estructura de la realidad. Robar en tiendas es legal si no te atrapan, todos tus amigos te odian en secreto y los genitales de Hitler eran deformes.

Publicidad

Hasta el ejército inglés tenía una marcha llamada "Hitler Has Only Got One Ball" (Hitler tiene un solo huevo). ¿Cómo sabían? ¿Lo vieron? No era necesario; es demasiado obvio. Míralo nada más. Ese bigotito perfectamente delineado lo refleja. Los gestos extraños que hacía con la mano o los pantalones de montar guangos y feos que obligó a usar a todo el mundo. Su deseo de conquistar Europa. Eso no lo haría un hombre que tiene todo bien entre las piernas. Es una teoría reconfortante: la gente hecha mierda tiene ideas hechas mierda; el mundo es un gran lugar, excepto para los hombres con penes pequeños.


Relacionado: Las inquietantes fotos a color del Tercer Reich


Y obvio no sólo es Hitler. Todos saben —pese a no tener otra evidencia más que la redundante, dolorosa y brillante verdad— que pene de Donald Trump es una miniatura. (Por ejemplo, el caricaturista Eli Valley capturó este axioma a la perfección.) ¿Qué clase de persona va por la vida construyendo rascacielos nacos con su nombre escrito en letras que miden tres metros de altura? No necesitamos que Lacan nos explique que el significante siempre es un reemplazo de la potencia de un falo ausente; con ir a la ciudad y ver hacia arriba basta. Esto siempre es muy gracioso; es el mismo tipo de humor con el que vemos a un idiota con 5 mil veces más dinero que tú, presumiendo su Lamborghini por toda la ciudad, y decides que lo hace para compensar otras carencias.

Publicidad

En 2007, Karrine Steffans hizo una lista de todos los raperos con los que había cogido y describía cómo eran sus penes. Tiene sentido: es obvio que Big Boi de OutKast tiene un "pene grande y gordo" y que el pito de Andre 3000 es "largo y delgado". Podemos aplicar la misma lógica con los políticos: es posible asumir que el pene de Tony Blair es largo, delgado y repulsivo como un hilo de espagueti, que el de George W. Bush tiene la forma de un cubo y que el de David Cameron huele a tocino frito. Separarlos de sus pretensiones universalistas es una forma extraña de humanizarlos, como las sátiras pornográficas de la Revolución francesa o el republicanismo inherente en el hecho de que a veces la Reina tiene que usar el baño igual que todos nosotros.

Aunque, por más divertido que sea, no es una buena práctica histórica. Emma Cragie, una de las autoras del libro, se vio forzada a dar una entrevista con el periódico The Independent en la que dejó claro que los registros demuestran que la uretra de Hitler estaba en alguna parte del cuerpo del pene, no que su pene en sí fuera más pequeño de lo normal. Hasta donde sabemos, podría haber sido enorme. Esta disposición, conocida como hipospadias, se describe en el libro como una "problema raro" aunque en realidad es relativamente común: uno de cada 300 hombres lo padecen y en la actualidad no hay millones de personas tratando de tomar a Alemania por la fuerza y conquistar el mundo. Este tema es muy sensible pero parece un espectáculo extraño e increíble: una autora nominado al Carnegie defendiendo públicamente el tamaño del pene de Adolf Hitler.

Publicidad

Relacionado: La creciente industria del alargamiento quirúrgico del pene


Queremos creerlo. Es por eso que los encabezados de los periódicos mencionaban el micropene de Adolf Hitler a pesar de que el libro no decía eso. Dejando de lado las gónadas del Füher, ¿qué nos dice esta fantasía sobre el mundo en el que vivimos? Suena como algo salido de una película de Disney. Los villanos son malos porque tienen una deformidad; es posible identificar a un villano por la cicatriz en su rostro o las verrugas en su nariz. Si el nazismo es producto del micropene de Hitler, entonces todos los miles de personas normales que participaron voluntariamente en el genocidio quedan fuera del panorama. (Y así es como una alarmante cantidad de gente entiende el Tercer Reich: un hombre tuvo ideas aberrantes y muchos se dejaron llevar por estas misma ideas; separan al nazismo de su base en la sociedad de clases y la forma del estado.) Como Jacques Derrida argumentó, la historia de la metafísica occidental se puede ver como la persistencia de la ontología de la "presencia pura", un ser total y completo que está estrechamente ligado con la unidad del pene. Por eso, Derrida llamo "falogocentrismo" a este concepto. El micropene es un daño o una degradación de esta presencia pura; en otras palabras, una alteración de la coherencia fálica se puede interpretar como maldad.

Pero así no funciona el mundo hoy en día. La maldad está en todos lados, dispersa y omnipresente. No sólo en los bancos y en el gobierno; la comida que compramos es mala, nuestra ropa es producto de la explotación de niños en Bangladesh, nuestros teléfonos provocan guerras en África y hacen que los trabajadores salten desde el techo de las fábricas. Nosotros podríamos ser malvados. No hay coherencia. Pero el mini pene de Hitler ayuda a resolver ese problema: restringe toda la fractura y confusión de la existencia en un objeto dañado. Ese circo ético demente y vertiginoso del que tratamos de salir se funde en algo limpio y simple, donde la maldad se puede identificar por medio de los rasgos físicos. Pero en el fondo es algo muy peligroso. Si pasamos demasiado tiempo pensando de esta forma, vamos a llegar a la conclusión de que un cuerpo entero y saludable es bueno, y que cualquier cuerpo feo, frágil o deforme es un contaminante del cual tenemos que deshacernos. ¿Y quién más tenía ese tipo de ideas?

@sam_kriss