Testimonios desde un asilo de ancianos

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Testimonios desde un asilo de ancianos

"¿Sabes qué me hace falta? El whiskey. Acá no me dejan comprar, hace días llegué con una botella y me la quitaron. Menos mal que ya me había tomado la mitad".
María Villasmil
fotografías de María Villasmil

Podemos ser perdonados por pensar que el mundo quiere olvidarse de la vejez. Siempre vemos publicidad sobre mantenernos jóvenes, atractivos y en buena condición física. Es irónico, ya que lo único seguro que tenemos los seres humanos —si es que llegamos vivos, claro está—, es que en algún momento seremos ancianos y cada día que pasa estamos envejeciendo un poco más.

La vejez está relacionada con el final de nuestras vidas, con ser una carga o molestia para alguien. Nuestro cuerpo se deteriora y hasta necesitamos la misma ayuda que cuando éramos bebes.

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Pero, en realidad, envejecer significa que hemos vivido y por lo tanto esa experiencia se convierte en sabiduría. Al llegar a cierta edad adquirimos una capacidad de entendimiento que no existía cuando jóvenes.

Algún día a todos nos tocará esta etapa. Quizás es el momento en que nuestra vida coge algún sentido y nos sentimos completos.

Platicamos con algunas personas del asilo de ancianos San José de la Montaña, en Maracaibo, Venezuela, sobre sus vidas, experiencias, qué les falta por lograr, si aún tienen sueños y si están a gusto con lo que han vivido.

JORGE, 73 AÑOS

Nací en Chile y luego me mudé a Nueva York, donde trabajé ayudando en un asilo de ancianos; después me mudé a Bogotá y me enamoré de una venezolana que se convirtió en la madre de mis hijos. Después de eso vino Lima, y luego nos fuimos a gastar toda la plata que hice a Brasil.

El dólar valía muchísimo para esa época, recuerdo. ¡Y qué mujeres hay en Brasil! Se ve cada cosa que uno no sabe para dónde mirar, todas en bikinis, jamás las vi muy vestidas. Cuerpos hermosos, me enamoraba en cada calle, pero estaba casado. Ya tenía a mi mujer y a mis hijos.

Quisiera volver a hacer publicidad, pero el mundo ha cambiado muchísimo. Tuve una compañía muy grande que en su tiempo se llamó Publicidades Santamaría. Ya a mi edad sé que no sería útil para este mundo.

En Nueva York vi a The Rolling Stones en Manhattan, quizás una de las mejores experiencias de mi vida. Me arrepiento profundamente de no haber aprendido a tocar bien la guitarra o el piano, sé que se necesita mucha práctica y dedicación, si tuviese la oportunidad lo haría. Tonterías mías no haberlo hecho. Mi época en Nueva York es la mejor de mi vida, esa ciudad tiene un misticismo que no conocí en otro lugar.

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Mi esposa murió muy joven, el cáncer se la llevó a mediados de sus 40. Cosas de la vida, supongo. Ella me trató muy bien, siempre estuvo muy pendiente de mí. Esta canción, "Angie" (de los Stones), siempre me recuerda a ella.

¿Sabes qué me hace falta? El whiskey, varón. Acá no me dejan comprar, hace días llegué con una botella y me la quitaron. Menos mal que ya me había tomado la mitad.

ÓSCAR, 90 AÑOS

Si tú mantienes una vida tranquila, como la mía, vas a durar muchos años. Te recomiendo sólo tener una esposa, por eso yo he llegado a 90 años de vida. Una vida correcta, porque si te pones a buscar una novia por aquí y una por allá, la vida te da sólo 35 o 40 años. ¿Acaso conoces a algún hombre con varias mujeres que tenga muchos años? Eso no existe.

Yo era telegrafista, un sistema que utilizaba señales eléctricas para la transmisión de mensajes de texto codificados como los que inventó Morse.

Yo yo le dije a mi hijo que mandara a limpiar dos tumbas. Estos 90 años significan que hoy puedo estar aquí, pero mañana no.

Óscar y su dólar de la suerte.

Quizás no tuve tiempo de hacer muchas cosas porque vivía trabajando, yo recomiendo no hacer eso. No lleven una vida tan estricta como yo, déjense llevar por sus sueños. Jamás me monté en un avión, no viajé, no conocí otros países. Por ejemplo jamás pude hacer cosas como estas que andas haciendo tú, entrevistándonos y platicando con nosotros. Yo hubiese querido hacer eso, pero por andar sentado en una mesa haciendo trabajos que me dieran con qué comer no lo hice.

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¿Sabes qué es raro? Hace poco dije: "Ojalá llegara un periodista pronto para poder contarle cosas sobre mi vida", aunque bueno, a veces no me acuerdo de las cosas. Hasta se me ha olvidado quién es mi hermano, o cosas así.

Me casé con una chica rica, muy bonita, hija de hacendados muy adinerados. Tuve un amigo que trabajaba conmigo y un día me presentó a su hermana y le dije: "Lo siento amigo, pero quisiera tenerlo por cuñado". Lo demás es historia, mi matrimonio fue un fiestón gigante. Tres días enteros de whiskey y música, la gente nunca se fue de la fiesta. Mi suegro pagó todo, lo cual hizo que la fiesta fuese mejor.

MARÍA, 84 AÑOS

Mi esposo tuvo un accidente automovilístico, él era camionero y transportaba cervezas. Después de él no quise conocer a nadie más, ya fue mucho dolor su muerte y no quería pasar por eso de nuevo. Además ahorita todos los hombres son infieles, ya no sirve casarse ni tener una pareja estable. Yo prefiero quedarme sola por eso. ¿Sabes cuánta gente es infiel en estos días? Conozco muchos que tienen más de dos familias.

Nunca me fui de viaje ni conocí otros lugares ya que no me gustaba dejar a mi mamá sola en mi casa. A mí me condecoraron como la reina del ancianato, por eso tengo tantas pulseras y cadenas. Todas son regalos de la gente que viene y vive acá. Tú también puedes bailar conmigo, espera que tome una siesta y tenga fuerzas. Bailar me libera y me hace sentir libre, por eso lo vivo haciendo y lo recomiendo a todo el mundo.

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Pasé toda mi vida planchando, lavando y cocinando. Ahorita envidio a muchas mujeres que ya no tienen que hacer esas cosas, en mi época eso era lo que a una le tocaba hacer y ya. Me hubiese gustado ser doctora, pero creo que eso en mi época no era bien visto. Y ni hablar de cómo se visten las muchachas de hoy en día, con razón hay tantas infidelidades.

Acá siento que no soy estorbo para nadie, yo siempre cuidé a mi mamá y juré que nunca iba a ser una carga para nadie. Por eso me siento tan cómoda acá y de aquí no me saca nadie.

AMELIA, 70 AÑOS

Viví con un hombre, pero nunca me casé. Soy como el gotero, me ha dado de todo: dos infartos, diabetes, pero al menos me queda el cerebro que me funciona de maravilla.

No tuve profesión: limpiaba, lavaba, planchaba y cocinaba muy bien. En ese tiempo las mujeres hacíamos eso y no más.

Siempre iba a la radio y cantaba los boleros de Julio Jaramilloen vivo, con mi hermano en la guitarra, en los programas de Radio América. Me arrepiento de no haber grabado nada, siempre quise grabar pero nunca tuve el valor de entrar a un estudio, era muy nerviosa.

Cuando uno está joven nunca piensa en la vejez, vives tu vida al día y no piensas que vas a envejecer. Me embaracé a los 15 años, ya que no veía razón para esperar tanto. Mi hijo murió en un accidente de tránsito y nunca más quise tener hijos, eso es muchísimo dolor para nosotras.

Él, moreno de ojos azules, quería ser fisicoculturista. Yo saqué mis ojos azules de mi padre y mi hijo los sacó por mí.

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Mi abuela fue un ser humano detestable, nos crió a los golpes y aún tengo heridas en mi cuerpo por las golpizas que nos daba. A mi madre nunca la conocí, ella me abandonó en el campo.

En el pueblo donde yo vivía las mujeres daban a luz en el campo. Mi abuela y mi tía fueron las que me criaron, yo nunca tuve un amor de madre o algo así. Ella me golpeaba con cuero de ganado, zapatos, era todo un desastre. El día que no aguantamos más los golpes, mi hermano y yo decidimos escapar.

Tomamos poca ropa y salimos al campo a media noche hasta llegar a la única carretera que estaba cerca de nuestra casa. Como a las dos horas, un Impala negro se acercó y bajó la velocidad para vernos. Se estacionó y del puesto del conductor se bajó un señor italiano de ojos azules y cabello castaño. Le dijo a su esposa que venía con él, que nos llevarían, ya que teníamos los ojos azules como ellos. Él era dueño de tres estaciones de gasolina y no nos faltó nada al crecer.

RUBÉN, 70 AÑOS

Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.

Siempre leí por placer, pero siento que este poema de Neruda retrata mi vida en Estados Unidos, donde conocí el amor. Mi hermano fue poeta, pero nunca me enseñó a escribir o sobre la poesía, quizás lo llevo en la sangre.

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Viví en Stamford, Connecticut, donde trabajé como ingeniero en computación para Shell. Los 70 fueron una gran época para mí, esas imágenes nunca salen de mi cabeza y al día de hoy las disfruto como si fuesen una película que repito diariamente.

Siempre me arrepiento de no haber escrito algo, y sobre todo ahora que se me olvidan muchas cosas, a veces siento que tengo como anestesia en el cerebro, quizás es la edad o qué se yo. De igual manera te puedo recitar de pies a cabeza Veinte poemas de amor y una canción desesperada sin mirar el libro. Si algún día olvido todo, y lo único que recuerdo son estos poemas, creo que estaré feliz.

Me recuerdan al gran amor de mi vida, ya estamos divorciados, pero en su momento significó algo muy bonito para mí. No recuerdo su nombre, pero de igual forma siempre la encuentro en Neruda.

@diegoaurdaneta