Un psicólogo de la cárcel nos explica cómo trata a los asesinos y a los violadores

FYI.

This story is over 5 years old.

prisión

Un psicólogo de la cárcel nos explica cómo trata a los asesinos y a los violadores

“Mis pacientes me tienen que caer bien, sino no funciona”.

Este artículo se publicó originalmente en VICE Alemania

Uwe Kazenmaier tiene que lidiar con todo tipo de gente todos los días, desde asesinos y violadores hasta criminales violentos. Todos tienen una cosa en común: el Estado alemán los considera tan peligrosos que no sólo tienen que estar tras las rejas sino que también necesitan psicoterapia. Este es el trabajo de Kazenmaier, psicólogo en la institución social terapéutica de la cárcel en Tegel, Berlín.

Publicidad

La práctica de darle terapia psicológica intensiva a los delincuentes violentos se ha implementado desde principios de los setenta, y la idea es prevenir a los convictos de recaer una vez que los liberen. Al parecer ha funcionado, los delincuentes que han tomado terapia tienen tres veces menos probabilidades de cometer otro crimen que otros ex convictos.

El edificio donde trabaja Kazenmaier está separado de la cárcel normal, pero es igual. Sin embargo, los prisioneros que están aquí pueden caminar libremente por los pasillos hasta en las noches, y sus celdas no están cerradas. También, se pueden visitar unos a otros a pesar de que está prohibido oficialmente. "Es interesante para el personal de la clínica ver cómo se comportan, una vez que ya les pusimos un limite claro", me dice Kazenmaier mientras me lleva por uno de los pasillos. "Para ver si alguien se pasa de los limites o no". Su oficina está justo al lado de las celdas de sus pacientes. En cuanto cruza la puerta de su oficina ya está con ellos. Ahí es donde se realizó la entrevista que tenemos a continuación.


Relacionados: Hablamos con reclusos sobre el sexo en la cárcel


VICE: ¿Nunca te han dado miedo tus pacientes?
Uwe Kazenmaier: La mayoría de los terapeutas probablemente te contestaría que no les tiene miedo, pero si respeto. Pero siendo completamente honesto contigo: claro que nos da miedo. Nunca nos enfrentaríamos a ellos. Si tú y yo estuviéramos caminando por el pasillo y de repente cinco de ellos nos quisieran golpear hasta matarnos, nadie nos podría ayudar. No importaría lo rápido que empiecen a sonar las alarmas, los guardias no serían lo suficientemente rápidos. Pero no podría trabajar aquí si me la pasara pensando en eso.

Publicidad

¿Alguna vez has estado en peligro?
Me he sentido amenazado. Hace algunos años atacaron con unas tijeras al ex administrador de la institución aquí en el pasillo. También han atacado a los oficiales. Pero más bien son excepciones. La gente que está aquí no está loca, son criminales. Saben que pueden salir perdiendo.

¿Los delincuentes violentos se merecen recibir terapia pagada por el Estado?
No lo hacemos por los criminales, lo hacemos por la sociedad. Nuestra intención no es hacer a los delincuentes más felices, es hacerlos menos peligrosos. En general esas cosas van de la mano, pero por ejemplo, la relación que tenga alguien con su mamá sólo es relevante si influye en lo peligroso que ese alguien es para la sociedad.

¿Cuánto te tardas en convertir a un criminal en un buen ciudadano a través de la terapia?
Por lo general el tratamiento que se implementa aquí dura tres años. Al principio la gente tiene una mentalidad negativa, a nadie le caen bien los psicólogos. Yo diría que el primer año se trata de conocernos. Y ya después hablamos del delito que los trajo aquí.

¿Les cuesta trabajo a los delincuentes hablar de eso?
Muchas veces primero les tengo que explicar por qué son responsables de sus acciones, hacerlos conscientes de lo peligrosos que son. Muchos se justifican con frases como "me provocaron"; "sólo era un golpe de advertencia"; "el metro estaba tan lleno que lo tuve que aventar a las vías"; o en lo personal esta es mi favorita: "estoy aquí porque me delataron".

Publicidad

Y ya después hablamos de lo que estaba pasando en sus vidas en el momento que cometieron el crimen. Tratamos de encontrar factores de riesgo, influencias externas como el abuso de alcohol o el desempleo por ejemplo, pero también de lo que estaba pasando en su vida personal. Después tratamos de reconstruir sus vidas hasta el punto en que estos factores se minimizan.

¿Cómo logras acercarte a ellos si ellos creen que no necesitan ayuda?
Bueno, muchas veces uso las creencias que tengan. Por ejemplo con los musulmanes, mucha gente de repente se vuelve religiosa cuando llega a la cárcel, entonces utilizo el Corán. Al final, juntos llegamos a la conclusión de que no puedes abrir un negocio o comprarle un regalo a tu hijo con dinero robado porque en el Corán eso lo consideran haram. Está prohibido. Y de repente después ves que algunos empiezan a darle a sus familias sólo el dinero que ganan en la cárcel.


Relacionados: Cómo sobrevivir en una cárcel británica


Hago lo mismo con los neo-nazis, hablamos de las "virtudes alemanas" como la disciplina, el trabajo duro y ser puntual. Esas son maneras de empezar una conversación que logran hacer que la gente te escuche.

¿Hay gente para la que la terapia no vale la pena?
Definitivamente hay gente con la que no puedo trabajar. Especialmente con los ideólogos, como los nazis o islamistas radicales. Unos dicen que sus acciones son yihad, otros que lo hicieron para salvar a Alemania de los extranjeros. También los pedófilos son difíciles de tratar, intentan argumentar que la ley en contra de tener sexo con niños es una construcción social y que es muy diferente en otras sociedades.

Publicidad

Entonces, ¿cómo lidias con eso?
Tienes que ser persistente, repetirles que su sentencia no se trata de eso sino del sufrimiento que causaron, y del niño al que al hicieron daño. Si alguien dice que sólo le dio un "golpe" a la víctima, vemos las fotografías de las fracturas y los hematomas juntos.

¿Qué se siente estar al lado de un asesino?
Por supuesto que sus acciones me parecen horribles pero con el tiempo he aprendido a separar a la gente de sus acciones tanto como puedo. Mis pacientes me tienen que caer bien, sino no puedo trabajar con ellos.

¿En serio? ¿Te tienen que caer bien?
Si, la gente no sabe si de verdad me interesan o sólo estoy fingiendo. Eso no significa que les doy mi número privado, sino que soy honesto con ellos. Si quiero que alguien me respete, tengo que ser mostrar respeto.

Pero, ¿cómo te puede caer bien un asesino o un violador?
Cuando estoy sentado frente a un hombre y veo a través de las cosas que le han pasado en la vida, muchas veces llego al punto donde puedo ver que tuvo experiencias malas. Incluso hasta siento pena por él. Eso no tiene nada que ver con buscar excusas para las acciones que los llevaron a la cárcel, se trata de entender las correlaciones. ¿Cómo es que el niño que fue buleado y golpeado en la escuela se convirtió en un adulto que golpea a otras personas? De alguna manera puedo entender las dos partes, el hombre que cometió esos crímenes horribles y el muchacho por el que siento pena. Pero en algunos casos raros no funciona así, por eso decido no trabajar con algunas personas.

Publicidad

Relacionados: Una boda en la cárcel


¿Te acuerdas de algún caso en el que pasó eso?
Hace algunos años, tenía que trabajar con un hombre que violaba bebés. Yo acababa de ser padre y en ese momento, decidí que no podía trabajar con ese hombre. Pero seis meses después logré trabajar con él.

¿Cómo procedes si alguien a quién dejas en libertad termina recayendo?
Pasa muy seguido, pero yo sigo convencido del valor de mi trabajo. Primero porque son muy buenas noticias cuando un ex convicto ya no comete otro crimen. Pero también porque tiene sus recompensas. Un delincuente que recae le cuesta mucho dinero a la sociedad. Si logro que dos personas al año ya no hagan más daño, ya le ahorré a la sociedad más de mi salario anual. He logrado que 100 personas se vuelvan a integrar a la sociedad y muchos de ellos me llaman y me dicen que están felices de haberme conocido.

¿Hay algún caso en particular que te dio esperanza?
Hace algunos años traté a un neonazi, un líder que era muy conocido en esa escena. Al principio no soportaba nuestras sesiones, pero después la terapia empezó a tener un impacto en él. Un día llegó otro neonazi joven y se empezó a lucir enfrente del paciente más grande y empezó a decir que iba a golpear a otro prisionero. Mi paciente, sólo lo miró y le dijo: "Yo era como tú cuando era más joven. En mi casa mi papá me golpeaba. Después me ponía mis botas y salía a las calles, y otras personas tuvieron que llorar mis lagrimas por mi". Todavía se me eriza la piel cuando me acuerdo. No era precisamente un hombre culto pero eso le salió del alma.

¿Qué es lo más importante que has aprendido de los delincuentes violentos durante tu tiempo en la cárcel como terapeuta?
Que no son tan diferentes a los demás. Muchas de sus acciones no están tan lejos de lo que haría cualquiera de nosotros si estuviéramos en situaciones similares. La pregunta que se ha quedado conmigo todos estos años es: ¿qué me hace ser diferente a ellos? Si pierdo mi trabajo, por un accidente de coche de camino al trabajo y luego encuentro una nota de mi esposa en la mesa de la cocina diciendo que se llevó a los niños y todos los muebles a casa de su madre, ¿podría aguantar algo así? ¿Cuánto soy capaz de aguantar?