Guerrilleras, abogadas y artistas: 8 mujeres del 68
Ilustración por @aca_ibanez.

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A 50 años del 68

Guerrilleras, abogadas y artistas: 8 mujeres del 68

"Después de ese día no volvió a ver a nadie más con los que iba a las marchas, sus padres le prohibieron asistir o hablar de eso, le decían que en esa casa jamás se mencionaría algo respecto al 68."

Artículo publicado por VICE México.

La historia la contaron ellos, pero ellas estuvieron involucradas. No se puede entender una sociedad representada sólo por hombres. Muchos menos menos intentar recordar un movimiento social tan grande como lo fue el del 68 sin ellas: mujeres activistas, mujeres que no se quedaron en casa, mujeres en busca de sus esposos, de sus hermanos e hijos, mujeres que repartían panfletos.

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Ellas también estuvieron ahí, mujeres que desafiaron la inercia de las normas y abrieron el espacio público a nuevas generaciones al construir un proceso histórico femenino importante en la toma de decisiones políticas y sociales. Ellos, pero también ellas, se apropiaron de las calles en busca de un cambio.

A 50 años del movimiento estudiantil de 1968, aquí recordamos algunos de los nombres de aquellas mujeres que desde su trinchera tuvieron una participación activa. No hay que dejar en anonimato a todos estos personajes femeninos que tuvieron un gran papel en el movimiento de 1968 en México.

Aunque hay muchos más nombres que todavía no conocemos, no olvidamos. Lee los logros de estas mujeres abajo.

Ana Ignacia “La Nacha” Rodríguez Márquez, 24 años

Estudiante de la Facultad de Derecho en la UNAM.

Ignacia Rodríguez era parte del Comité de Lucha de la Facultad de Derecho, era parte de la sección de finanzas y se encargaba de conseguir los materiales para las actividades que hacían las brigadas. La primera de sus tres detenciones fue el 18 de septiembre cuando el Ejército entró a Ciudad Universitaria. Ahí, fue detenida con otras 41 mujeres en la penitenciaría de Lecumberri. Su delito, según su ficha carcelaria fue el de “agitadora”. Después de eso decidió unirse formalmente al movimiento.

Trabajó como brigadista e informaba a la gente de lo que sucedía en el movimiento. Nunca se quedó callada. El 2 de octubre acudió a Tlatelolco junto al Comité de Lucha de la Facultad de Derecho y recuerda estar frente al edificio Chihuahua cuando vio un brazo con guante blanco que le tapó la boca a David Vega, el último orador. Ahí fue cuando comenzó la ráfaga de balas, la incertidumbre y el caos. Ese día logró salir con vida pero al siguiente día la detuvieron. Pasó dos semanas detenida cuando la liberaron, no sin antes advertirle que se fuera de la ciudad porque si no la matarían.

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Para una entrevista con Proceso La Nacha comentó que “Era triste ver cómo los medios de comunicación celebraban la medalla de oro del ‘Tibio’ Muñoz, mientras nadie se acordaba de tantos muertos”. Al regresar, en los primeros días de enero del 69, la secuestró la policía secreta junto con un compañero. La acusaron de 10 delitos, 8 de ellos comunes y dos políticos por sedición e incitación a la rebelión. La Nacha entró por tercera vez a prisión el 13 de enero de 1969 y salió hasta el 24 de diciembre de 1970. En la misma entrevista, comenta que “En 1968 las mujeres adquieren el carácter de participación política al igual que los hombres. Ellas también fueron a plazas, mercados, fábricas, autobuses y camiones informando, porque la prensa estaba vendida. Nos tocaron golpes, corretizas y sustos, lo mismo que a ellos. Sin embargo, tanto algunas mujeres como las brigadas han quedado en el anonimato y, por lo tanto, no han sido resaltadas en la magnitud que merecieran tener”.

Lucía Castillo Luna, 23 años

Estudiante en la Escuela Nacional de Medicina Veterinaria y Zootecnia, en Ciudad Universitaria.

Lucía era parte de los comités de lucha, participaba como brigadista cuando fue la toma de CU por parte del Ejército el 18 de septiembre de 1968. El Consejo Nacional de Huelga (CNH) se preparaba para hacer una reunión en el auditorio de la Facultad de Medicina cuando de pronto llegó el Ejército. En una entrevista para Milenio Lucía narra cómo a ella y a otras cinco compañeras las subieron a una tanqueta y las tuvieron en una casa en construcción por cinco días.

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Hasta el sexto día que las liberaron lejos de la Ciudad de México pudo regresar a su casa. No estuvo presente en la manifestación que convocó el Consejo General de Huelga en Tlatelolco. Su estado emocional después de su liberación no se lo permitió, pero Lucía siguió la lucha sin estar presente.

Roberta “La Tita” Avendaño, 25 años

Estudiante de la Facultad de Derecho en la UNAM.

Antes de entrar a la UNAM, La Tita estudió en la Escuela Normal de Maestros. Desde 1966 fue brigadista en las acciones de protesta que lograron la caída del rector Ignacio Chávez. Para el año del movimiento estudiantil de 1968, La Tita era una de las pocas mujeres en el Consejo Nacional de Huelga (CNH) y parte del comité de Finanzas de la Facultad. Sus compañeros siempre la atacaban diciendo que “la Facultad debería estar representada por un hombre. Por un orador”. Antes del 2 de octubre del 68, sus labores consistían en hacer las brigadas que consistían en entregar volantes y explicar la situación tanto del país como de los estudiantes.

El 2 de octubre, ella estuvo ahí junto con La Nacha. Ambas lograron escapar de un desenlace trágico pero al día siguiente de la matanza en Tlatelolco fue detenida. Junto a Ana Ignacia fueron llevadas a Santa Martha Acatitla donde pasaron ahí dos dos años —aunque su sentencia fue de 16 años— acusada por delitos falsos como homicidio, ataque a la autoridad e invitación a la rebelión. Aún en prisión La Tita representaba a sus compañeros como abogada. Tras su liberación, La Tita se convirtió en profesora normalista y docente del CCH Oriente hasta el día de su muerte en agosto de 1999. Antes de morir publicó su libro “Testimonios de la cárcel. De la libertad y el encierro”.

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Luz María Aguilar Térres, 16 años

Activista preparatoriana.

Esta estudiante de preparatoria cuando comenzó a involucrarse en el movimiento estudiantil de 1968. Fue brigadista y sus labores consistían en informar a la gente sobre lo que estaba pasando, además fue representante del Comité de Lucha y tiempo después formó parte del Consejo Nacional de Huelga (CNH). Luz María también estaba involucrada parte de la redacción de un periódico independiente que explicaba conceptos marxistas y escribía sobre movimientos obreros.

El 2 de octubre ella apenas se dirigía al mitin cuando le alertaron de la matanza que ya estaba ocurriendo. Después de 1968, ingresó a la Facultad de Economía en la UNAM y ese fue el inicio de una lucha que duraría toda la vida pues en 1971 también vivió otras represiones contra los estudiantes como el “Halconazo”. Ese mismo año, cansada de esta represión, se integró al movimiento de “Los Guajiros”, una guerrilla del estado de Chihuahua encabezada por Diego Lucero Martínez. Luz, que fue activista y guerrillera desde temprana edad aún afirma que se habla poco de la trascendencia de la mujer en la lucha contra la opresión.

Adela Salazar de Castillejos

Madre de dos estudiantes y abogada.

Ella no era estudiante ni líder estudiantil, pero fue detenida el 18 de septiembre de 1968 en Ciudad Universitaria cuando fue a buscar a sus hijas. Adela era conocida por participar en movimientos de izquierda, ella junto a su esposo Armando Castillejos participaron en el Movimiento de Liberación Nacional creado por Lázaro Cárdenas para la defensa de la revolución cubana y fue una parte muy importante de la revolución sexual de los sesenta. Adela era abogada y activista laboral, se dedicaba a defender sindicatos de obreros independientes y defendía a trabajadores de grandes corporaciones.

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Estuvo detenida en Santa Marta Acatitla junto a Roberta Avendaño, Ana Ignacia Rodríguez y Amada Velasco. La Nacha aún la recuerda como una mujer de carácter y capacidad de mando. En una entrevista para La Jornada, su hija Margarita Castillejos, comenta que hasta en la cárcel puso el orden con todas las presas. Les enseñó a leer, limpiar su celda y cuidarse a ellas mismas, además, aún dentro de las celdas, las ponía a estudiar, les daba libros para no perder el tiempo.

Tras su liberación siguió siendo parte de la defensa de los sindicatos independientes y ganó tres veces el Premio Nacional de Periodismo por artículos de fondo. Adela Salazar fue pieza importante no sólo en el movimiento estudiantil del 68, sino en muchos otros movimientos que luchaban en contra de la represión. La abogada laboralista murió en junio de 2015.

Adriana Corona Vargas, 18 años

Activista preparatoriana.

Adriana pudo salvarse de lo ocurrido el 2 de octubre en Tlatelolco. A pesar de haber sido alertada de una fuerte represión, ella junto con otras personas salió a manifestarse. Para ella era importante salir a las calles a exigir que el país dejara de ser “autoritario, represivo, tradicionalista y muy machista”.

Ese 2 de Octubre al doblar la esquina de la Plaza de las Tres Culturas vio el inicio de la balacera y corrió. A los 18 años se hizo parte de la Liga Espartaco una agrupación de izquierda en la preparatoria y desde ahí sus ideales comenzaron a cambiar, se hizo más consciente de luchar por conseguir justicia en un país desahuciado.

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Antes del 2 de octubre Adriana era representante de la Preparatoria 6 de la UNAM, así como parte del Consejo Nacional de Huelga, lo que le permitía participar en asambleas generales, brigadas y “boteos” —recaudamiento de dinero—. Ella, como muchas otras mujeres salían a hablar con la gente y ponerla al tanto de la situación. Para una entrevista con Cimacnoticias, Adriana comenta que “como mujer siempre fue más difícil participar, y que algunas de sus compañeras tenían incluso que escaparse de sus casas, mentir a sus familias, y hasta disfrazarse para poder participar en el movimiento”. Tiempo después se centró en la educación y comenzó a dar clases para después ser profesora oficial de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN).

Para Adriana Corona, como para muchas mujeres este movimiento derribó puertas para las mujeres pues tuvieron una participación más pública y de manera masiva pero cree que lo más importante es que a partir del 68 las mujeres vieron de gran importancia terminar sus estudios superiores.

Rina Lazo, 43 años

Pintora guatemalteca.

Esta pintora es conocida como la última gran muralista. Discípula de Diego Rivera, Rina Lazo junto con su esposo Arturo García formó parte del Partido Comunista de México. Ella no estuvo involucrada directamente con el movimiento estudiantil, pero como activista no necesitaba estar presente en las marchas y mítines para saberse parte de un movimiento inconforme contra un gobierno represor.

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El mismo día de la toma de CU fue detenida en su casa para ser llevada a la prisión de Santa Marta Acatitla. Al igual que otros presos del 68 fue acusada por delitos falsos. Estando ahí siguió dibujando, estaba en ella hacer arte que hablara de la situación del momento, del contexto, un arte revolucionario.

Antes de ser detenida, la pintora guatemalteca estaba trabajando en el mosaico del Metro Insurgentes. Después de su liberación —y cuando se inauguró la estación Insurgentes en 1969— vio su proyecto realizado, pero sin crédito correspondiente, le explicaron que era imposible hacerlo porque ella había participado en el movimiento del 68. Hasta la fecha, no se le reconoce a Rina Lazo la autoría del diseño del Metro Insurgentes.

Cecilia Naranjo, 15 años

Estudiante de la vocacional 7.

Cecilia vivía un ambiente más duro desde su casa, de familia conservadora y religiosa en su casa le prohibían hablar de movimientos estudiantiles, de revoluciones, de rebeliones. Estudiaba en la vocacional número 7 que se ubicaba en Tlatelolco y desde ahí apoyó el movimiento estudiantil después de la infiltración de policías en las vocacionales hasta que tuvo que estuvo internada en el Hospital “La Raza” por una herida en un pulmón.

El 2 de octubre no pudo acudir a Tlatelolco pero “ella cuenta, que desde su habitación se oyen los balazos y se ven los destellos de luz en el cielo”. Después de ese día no volvió a ver a nadie más con los que iba a las marchas, sus padres le prohibieron asistir o hablar de eso, le decían que en esa casa jamás se mencionaría algo respecto al 68. Tiempo después se graduó como economista y se convirtió en maestra del Instituto Politécnico Nacional.


Otros grupos de mujeres como la Unión Nacional de Mujeres Mexicanas y las estudiantes de teatro de Bellas Artes son mujeres que a veces olvidamos pero también estuvieron en la lucha. Estas organizaciones decidieron no quedarse conformes con la situación de sus compañeros y comenzaron brigadas. Las estudiantes de teatro, por ejemplo realizaron happenings y otro tipo de actuaciones para concientizar a las personas e informarles sobre lo que pasaba. Formaron brigadas artísticas utilizando sus aptitudes y lograron que mucha más gente pudiera enterarse de la contienda política que otros estudiantes llevaban. Por otro lado, la organización de la Unión Nacional de Mujeres Mexicanas (UNMM) marchó el 30 de septiembre de 1968 para exigir la liberación de los presos políticos y el cese de represión. Este organismo nació en 1964 en un congreso de unidad femenil. Fue en ese momento donde un grupo de mujeres decidió que quería mejoras las condiciones de vida de la mujer mexicana y lucharían por ello buscando la igualdad de género y de oportunidades.

Eufrosina Rodríguez, Ana María Teuscher Krüger, Agustina Matus Campos, Mika Seeger y —como se lee en el Monumento a los Caídos en la Plaza de las Tres Culturas— “muchas otras compañeras cuyos nombres y edades aún no conocemos’”. Todas estas mujeres formaron parte del movimiento que cambió paradigmas en el comportamiento y perspectiva hacia la mujer en el sentido más político y social. La participación de las estudiantes, las madres, las hijas, hermanas, brigadistas. La participación de la mujer en las manifestaciones, en las asambleas, en las corretizas, en las cárceles, en los “boteos”, en la entrega de boletines, en pintar las calles con sus consignas. La mujer conoció nuevas realidades en su propio espacio, rompieron estereotipos —por ellas, para ellas, con ellas— y reclamaron un lugar, o al menos un país, más significativo.