Cosas de tu mejor amigo que odias en secreto

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Cosas de tu mejor amigo que odias en secreto

Platicamos con algunas personas cercanas para preguntarles las cosas de sus amigos que odian en secreto. Pero estas historias no tratan de nosotros. O eso creemos.

Tener un mejor amigo es lo mejor. Claro, tienes familiares pero a veces esas personas pueden ser insoportables. Los mejores amigos son lo ideal para todo: embriagarte en la semana o simplemente para mantener lejos el frío y la oscuridad.

A diferencia de tu familia, a tu mejor amigo lo escoges —o se encuentran— pero eso no significa que esta persona que conoces mejor que cualquier otra en el mundo no sea capaz de volverte loco a veces. Enfrentar la peor faceta de tu mejor amigo puede llenarte de una clase muy particular de ira, un sentimiento que con frecuencia viene acompañado de amor incondicional. Platicamos con algunas personas cercanas para preguntarles las cosas de sus amigos que odian en secreto. Pero estas historias no tratan de nosotros. O eso creemos.

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"Su saliva me da náuseas"

No soporto los pequeños defectos y tics conductuales. Odio que la gente se truene los dedos o respire con dificultad cuando no está haciendo ningún esfuerzo físico. Mi neurosis diaria me vuelve loco y me convierte en una persona irracionalmente hostil. Pero hay una persona a la que le aguanto todo: mi mejor amigo.

Cuando tenía 13 años de edad y llevaba pocas semanas de conocerlo, noté que cuando me estaba tratando de explicar cómo armar una baraja invencible de Magic, se le escurrió una gota de saliva por la comisura de su boca. Incluso ahora que estoy escribiendo esto, se me revuelve el estómago cuando lo recuerdo.

Esa gota de saliva estaba ahí cuando se dio cuenta que quería dejar a su novia un año después de que se fueron a vivir juntos, estaba ahí cuando sus padres decidieron no divorciarse y cuando me dijo que estaba bien no saber qué quiero hacer con mi vida. Siempre está ahí y siempre me da asco pero nunca lo menciono. Siempre voy a estar ahí para mi mejor amigo, así como su horrible gota de saliva.

G.

"Me tocó ser Mel C. Yo odiaba a Mel C."

Cuando tenía entre 10 y 11 años de edad, descubrí que no podía confiar en mi mejor amiga. Había cinco chicas en nuestro salón y un día decidimos que queríamos imitar a las Spice Girls. Mi mejor amiga y yo juramos apoyarnos en quiénes queríamos ser: Geri para ella y Mel B. para mí. 'Todo o nada', dijimos. Pero el día en que decidieron quién iba a ser quién, me enfermé y no pude ir. Cuando regresé a la escuela, me avisaron que me había tocado ser Mel C. y que mi amiga no objetó. Yo odiaba a Mel C.

Después de eso pasaron muchas cosas similares. Cuando estamos juntas, todo es perfecto, podemos hablar por días y compartimos todo. Pero cuando no estamos juntas es cuando hay molestias. Ella es el tipo de persona que, en 2016, se queda sin crédito. No llega a sus citas y se hace la muerta cuando trato de contactarla. Dice que va a ir a mi casa cuando me siento sola o triste pero se le olvida en un rato.

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Se lo he dicho en varias ocasiones pero ella no cree que sea tan malo y siempre nos reconciliamos. Ella es la persona más serena y calmada que conozco. Quizá por eso a veces me saca de quicio. Aunque creo que esto tiene más que ver con mi ansiedad que con nuestra relación. He aprendido a detectar los momentos en los que no puedo confiar en ella y a bajar mis expectativas. Por ejemplo, con este artículo: le comenté de esto hace una semana y le pregunté si quería participar. Ella se veía muy emocionada. La fecha de entrega fue hace cuatro días y aún no me ha mandado nada. Por suerte, yo también tenía una experiencia qué contar.

A.


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"Él es el pendejo snob promedio"

Mi mejor amigo es egocéntrico. Es el pendejo snob promedio con el que nadie quiere hablar. Es como Matt Damon en Good Will Hunting sólo que menos musculoso. Pero llevamos mucho tiempo siendo amigos y es muy honesto conmigo, al punto en que duele. No le molesta decirme que mi último artículo fue una mierda y que mi atuendo es "lo más ridículo que ha visto desde la época del post punk". Yo también soy muy directo pero hay algo que no puedo decirle: odio que sea tan egocéntrico y que me obliga a ser el que escucha y asiente con la cabeza todo el tiempo. Me encanta platicar con él, solamente creo que sería sano cambiar de tema de vez en cuando.

Vivimos a dos cuadras. Cuando no estoy en su casa o él en la mía, nos vemos en un bar. Tomamos y hablamos sobre sus problemas, sobre la chica que lo decepcionó, sobre su terapeuta, sobre el libro que está leyendo o sobre su trabajo. A veces trato de meter un nuevo tema a la plática y me sigue la corriente por un rato pero siempre encuentra la forma de hacer que la conversación vuelva a girar en torno a él y a su vida. Es una habilidad increíble. No se lo puedo decir por dos razones: una, no quiero lastimarlo. Y dos: me encanta hablar con él.

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L.

"Critica cada movimiento que hago"

Desde niño tengo un amigo íntimo que se convirtió en un competidor agresivo. Siempre me retaba a participar en cosas que yo no quería. Mi relación con las competencias es muy complicada: me cansan, me dan flojera y me ponen triste. En general no soy un individuo competitivo pero con este amigo siempre termino en situaciones donde parece que vale la pena competir por todo. Y si no puede crear un reto con algo, critica todos mis movimientos. ¿Le gusto a una chica? Entonces es fea o es una maldita. ¿Me gusta una chica? Entonces él la invita a salir.

Una vez se pasó tres horas tratando de convencerme de que mi cabello largo se veía horrible porque no era los suficientemente ondulado, al menos no como el suyo. Al día siguiente me corté el cabello. A veces es mejor dejar de pelear y rendirse.

N.

"Mi mejor amigo se la pasa tratando de ponerme pacheco"

No soy una persona muy activa. Me gusta hacer cosas pero siempre estoy cansado. Es por eso que mi relación con la mota es medio complicada: me gusta fumar pero sólo cuando estoy en casa, con galletitas listas y una cama caliente esperándome. Mi mejor amigo sabe perfectamente cómo soy y a pesar de ello se la pasa tratando de ponerme pacheco cuando yo no quiero.

Él no es el clásico amigo pacheco. Es muy animado y extrovertido, pero le encanta la mota. Y está bien. Solo que cree que la mota es un símbolo de estatus, más que el alcohol. Y cambia mucho cuando fuma. Cuando salimos, siempre terminamos buscando cannabis y después ya no estamos en el mismo canal: yo ebrio, él pacheco, y mientras trata de hacerme fumar, la pregunta es quién va a caer primero.

La última vez, acabamos en esa misma situación en un bar al otro lado de la ciudad. Él insistía en que me diera un toque y como me cansé de decirle que no, acepté. Mala idea. Diez segundos después, ya estaba muy pacheco y lo único que quería hacer era acostarme. Pero justo en ese momento, a él le pasó lo mismo. Se desmayó y se cayó al piso. Caminé torpemente hacia él, me senté a su lado sobre la pista de baile y esperé a que se recuperara. Traté de cuidarlo pero, como me sentía tan mal, cuando despertó, yo ya me había quedado dormido".

F.