Lo que aprendí trabajando en un casino ilegal
Foto de Whekevi / Pixabay / CC0 Public Domain

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Lo que aprendí trabajando en un casino ilegal

He oído conversaciones de clientes planeando robos a mano armada.

Este artículo se publicó originalmente en VICE Países Bajos.

Todo empezó cuando mi prima, que trabaja como crupier, me ofreció un trabajo a tiempo parcial. Su padre, un gran aficionado a las apuestas desde hacía años, había decidido montar torneos ilegales por su cuenta y buscaba azafatas.

Mi tío siempre ha sido un poco sombrío, con su enorme bigote negro, sus gafas de aviador y un enorme reloj resplandeciente en la muñeca, por lo que el papel de director de un casino ilegal le iba que ni pintado.

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Por aquel entonces yo tenía 19 años y la idea de trabajar para mi tío me pareció estupenda. Además, mi prima me había comentado que se podía llegar a ganar mucho dinero sin esforzarse demasiado. Tras una breve formación impartida por mi tío, empecé a trabajar.

El primer día estuve como crupier en un lujoso hotel de playa, inaugurando un torneo en el que participaban un montón de reputados jugadores de póker. Estaba tan nerviosa que no tardé mucho en cometer mi primer error de novata repartiendo las cartas equivocadas con las manos sudorosas. Afortunadamente, el resto de la velada discurrió sin incidentes.

La gente que acude a estos casinos también es de lo más diversa: desde ludópatas desaliñados y con cara de enfermos a señoras elegantes con carlinos y bolsos Louis Vuitton

Mi tío también dirigió su propia casa de apuestas ilegales durante un tiempo. Aquí, en los Países Bajos, hay varias de ellas, todas muy distintas unas de otras: lo mismo puedes pasar la noche apostando en un cobertizo en el que te ofrecen cacahuetes y una cerveza como jugar en un ático de lujo, disfrutando del mejor caviar y la compañía de unas chicas.

La gente que acude a estos casinos también es de lo más diversa: desde ludópatas desaliñados y con cara de enfermos a señoras elegantes con carlinos y bolsos Louis Vuitton.

Imagen por Unsplash vía Pexels | CC0

La casa de apuestas en la que suelo trabajar es un antiguo almacén reconvertido cuyo aspecto exterior no delata la actividad que hay en su interior. Su clientela está compuesta principalmente por otros propietarios de casinos ilegales, dueños de "coffeeshops" holandeses y jugadores de póker profesionales.

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La mayoría de los propietarios de este tipo de casinos son gente que ha ganado una fortuna con dinero sucio. Muchos de ellos proceden del mundo del crimen y se ganan la vida vendiendo droga durante el día y regentando estos locales por la noche.

La casa de apuestas en la que suelo trabajar es un antiguo almacén reconvertido cuyo aspecto exterior no delata la actividad que hay en su interior

Los trabajadores de estos locales, por el contrario, suelen ser estudiantes que quieren sacarse un dinero extra, como yo. Mis turnos de trabajo son bastante largos —de 19:30 a 11:30 del día siguiente— y gano una media de entre 290 y 530 euros por turno, más propinas. Durante mi pausa, cuando los clientes están completamente centrados en el juego y no necesitan nada, me voy a un rincón tranquilo del local y aprovecho para estudiar.

Casi siempre trabajo para mi tío, aunque si estoy disponible, a veces cubro turnos en otras casas de apuestas. Como azafata, eres propiedad de la casa, por decirlo de algún modo. Hago el mismo trabajo que el de una camarera: procurar que los ceniceros estén siempre vacíos y los vasos llenos. También doy conversación a los clientes, para hacer que se sientan cómodos y disfruten. Como tengo el título de masajista, a veces también doy masajes por 50 euros.

Los trabajadores de estos locales, por el contrario, suelen ser estudiantes que quieren sacarse un dinero extra, como yo

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Una vez incluso arreglé una cita con una prostituta para un cliente. Nunca hago preguntas a los clientes sobre su vida privada, aunque con algunos tampoco hace falta. Hay un cliente habitual de casi 90 años que tiene una novia más joven incluso que yo. Le encanta alardear de buena forma sexual y de lo rico que es mientras da caladas a un puro enorme.

En las casas de apuestas ilegales no hay límites máximos de apuestas, por lo que los clientes gastan mucho más de lo que gastarían en locales normales. Es fácil detectar a los tramposos: suelen trabajar en pareja y se comunican mediante señales muy sutiles. Si veo que están intentando desplumar a la casa, llamo a mi jefe, pero solo si estoy totalmente segura. Es una acusación muy grave.

Hay un cliente habitual de casi 90 años que tiene una novia más joven incluso que yo. Le encanta alardear de buena forma sexual y de lo rico que es mientras da caladas a un puro enorme

Este tipo de locales suele ser un imán para personas con problemas de ludopatía y deudas enormes que ya no son bienvenidas en los casinos legales. El responsable de la casa lleva la cuenta de lo que debe cada cliente. El que no paga recibe una visita en su casa para cobrar la deuda. Si aun así no paga y no surten efecto las amenazas o la violencia, se llevan el coche o algo de valor de sus casas en compensación.

Procuro no prestar atención a las conversaciones de los clientes sobre sus actividades delictivas —cuanto menos sepas, mejor—, pero a veces es muy difícil hacer oídos sordos a todo lo que se dice. He llegado a oír conversaciones de clientes planeando el robo de una gran cantidad de cocaína.

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Este tipo de locales suele ser un imán para personas con problemas de ludopatía y deudas enormes que ya no son bienvenidas en los casinos legales

Las peleas también son bastante comunes. Una vez, estaba trabajando en un torneo de póker y dos jugadores se enzarzaron en una pelea después de que uno de ellos le dijera al otro que su hija era "una zorra". Habría unas cien personas en la sala, pero nadie movió un dedo para separar a los dos hombres. Cuando pasan cosas así, todo el mundo se hace el loco.

Todo el mundo menos el dueño de la casa, que generalmente solo impone una regla: que no le destrocen nada. Los jugadores que han ganado mucho dinero también son víctimas habituales. Me contaron que una vez, alguien que había ganado 20.000 euros fue atracado por unos tipos armados con AK-47 en cuanto puso un pie fuera del casino.

Una vez, estaba trabajando en un torneo de póker y dos jugadores se enzarzaron en una pelea después de que uno de ellos le dijera al otro que su hija era "una zorra"

Una vez tuve una cita en un casino ilegal en Dordrecht, una ciudad en el oeste de los Países Bajos, y la policía hizo una redada en el local. El pánico se apoderó de la gente y todo el mundo intentaba huir. Uno de los clientes intentó saltar por una ventana, se rompió una pierna y fue arrestado. La policía confiscó todo el dinero e interrogó a los detenidos.

Como visitante, pueden multarte con hasta 7.200 euros solo por estar allí, pero a los propietarios de los casinos a veces les hacen pagar el beneficio obtenido esa noche, que a veces asciende a los 500.000 euros.

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Me contaron que una vez, alguien que había ganado 20.000 euros fue atracado por unos tipos armados con AK-47 en cuanto puso un pie fuera del casino

Lo que peor llevo de mi trabajo es cuando los clientes me acosan, porque lo denuncio y me dicen que me vaya. Para los propietarios, el cliente siempre tiene razón. Una vez estaba trabajando en la parte trasera de un restaurante muy pijo. Nada en la parte de delante hacía sospechar que hubiera un casino ilegal detrás en los que la gente apostaba cantidades ingentes de dinero. Uno de los clientes, que había estado montando follón toda la noche, de repente empezó a toquetearme.

Lo que peor llevo de mi trabajo es cuando los clientes me acosan, porque lo denuncio y me dicen que me vaya. Para los propietarios, el cliente siempre tiene razón

Le dije que me quitara las pezuñas de encima y el dueño del casino no solo me echó inmediatamente, sino que llamó al propietario de otro de los locales en los que solía trabajar para decirle que debería plantearse si seguir contratando mis servicios porque no me mostraba lo suficientemente amable.

Pese a todo, es un trabajo entretenido. A mi novio le gustaría que lo dejara, pero no quiero. Nunca tengo problemas de dinero, puedo irme de vacaciones a sitios caros, comprarme un coche nuevo y ropa cuando quiera o hacerle regalos a mi novio de vez en cuando. Además, el dinero también me vendría muy bien si queremos ampliar la familia.

Se ha cambiado el nombre de la entrevistada para preservar su anonimato.

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