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Post-identitario

Soy hombre y mujer, soy queer

Aunque muchas pueden odiarlo, sí existen las mujeres con pene.

El problema con los estándares preestablecidos es que hay demasiados. Como estudiante de física y econometría, ya debería de estar acostumbrada a vivir una vida con desviaciones de lo establecido como "normal", pero la realidad es que aún me topo con una vida de hall y no de habitación.

El tema de lo que se espera de cada quien da para un largo discutir. ¿Sabían que entre la comunidad LGBT hay un patrón en que los chicos y chicas homosexuales se esfuerzan el doble por ser sobresalientes para compensar la decepción causada a sus familias al salir del clóset? Vaya modo de arruinar una vida de logros, psicoanalistas.

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Yo ya voy como por mi tercera salida de clóset, así que me vale, aunque me han preguntado mucho por qué me identifico como "post-identitaria" —válgame esa frase—. Depende de la audiencia, pero mi sistema real de vida, hoy, es Queer. Ahí les va por qué. Póngase el saco el que quiera, pero no se tomen mi definición de los "roles" tan en serio.

La realidad en la que Ophelia es heternormativa

Tengo novia. Le digo que es mejor si tenemos una relación normativa, monógama y dedicada. Ella vive una vida libre desde hace años y el hecho que quiera entrar conmigo a este tipo de compromiso es de esas cosas que me tocan el corazón y me dan un empuje para dedicarle mi amor.

Pero, ¿cómo es que mi vida es más fácil de entender cuando estoy en pareja? No sobra el que se acerca y me habla de un futuro matrimonio, vida en conjunto o hijos. Bueno, creo que la heteronorma es bastante conocida por todos. Y por el mero hecho de que mi pareja sea mujer, sin definir algún rol sólido —ella es el hombre de la relación—, válgame otra frase absurda, pues creo que aquí no encajo.

La realidad en la que Ophelia es homonormativa

Tengo amigos gays que ya de plano me dicen que perdieron la cuenta de cuántas parejas han tenido. Los entiendo. Qué envidia esta homonorma.

Habrán los que sí se inscriban a la vida en pareja, pero yo aprendí hace mucho tiempo que si quiero impresionar a uno de mis amigos gay, sólo les tengo que decir: "mi novia es mi segunda pareja los últimos tres años".

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Esta homonorma suena súper divertida pero realmente no me atrae y pues, dado que no poseo pedigree lésbico y no soy un chico gay, aquí tampoco encajo.

La realidad en la que Ophelia es transnormativa

Boudoir en México.

Mi favorito. De nosotras las chicas trans muy a menudo se espera que nuestro máximo de imagen sea alguien del tipo de RuPaul. Digo, dejando de lado los que asumen que soy sexoservidora. ¿Cuántas veces imaginan que me ha dicho alguien de la comunidad trans que ya voy "en equis paso" de la transición? Como si fuera algo lineal.

Mi favorito es cuando me preguntan por qué no me feminizo más —hablando de cirugías por supuesto—. Más de una chica trans me dicho que "las cejas oscuras con el cabello claro no es de chicas". ¿Perdón?

Y la verdad es que me topo con que ser trans para muchas en la comunidad da un estándar de cómo ser mujer, creo yo, potencialmente visto desde el punto de vista masculino.

Yo no lo vivo así. No busco ese estándar femenino de ser la súper Barbie, aunque las chicas trans piensan que fallo en no querer serlo. Así que no, aquí tampoco.

La realidad en la que Ophelia es Hombre

No quisiera. Pero después de 28 años de vida masculina todavía hay algunas cosas que realmente hago como hombre, ¿y? Pero bueno, aquí no encajo por diseño.

La realidad en la que Ophelia es Mujer

De aquí soy, pero parece que las feministas, los religiosos, los heteronormativos, la comunidad LGBT y quien sea, insisten que no. Ok. ¿Pero saben qué? Me gusta ser mujer trans. Así le choque al que le choque que existan mujeres con pene.

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Pero entonces si ya admití ser hombre, ¿cómo voy a admitir ser mujer también?

¿Qué esperan de mí? Ni colombiana ni mexicana. Ni programadora ni artista, ni güera ni pelirroja.

Hay algo que yo sí creo ser. Para mí misma soy un Alpha y Omega. Todo y nada. Esto es ser queer. ¿Es mujer? Sí. ¿Es hombre? ¡También!

¿Saben por qué todo esto tiene sentido? Porque para mi realidad no hay hombres ni mujeres, sino un gris etéreo que puede ser más blanco o más negro. Y sí, con polos extremos pero sin olvidar que estos son tonalidades de la mezcla central gris.

Y de paso, tengo mis muy fuertes dudas que alguien pueda representar cualquiera de los polos extremos y llevar una vida normal.

¿Por qué entonces nos encasillamos? ¡Dios mío! En nuestra vida hay cajones, casillas, esquemas, nombres, guías. No más, no más.

@Ophcourse