Un recuento fotográfico tras el terremoto del 19 de septiembre

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Un recuento fotográfico tras el terremoto del 19 de septiembre

De las operaciones de rescate a unas horas del sismo hasta los memoriales a las víctimas, este es un resumen de lo ocurrido tras el sismo.

Tras la primera hora de terremoto miles de voluntarios se lanzaron a las ruinas para apoyar con sus manos. Todavía no había herramientas y solo fluían a cuentagotas de obras en construcción vecinas. Las manos eran palas y el concepto de silencio para escuchar a posibles sobreviviente todavía no se registraba. Piedra a piedra se quitaban los escombros. El enorme afán de ayuda de miles de personas a veces generaba caos. Entonces llegaban retro excavadoras y el ánimo aumentaba. Los gritos se mezclaban con el calor; se recuperó el primer fallecido. Luego una superviviente. Después empezaron a llegar los cubre bocas y el agua. No habían pasado ni dos horas en el derrumbe de San Luís Potosí con Medellín.

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En las horas y los días siguientes, la Ciudad de México se convertiría en un referente de solidaridad en donde la participación ciudadana sería la protagonista. A continuación un resumen fotográfico de lo ocurrido tras el sismo que hasta ahora ha cobrado la vida de más de 350 personas.

En el mismo lugar una mujer es llevada por voluntarios a una ambulancia, casi dos horas después del derrumbe. Dos personas fallecidas y dos rescatadas fue el saldo del desplome de ese edificio. Equipos de rescate urbano de Israel encontraron a Erick Gaona, la última víctima en ese sitio. Su hermana, con la esperanza de que hubiera sobrevivido entre los escombros, le estuvo hablando durante dos días con un megáfono. Al final el equipo de Israel encontró su cuerpo.

Shock, incertidumbre, cansancio y calor se mezclaron en las primeras horas de los rescates. Unos trepaban a las partes altas de los derrumbes y buscaban desde arriba, otros se quedaban a nivel de calle y apartaban trozos de muro y vigas retorcidas. "¡Se está moviendo esto! Ya no quiten de abajo que se va a hundir acá arriba", gritaban desde la cima del caos. En la mente de todos lo único que importaba era encontrar gente con vida. Miles de manos seguían cavando, se introducían todavía sin guantes y la piel se raspaba mientras el polvo de cemento llegaba a los pulmones. Se prepararon y se acercaron las camillas por si acaso.

Con calma pero celeridad médicos y personal del Hospital Obregón sacaron sus pacientes a las calles. Médicos hacían rondas entre los pacientes y juntos con voluntarios y personal de Protección Civil montaron toldos para mitigar los rayos de sol sobre los rostros expuestos de los pacientes. Se instaló un pequeño dispensario de medicinas y se delimitó la zona asistencia temporal. Horas después, tras la verificación del edificio por parte de Protección Civil, volvieron a ingresar pacientes.

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En los minutos tras el terremoto personal del Hospital Obregón en la Colonia Roma norte se vio obligado a evacuar a todos sus pacientes. El protocolo dictó cerrar la avenida en un sentido y llevar los pacientes al camellón central. Inmediatamente se delimitaron las áreas de trabajo mientras ayudantes seguían sacando el equipo básico necesario. En la foto unos médicos verifican el estado de una paciente tras la sospecha de un paro cardíaco en plena avenida. El incidente no pasó a mayores.

Minutos después del terremoto, voluntarios empezaron a remover a mano escombros de los edificios que colapsaron y bajo el calor la necesidad de agua y víveres se hizo imperativa. Lo que en minutos eran pequeños centros de acopio en las esquinas de las calles de los diferentes derrumbes, en horas se convirtieron en grandes centros de distribución a otras locaciones con carencias. Años de desconfianza entre la población y gobierno hizo que la organización de las ayudas y víveres se hiciera principalmente por redes sociales y de boca en boca. La Cruz Roja Mexicana era de las pocas instituciones a las que llegaron donaciones internacionales, mientras que el Obispo de Cuernavaca denunciaba en un video el robo, por parte del gobierno de Morelos, de tres camiones con víveres que sus seminaristas estaban llevando a los pueblos afectados en esa identidad.

En la madrugada, la maestra Jaqueline reparte café entre los cientos de voluntarios y rescatistas cerca del centro de acopio de Álvaro Obregón.

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Al llegar la noche los diferentes equipos de especialistas en rescate urbano y voluntarios seguían trabajando sin parar en los diferentes derrumbes. Militares y policías controlaban el paso a la zona de derrumbe y se inició así un cerco mediático que duraría días. Sobraron amenazas y avisos de no grabar por parte de las autoridades responsables de informar y se le dio preferencia y trato especial a un canal con reconocida cercanía al gobierno.

Durante la primera noche del derrumbe todavía imperaba un ligero caos en las labores de búsqueda y rescate, pero voluntarias, voluntarios y personal militar trabajaron hombro con hombro picando piedra, haciendo cadenas humanas para remoción de escombros y formando centros de acopio en la retaguardia. Al inicio los voluntarios aplaudían la llegada militares y fuerzas del orden civil, pero a medida que iban avanzando las labores estos empezaban a controlar el área de trabajo y el perímetro exterior, limitando el acceso al voluntariado civil. Empezaban las tensiones.

Miles de voluntarios fluyeron a los puntos de desastre y estuvieron trabajando durante horas sin parar. Cuando llegaron otras voluntarias y voluntarios de relevo, cualquier esquina o poste servía para descansar. El esfuerzo físico y mental no fueron poca cosa. El caso era no alejarse demasiado del edificio derrumbado para ofrecer la inmediatez de la ayuda. Aquí unos muchachos descansan a las cinco de la madrugada sobre una lateral de Viaducto y Medellín, donde a escasos metros colapsó un edificio habitacional que cargaba una enorme estructura en su azotea con un anuncio espectacular. En menos de un día apoyaron en dos derrumbes.

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¡SILENCIO! El gesto del puño levantado en un derrumbe quedará en la memoria de miles de voluntarios, voluntarias y personal de rescate. Poder escuchar vida entre los restos del desastre era esperanza. En las primeras horas la ignorancia de los jóvenes voluntarios de como operar o comportarse en una zona de desastre solo fue superada por la férrea voluntad de querer ayudar y salvar vidas. Luego llegaron los especialistas y empezaron a organizar y guiarlos. El puño levantado exige silencio. Rápidamente todos lo entendieron y un gesto tan simple se hizo símbolo de equipo solidaridad.

La fotografía del derrumbe del edificio en la Avenida Álvaro Obregón fue de las primeras que circuló en redes sociales a escasos minutos del terremoto. También fue una de las estructuras de mayor tamaño en colapsarse y la que más cobertura mediática recibió junto con la "fake news" de la niña Frida por parte de una cadena televisiva nacional. Cientos de voluntarios, militares, rescatistas civiles y equipos de rescate urbano internacionales participaron en la búsqueda de supervivientes. Siete días después del terremoto, en la madrugada del miércoles 27 de septiembre, todavía sacaron los cuerpos de tres personas. También fue en este lugar donde familiares de víctimas denunciaron ante los medios irregularidades e ineficiencia por parte de los diferentes niveles de gobierno, tras días recibiendo información a cuentagotas y sin la claridad necesaria.

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Entrada la noche ya se conocían con mas precisión las necesidades en los diferentes centros de acopio. Además de agua y comida también se necesitaba herramienta de obra. Picos, palas, cascos, chalecos, cuerdas, botas, martillo y guantes fueron donados en cantidad y luego, a través de una red de motoristas voluntarios, repartidos a las diferentes zonas con edificios colapsados. La ayuda de la sociedad civil fue generosa e inmediata.

En la fábrica de textiles donde unas veinticinco personas perdieron la vida, voluntarios intentan escuchar cualquier ruido que le pueda dar indicios de algún superviviente. Alguien gritaría "¡Aquí, escuché algo. Definitivamente!" A continuación tres perros especializados olfatearon la zona, pero sin resultados. Aún así todos se pondrán a picar la plancha buscando un posible cuarto o sótano. Nada. Pero no se pierde la esperanza. Se continúa picando.

A la una de la madrugada decenas de voluntarios pican escombros en la fábrica de Textiles de Chimalpopoca.

Casi a las dos de la madrugada Dainíz y su hermana reparten cubre bocas a rescatistas, soldados y voluntarios en uno de los lugares de derrumbe. "¡Cubre bocas! ¿Quien quiere, cubre bocas?" Se escuchaba incansablemente entre cientos de personas.

Periódicos del día en Morelos.

Una manzana completa de la colonia Zapata en Jojutla, Morelos, parecía ser el escenario de una película de guerra. Una iglesia y casas completas cayeron y las pocas estructuras que aguantaron tuvieron que ser demolidas.

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Un padre y un hijo ven como demuelen un edificio dañado en su colonia. A muchos el derrumbe de sus propiedades los confronta con un futuro incierto mientras cargan los momentos y memorias que vivieron en lo que ahora son escombros.

Jojutla, Morelos. Inspección del interior de una propiedad.

Se pudo salvar la campana de la Iglesia La Santa Cruz en Jojutla. Más de noventa iglesias en Morelos, muchas parte de la ruta de los conventos, sufrieron daños mayores o se colapsaron. La mayoría de ellas están declaradas como Patrimonio de la Humanidad por parte de la UNESCO y se encuentran bajo protección del INAH. Tras el terremoto el INAH envió comunicados a cada parroquia limitando el ingreso a las iglesias hasta que el Instituto inspeccionara los daños al patrimonio histórico y emitido un dictamen.

"Polvo soy y al polvo volveré" junto con la estatua de un Jesús dañado fue de lo poco que se pudo salvar de la iglesia La Santa Cruz sobre la calle 10 de Abril.

En Jojutla, Morelos, muchos edificios resultaron severamente dañados y al apoyo llegaron rescatistas de Saltillo, Coahuila y Zapopan, Jalisco entre muchos otros. A la zona no se podía ingresar sin equipo mínimo de protección como casco y chaleco, aunque, como se ve en la foto, guardias de seguridad privada pasaban libremente para recoger el dinero de bancos y negocios en riesgo de derrumbe. La banca nunca pierde.

La colonia Zapata, en Jojutla, fue una de las mas afectadas. Entre los escombros se mezclan infinitos trozos que como piezas de un rompecabezas cuentan la historia de los que ahí vivían. La lectura que se le puede dar a un simple sombrero local sobre unas cuantas ruinas es ilimitada.

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En la misma colonia Zapata, un señor enjuto rescata a sus dos gallinas que se encontraban en un patio derrumbado. Camina sobre la calle 10 de abril mientras le saludan dos vecinas, que perdieron su casa y están frente a su terreno resguardando las pocas pertenencias que pudieron salvar del pillaje nocturno.

Gloria de 59 años muestra lo que queda de su modesta casa construida principalmente de adobe. Aunque con el tiempo le fue anexando estructuras de concreto, la casa no resistió. Las cuatro paredes resguardaban el hogar de seis personas en total. Antonio, 32, uno de sus hijos (camisa blanca) dormía en una cama al lado del refrigerador. Gloria dice que podría irse temporalmente con una familiar, pero que no cuenta con los cincuenta pesos que cuesta el pasaje de autobús. Además tiene que quedarse a cuidar la propiedad, por eso de la rapiña.

Juan Ramírez Villasaña de 62 años tiene su negocio de herrería en Jojutla sobre la calle Francisco Mina. Aunque todo el interior del taller se derrumbó, el leía un libro con ejercicios de ajedrez. "Estoy feliz" decía. "Primero me asusté y fui a checar con mi familia. Todos estaban bien. Luego de regreso me di cuenta de todos los daños en las casas y bueno, me di cuenta que en los próximos meses me irá bien, voy a tener mucha chamba". Siguió leyendo su libro de ajedrez.

En la colonia Zapata se usaron grúas para derrumbar los edificios severamente dañados. Antes de que la gigantesca pala de acero dictara sentencia abrían boquetes en los muros para que hordas de voluntarios pudieran rescatar las pertenencias de los inquilinos. Dejarían todo en la acera mas cercana, bajo cuidado para que nadie robe nada.

Capas de escombros aplastan los vacíos de las viviendas y oficinas del edificio en San Luis Potosí y Medellín. A las tres horas del terremoto arribó a este derrumbe un batallón del ejército. Su llegada arrancó un aplauso de los voluntarios que ya estaban en la escena. A falta de herramientas, los soldados se pusieron a trabajar con sus manos junto a las y los voluntarias. Lentamente, a lo largo de las siguientes horas fueron tomando control del área centímetro a centímetro, desplazando a los voluntarios a posiciones secundarias con cadenas de soldados. A pesar de algunas amenazas, las cámaras grababan. La zona de derrumbe también es una zona mediática.

Brigadas de mujeres voluntarias descansan un instante en el derrumbe de la fábrica de la calle Chimalpopoca. "Vivas o Muertas nuestro cuerpo no es desecho", se lee en una pancarta. Tras unas 72 horas el gobierno oficialmente declaró el cese de búsqueda de sobrevivientes y cuerpos. Las y los voluntarias sospechaban que pudiera haber más cuerpos enterrados en un supuesto sótano y unos 300 de ellos con ayuda del grupo de Los Topos buscaron durante otras diez horas más. Se picó la plancha base y se removieron los pocos escombros que quedaban. Al final no hubo más cuerpos.

El colapso de una fábrica sobre la avenida Chimalpopoca cobró la vida de al menos 21 personas y se rescataron a dos supervivientes. Que muchas de las víctimas, casi todas mujeres, trabajasen en uno de los negocios textiles de la fábrica, atrajo paralelismos con las cientos de costureras que fallecieron en el terremoto del Distrito Federal en 1985. Tras varios rumores y a falta de respuesta oficial, brigadas feministas, voluntarios y ONGs siguen exigiendo al gobierno aclarar las situaciones y condiciones laborales y migratorias de las fallecidas. Tras la remoción de los escombros el área de derrumbe se convirtió en un memorial a las fallecidas, con cruces, velas, murales, flores y decenas de objetos que recuerdan y mantienen viva la lucha por la igualdad de género y exigen el cese de la violencia hacia las mujeres.