Hablamos con el hombre que hace pinturas de quesos
Imagen de Mike Geno

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Hablamos con el hombre que hace pinturas de quesos

"Miré el triángulo de queso y algo me hizo pensar: 'Dios mío, tienes que pintar esto antes de comerlo'".

Mike Geno pinta quesos. Las volutas cremosas del Brie; las manchas densas del queso azul; el papel manchado del queso feta. "Mi vida está llena de pintura espesa y comida exquisita", dice. El camino hacia el queso comenzó en 2001 como parte de su tesis para graduarse de la Maestría en Bellas Artes, una reacción contra las naturalezas muertas tradicionales con frutas y flores. "Todo me parecía tan aburrido que, durante mucho tiempo, no se me ocurrió pintar copiando modelos reales". Como escape al aburrimiento y para tomarse menos en serio a sí mismo, Geno recurrió a lo cursi, pintar juguetes y patos de hule que le permitían concentrarse en las figuras y el color. Y luego comenzó a pintar carne.

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Geno anunció a una colega pintora que tenía tanta hambre que quería morder un bistec grande y jugoso así como había visto que los niños mordían los juguetes de hule. Ella se rió, pero lo animó a hacerlo, así que al día siguiente Geno decidió comprar un T-Bone, o como gusta describirlo él "la quintaescencia de las carnes". Después de que el carnicero le diese la carne, rápidamente regresó a su estudio para capturar los detalles antes de que comenzara a adquirir un color café. Sus esfuerzos resultaron en un cuadro cárnico, seguido de una suntuosa cena con filete. "Me comí el tema", dice con una amplia sonrisa.

Geno colgó el resultado en medio de una serie de pinturas sobre juguetes por la cual se había hecho famoso, sin darse cuenta de cómo iba transformarlo ese momento. "Mis compañeros y mentores no podían evitar hablarme sobre esa pieza. Me ayudaron a darme cuenta de que me interesaba más el tema y que por tanto resultó en una pintura de más alto nivel". Lo que comenzó siendo una broma, dijo "terminó siendo una revelación".

"Mi proceso es enfocarme en lo que me parece más seductor sobre el tema y transfiero esa atracción a mis pinturas, para que la audiencia se enamore de los mismos elementos formales —la forma, el color y la textura— que despertaron mi apetito".

El artista Mark Ryden escribió sobre el uso de la carne como tema, "…Existe una paradoja por saber cómo llegó ese apetitoso filete a mi plato. Hemos perdido todo respeto por este acontecimiento. Y, más allá del impacto conceptual, la carne tiene una cualidad visual muy fuerte… Lo suficientemente seductora para convertirse en el tema de una obra artística. La carne es gloriosa para pintar. Es muy fácil trascender la representación al plano abstracto".

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Estos sentimientos duales no sólo hacen eco en Geno, sino que reflejan la evolución de su trabajo. Todo comenzó con un certificado como regalo de cumpleaños que recibió de Di Bruno Bros, la legendaria cremería y vendedores de alimentos artesanales, por su cumpleaños 40. "Decidí volverme loco. Y gasté los $25 dólares completos en una sola rebanada de queso".

En ese entonces, había interrumpido la pintura. La economía se había desplomado, explicó, "acabando con cualquier posibilidad de vender arte", y se había resignado a hacer pinturas sobre tocino por diversión. Hasta esa rebanada de $25 dólares —un ejemplar mohoso de leche de vaca añeja llamado Gorwydd Caerphilly— lo arrastró de vuelta al lienzo. "Al mirar la rebanada, algo había a su alrededor que me hizo pensar: 'Dios mío, tienes que pintar esto antes de comerlo'".

Geno pinta otros alimentos (desde donas hasta sushi), pero en los últimos seis años, se ha concentrado sobre todo en quesos. "El queso es uno de los modelos más perfectos; su textura combina de una manera especial con la forma en que yo aplico la pintura. Y el proceso para pintarlos ha expandido mi comprensión y apreciación de esta subcultura de alta cocina para llevarla al nivel de las bellas artes".

Geno documenta las ruedas y rebanadas lácteas en un estudio con luz natural de Philadelphia. Trabajando con velocidad, trabaja directamente con quesos reales y no usa fotografías. "Pintarlos directamente produce mejores resultados, porque incluso el olor me inspira y me ayuda a conseguir la esencia de lo que estoy representando. Y tengo la motivación de comerlo después de terminar. Es agradable".

Geno ha compuesto casi 300 retratos de queso; y también se ha comido cada modelo. Organiza muchos de estos trabajos en un mapa interactivo de quesos que resalta "la personalidad del queso, la historia y la región de donde procede, así como todas las personas que están involucradas con él". La imagen y el texto revelan la profundidad de estas conexiones. Por ejemplo, un extracto del Manzano Blue Moon dice: "Pensé en pintarlo con una rebanada al lado de la rueda. Sin embargo, no pude resistir probarlo. Cuando vi que tan maduro era, admirando el queso de cabra espeso que caía casi de inmediato, me di cuenta de que tenía que trabajar rápido. Cuando sentí que podía descansar un momento, decidí comer la rebanada que había cortado. Era tan ligero, suave, cremoso y simplemente perfecto como sólo un queso de cabra puede serlo. El maridaje lo hice con una manzana fresca…"

Mientras que Geno siempre ha valorado la estética de la comida en general, pintar quesos ha acentuado esta apreciación. "La comunidad de queseros me ha tratado con tanto respeto y cariño —los fabricantes, los dueños de cremerías, los expertos y fanáticos— que no puedo sólo sentarme a pintar queso y disfrutarlo por su estética. Estoy consciente del trabajo y tiempo que requiere elaborar queso, las vidas que confluyen en esta labor, la comunidad que depende de estas actividades; una comunidad que está viva, es unida e inspiradora".