Un amigo entrañable. Un maestro generoso. Un reportero como ya no los hacen. Un bato —la muletilla que usaba y que fascinaba a los periodistas extranjeros que lo buscaban por un consejo— que caía bien desde la primera cerveza. Un terco, soñador, loco. Un tipo tan grande que su homicidio desató que cientos de sus colegas salieran a las calles en varias ciudades del país para exigir justicia y condiciones para no volver a enterrar a uno de los suyos.Así, amigos, colegas, conocidos y lectores del periodista mexicano Javier Valdéz, el gran cronista en Sinaloa sobre narcotráfico, lo despidieron horas después de su asesinato en la tarde del 15 de mayo. Decenas de admiradores de sus reportajes, de sus libros y de su columna Malayerba, que se publicaba en el semanario Ríodoce, se reunieron este martes afuera de la Secretaría de Gobernación, en la Ciudad de México, en una especie de protesta con ánimo de funeral.Cerca de las 7:30 de la noche, la convocatoria publicada en redes sociales comenzó a surtir efecto: alguien colgó en las rejas del edificio donde se discute la seguridad interior una pancarta que rezaba "¡No más silencio, no nos callarán!". Luego, alguien ató una que exigía "No más violencia contra periodistas". En el piso, varios colocaron veladoras a manera de ofrenda. El escenario estaba listo.Para seguir leyendo el artículo completo visita VICE News, nuestra plataforma internacional de noticias.
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