Mierda, pizzeros y penes pequeños: ¿Cuál ha sido tu peor sexo de una noche?
Ilustración por Clementina León.

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Sexo

Mierda, pizzeros y penes pequeños: ¿Cuál ha sido tu peor sexo de una noche?

“Su bebé se cagó mientras cogíamos”.

Nunca he sido bueno para tener sexo de una sola noche. Soy una persona súper necia que envía mensajitos de WhatsApp y escribe pasada de la medianoche por DMs de Instagram. Me cuesta cortar relaciones amorosas: así sean de una noche, dos semanas o seis años.

Definamos qué significa una “cogida de una noche”. Hay que tener este tipo conceptos claros. Según la fuente inagotable de sabiduría, Urban Dictionary, una cogida de una noche es “cuando tienes relaciones sexuales con una persona y esperas no verla nunca más”.

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Resalto el “no verla nunca más”, porque esa es la idea. Conocerse, tomar 12 cervezas cada uno e ir a algún hotel o sofá y coger para no verse nunca. Si es posible, no compartas tus datos ni redes sociales, aunque es absurdamente utópico en el 2018. Pero bueno, así es el concepto y yo soy un hombre de conceptos.

Le pregunté a algunas personas sobre sus peores cogidas de una noche.

ME COGÍ A UN REPARTIDOR DE PIZZA

Me mudé a Utah hace tres años. Mi vida es trabajar y no tengo mucho tiempo para tener relaciones de ningún tipo. Normalmente, cuando quiero, coger bajo Grindr y lo resuelvo. Una noche fumé muchísima marihuana y casi ni podía abrir los ojos. Me puse cachondo, bajé de la app (la borro después de usarla porque me siento culpable) y encontré a una persona a 200 metros, muy cerca de mi hogar. En cinco minutos estaba entrando a mi casa con una pizza grande en sus manos. Era repartidor de un restaurante que estaba cerca. Me dijo “no te ofrezco pizza porque en 15 minutos se la tengo que dar a un cliente”. Cogimos con olor a pizza de anchoas, todo muy rápido y sin mucho cuidado. Él estaba sudado y no olía muy bien, imagino que por el uniforme y tener todo el día haciendo entregas. No nos hablamos, cogimos y cuando terminamos, se puso el uniforme de nuevo, se llevó su pizza de anchoas y no volví a saber de él. El olor de la pizza, además de su olor corporal, hicieron que fuese una experiencia horrible.

—Roberto, 28 años

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NO ENCONTRÉ NADA DE BUEN TAMAÑO

Conocí a un tipo en Bumble. Todo bien porque se veía atractivo: típico vato con barba millennial, man bun y ropa tipo León Larregui de Zoé. Las fotos de su Instagram eran buenas, compone música, tiene su propio negocio e incluso tiene algunas propiedades. No me quejaba de su gusto en películas y en música, obviamente no era lo mío, pero tampoco estaba tan mal y es como de esas personas que te pueden aportar experiencias nuevas.

El mismo día que hicimos match me invitó a ver películas a su casa, era invierno y obviamente quería tener alguien con quien cuddlear. Le dije que sí, además no quedaba tan lejos de mi casa. Nos caímos super bien, había fluidez en nuestra conversación y tenía un gato muy amable. Cuando llegó la hora de pasar al Netflix and chill, adaptó su sofá para nuestra comodidad: cobijitas y cojines. Ya nos habíamos acomodado para el cuddle y todo iba bien hasta que me empezó a “coquetear”. Fue muy raro porque acariciaba la parte descubierta de mi pie con su dedo indice, y luego pasó a mi abdomen. Obviamente ni se veía que buscara mi placer, creo que más bien fue su puente para el acto, pero muy mal ejecutado. Ya estaba encima de mí en la parte más interesante de la película, besuqueándome sin parar. Me di cuenta que el vato iba a continuar a pesar de que no me estaba dando placer, entonces me desesperé por no saber cómo desengancharme de la situación. Me paré y le pregunté: “¿Vamos a coger?”

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Me llevó a su cuarto y ya desnudos empezó el show. Yo pensé que por alto y atractivo iba a tener el pene de buen tamaño o promedio, pero cuando bajé la mano, no encontraba nada de dónde agarrar. Como mujer es muy difícil decirle a alguien que ya no quieres coger y mucho menos expresar que es porque no la tiene de buen tamaño, así que tuve que aventarme el acto de bondad y dejar que siguiera. No fue para nada placentero ni excitante. La cosa siguió por horas y no disfruté nada. Pensé que lo mejor sería irme. Le dije que ya me dolía y que me tenía que ir. Al parecer él si lo estaba disfrutando y se enojó mucho. Me siguió buscando después, pero ni le contesté.

—Cinthia, 27 años

SE ENCERRÓ EN EL BAÑO Y ORINÓ TODO EL PISO

Estábamos en un concierto y después de ahí nos fuimos a un after en casa del vocalista de la banda. Este tipo de fiestas siempre son chidas porque conoces mucha gente y, si tienes suerte, coges con alguien en medio del alcohol y las drogas. Vi a un chico que me gustó mucho y por suerte congeniamos, tomamos un chingo de chelas y nos drogamos con muchas pastillas.

Me metí con el chico a un cuarto y empezamos a coger. Fue bien torpe porque estábamos muy borrachos y drogados. Terminamos y fui a la cocina a buscar un vaso con agua, pero cuando regresé al cuarto, la puerta del baño estaba cerrada con llave. Traté de abrir y nada, así que me acosté a descansar un rato. Me quedé dormida y cuando me levanté ya era de día, entré al baño y vi que estaba lleno de orines. Me dio mucha pena con el dueño de la casa y le conté. Por suerte no volví a ver al chico, pero fue una de las situaciones más penosas que he pasado. Explicar que cogiste con alguien que no conoces y se orinó no es cómodo a las nueve de la mañana.

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—Victoria, 31 años

TENÍA EL PENE MUY PEQUEÑO, NO SENTÍ NADA

Prefiero los penes grandes porque con los pequeños no tengo mucha satisfacción. Me gusta saber que tengo un miembro grande dentro de mi vagina, y si eso significa dolor, pues bienvenido. Una de las primeras cosas que pregunto cuando coqueteo con alguien por WhatsApp o en persona es: “¿De qué tamaño la tienes?” A veces responden con pena, otros exageran su tamaño o hay quienes contestan con miedo porque la tienen súper pequeña. No hay nada que me prenda más que un hombre me diga lo grande que la tiene. Hace un par de años empecé a coquetear con un chavo en un bar. El lugar estaba casi cerrado y le dije que si tenía el pito grande podíamos vernos en mi casa. Él se rió y me dijo que fuéramos. Ya en mi cama, apenas lo empecé a besar le agarré el pantalón y sí sentía que estaba duro, no lo sentía más grande que la palma de mi mano, pero pensé que era porque no estaba desnudo. Le quité el pantalón para darle sexo oral y me di cuenta que parecía un pito de niño.

De igual forma el chavo estaba muy guapo, así que cogimos, pero no logré acabar y sinceramente no sentí nada dentro de mí. Fue feo, ya que sí tenía ganas de acabar muchas veces.

Marian, 30 años

SU BEBÉ SE CAGÓ MIENTRAS COGÍAMOS

No tengo problemas con que mis parejas (y menos las de una noche) tengan hijos. Me da igual, es parte de su vida y yo no tengo por qué juzgarlas. Conocí a una chava guapísima en Tinder: alta, rubia, y según su Instagram se vestía muy bien. Quedamos de vernos en una expo, para luego ir a un bar y luego a su casa. Bebimos un chingo y los dos nos teníamos ganas, así que nos fuimos rápido a su hogar. Cuando llegamos, me dijo: “Mira, mi hijo está en mi habitación, ¿te molesta?”. Le dije que me valía verga, estaba muy borracho y era un pequeño bebé. Empezamos a coger, todo muy bien, y como a los ocho minutos empezó a sentirse un terrible olor a mierda. Traté de concentrarme y pensar que ella se había pedorreado, pero a medida que iba pasando el tiempo, el olor se hacía tóxico. Además creo que ella pensaba que yo me había pedorreado, o que ella se pedorreaba cogiendo y se excitaba con eso. El pito se me bajó y le dije que había un olor que me distraía. Me dijo: “Ahh, sí, debe ser César, lo limpio rápido”.

El ver a la chava desnuda cambiando a César (su hijo) me quitó la peda y las ganas. Estar desnudo y ver cómo la mierda tóxica de un bebé se va en las manos de tu chava a la basura, hizo que se me bajara y no quisiera coger más. Le dije que me tenía que ir y nunca más hablamos. No es bueno ver mierda de bebés mientras estás cachondo.

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