Publicidad
Relacionados: Las bolsitas de coca de Los Zetas en Torreón
Oscurece y se oye un pitido largo, seguido del estruendo y crujido metálico de las más de 50 toneladas de La Bestia galopando sobre sus rieles. Los mosquitos no dan tregua; no obstante, todos alrededor parecen absortos en sus charlas, partidas de ajedrez o repasos a rutas en mapas pegados sobre paredes desgastadas.José no se inmuta. Está acostumbrado a presenciar el mismo espectáculo varias veces por semana. Continúa: "Luego de un mes en la Ciudad de México, mi amiga Paola (también hondureña) y yo decidimos adelantarnos pidiendo aventón hasta Nuevo Laredo, Tamaulipas, donde pensaba esperar a mi mamá".
Publicidad
Relacionados: Monterrey, la parada ignorada en la ruta del migrante
Pasaron 11 días hasta que la Procuraduría General de la República (PGR) llegó con un convoy de diez camionetas cargadas con policías armados para librarlos del encierro. Todo gracias al papel arrugado y a la capacidad de Alberto Donis para mover cielo, mar y tierra hasta dar con su ubicación.
Publicidad
Publicidad
Video relacionado: Entre el río y La Bestia
Todos, tercos en el afán de denuncia, mejora, justicia y ayuda. A falta de instituciones oficiales al pie del cañón en sus funciones, cada vez más manos ayudan a sostener esta red de indignación, convertida en fraternidad alternativa, a prueba de todo.
Publicidad