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Cultură

Eterna Susy Díaz

Pasamos un día con la vedette peruana que fue congresista gracias a un 13 en el culo y ahora amenaza con conquistar el internet y las redes sociales.

Susy es la reina indiscutible de la farándula peruana, más conocida como "Chollywood"

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Estoy en un taxi con Susy Díaz viajando hacia un restaurante en las afueras de Lima, Perú. El tráfico del populoso distrito de Comas nos impide avanzar. Prendo la grabadora y comienzo a entrevistarla. A los pocos segundos, Susy ve un asalto en la carretera, se aterroriza e interrumpe: "¡Están robando! Cierra tu vidrio. Santo Dios todopoderoso, cúbreme con tu manto de Cristo. Protégeme de los robos y de los accidentes". Me cuesta aceptar esta faceta del símbolo sexual de la farándula peruana. La mujer que se atrevió a mostrar el culo para llegar al Congreso de un país conservador se ve ahora asustada y vulnerable. Pero inmediatamente después vuelve a ser la Susy de siempre: "¿Viste lo que hice? Así tengo que andar ahora. Con la billetera en el poto (nalgas) y el celular en la teta para que no me roben". Y no miente. Cuando el peligro ha pasado, retira sus objetos valiosos de aquellos lugares que en algún momento fueron los más deseados del imaginario sexual masculino peruano.

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Conocí a Susy Díaz esa mañana, unas horas antes. Me citó en una oficina de un edificio sucio en medio de un mercado. Ahí organizaría una conferencia de prensa para promocionar la inauguración de una cevichería en Comas, uno de los distritos de, Lima, en Perú. Llegué una hora antes, dudando de la asistencia de la prensa. Cada mes se abren decenas de estos restaurantes en Lima. Sin embargo, cuando encontré la oficina (gracias al olor a pescado) ya estaban ahí todos los fotógrafos de los medios locales más importantes. Ése es el poder de convocatoria de la estrella de los tabloides peruanos.

Susy me saluda con afecto y deja a sus fieles periodistas para atenderme. Le entusiasma la presencia de un medio internacional. Hago esfuerzos por mirarla a los ojos. Las enormes pestañas postizas y el exceso de rímel funcionan casi como una pared de concreto que protege su mirada. También me distraen su microvestido color morado (siempre a punto de reventar) y sus altísimos tacos (tacones) plateados.

Atribuye su éxito al cosmos: "Yo creo que es la suerte de nacer un 28. Yo he nacido un día 28. Los que nacen el 28 tienen suerte, como Fujimori y Toledo". Para ella, estos ex presidentes peruanos —el primero en la cárcel por corrupción y asesinato y el otro con serias denuncias que lo han convertido en un cadáver político— son símbolos de superación. Asegura que fue esta misma buena estrella la que le permitió robar el show a Fifth Harmony (un grupo pasajero de chiquillas estadunidenses) en febrero pasado en Nueva York.

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Susy Díaz viajó a Estados Unidos a grabar un reality para la televisión peruana. Sin embargo, lo más recordado de ese periplo fueron los 15 segundos de pantalla que le dio el programa Today Show de NBC mientras Fifth Harmony cantaba en vivo en sus estudios.

"Estaba caminando y vi un tumulto de adolescentes. Estaban ahí por Fix Ármony (sic). Me acerqué y me puse a bailar a mi estilo". Lo cierto es que Susy, quien tiene más de 30 años de experiencia en televisión, sabía perfectamente dónde estaba la cámara principal del programa y dónde tenía que ubicarse para ser la protagonista. Un policía se le acercó para impedir que continuara con el provocativo baile. "No sé qué me dijo. No hablo inglés. Pero se reía. Creo que me quería levantar".

Una fotógrafa se acerca y nos interrumpe. Le pide tomar unas fotos. "¿Te puedes echar en el mueble, boca abajo?" Inmediatamente veo la inmensa humanidad de Susy y su vestido morado sobre un mueble rojo. Pone un gesto que hace muchos años pudo haber sido sensual. El chef del restaurante que está promocionando se le acerca y le pone un langostino en la boca. Susy extiende los labios hinchados por el bótox y saca la lengua.

Se levanta cuando llegan las Novias de la Cumbia. Se trata de una nueva agrupación cuya voz principal es una mujer de casi 50 años y una falda de menos de diez centímetros. Es además vidente y está dispuesta a regalar los designios del futuro a todo aquel que se lo pida. La acompañan dos niñas que difícilmente superan los 19 años. Saludan a Susy con respeto. Le agradecen que les permita compartir el espacio para la conferencia, pues así se han asegurado algo de prensa. Me pregunto si las jovencitas querrán ser como Susy Díaz de aquí a 30 años. Por la admiración con la que la miran, temo que sí.

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Regresa para contarme que le ha gustado Nueva York. Tanto que quiere poner un restaurante y establecerse ahí. Me habla del festival peruano y de la cantidad de negocios latinos que hay en todas las calles. Después especifica que se refiere a Nueva Jersey. "En Perú todo es muy caro e inseguro. Un local en Estados Unidos te cuesta 100 mil dólares. En Lima no baja de los 300 mil". No parece muy segura de las cifras. Lo que sí tiene claro es que su país le asusta. "Me dan miedo las extorsiones; aquí a cualquiera que le va bien lo amenazan, y si no paga, lo matan". Susy no la ha pasado bien económicamente en los últimos años y cuida cada centavo. Pero de eso hablaríamos después. Ahora se para y se pone frente a las cámaras. Le toca generar dinero de la forma en la que solamente Susy Díaz puede hacerlo.

Susy cobra alrededor de mil dólares por promocionar restaurantes, grupos de cumbia y todo tipo de personaje con ansias de fama. Su atractivo mediático es garantía de éxito. El chef amadrinado comenta en voz alta que el plato estrella de su local se llama "Susy Ardiente". Es un combinado de mariscos, sumamente picante y altamente afrodisiaco. Luego le entrega un papel a su madrina con el texto que debe decir. Ella lee, memoriza, pone la cara de tonta que tanto le gusta a la televisión e invita a la cevichería. Al finalizar, le añade una frase de su propia cosecha: "¡Ay! Vayan preparados porque en este restaurante cualquier cosa puede pasar…".

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Susy ha convertido el amadrinamiento de cevicherías en un negocio rentable. Acá presenta a los medios "El rincón del mero", un restaurant del imitador de su exnovio "El Mero loco".

Continuamos con la conversación. Me pregunta si tengo conocimiento sobre redes sociales. Sabe que necesita adecuarse a ellas para mantenerse vigente. Susy tiene un repertorio amplio de canciones. "Te toco la trompeta", "La Arrechazada" (arrecho en Perú es estar excitado) y "Mueve la cabeza o se pone tiesa" son sólo algunas de las más celebradas. Sin embargo, ninguno de estos éxitos ha triunfado en internet. Le gustaría crear un hit con la cantidad de visitas que tiene Wendy Sulca o la Tigresa del Oriente. Quiere saber cómo podría cautivar al público europeo.

Hace unos meses recibió una oferta para participar en la televisión ibérica. Los productores del reality Supervivientes de Telecinco la buscaron para proponerle pasar cuatro meses en una isla. La paga era bastante buena y ella estaba dispuesta a aceptar, pero el contrato que tiene con un canal local no se lo permitió.

En Perú aparece esporádicamente en un programa de chismes entrevistando a personajes de la farándula. "Artistas", como ella los llama. Sin embargo, lo que más ingresos le genera es la creación de "dietas" que debe grabar en audio para que sean descargadas mediante mensajes de texto. En los 90, Susy Díaz popularizó la dieta del lagarto: comer poco y follar harto. Poco después daría a conocer la dieta de Guido: la del lagarto pero más seguido. Hoy, son estas ocurrencias las que le hacen ganarse el pan de cada día.

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Hablar de estas dietas con Susy Díaz es un placer. Puede soltar decenas en un minuto. Me habla de la dieta de las uvas verdes: primero lo chupas y luego lo muerdes; o la de la verdura cocida: lo haces de amanecida y te deja retorcida. Tengo que pedirle que pare para continuar con la entrevista. Retoma y cuenta que el canal para el que trabaja le encargó grabar 120 dietas. "Las hice en medio día", confiesa orgullosa. "Ya tenía 40 listas y en cinco horas inventé el resto". Le pregunto dónde encuentra inspiración para tanta maravilla. "Ah, me tengo que concentrar. Me encierro en cuatro paredes y ahí empieza el proceso creativo". No lo dudo.

Además de las dietas, los ringtones le generan ganancias. Con un mensaje de texto, sus seguidores pueden escuchar su voz cada vez que tienen una llamada. Le pido un ejemplo. Pone voz sensual y dice: "que entre por favor… que entre… ¡Ay, por fin entró la llamada!"

Después de la conferencia nos dirigimos a Comas. Tenemos que comprobar la calidad del pescado que está promocionando. Al pasar por el centro de Lima recuerda su aventura en el Congreso de la República. "En 1995 me ofrecieron integrar la candidatura de un partido desconocido. Acepté sin la ambición de salir elegida. Pensé que si no ganaba, al menos habría hecho publicidad como artista".

Gastó muy poco dinero en la campaña electoral. Le bastó con mostrar el culo. Se pintó un 13 en la nalga y se paseó en tanga por plazas y mercados. Así se aseguró de que los electores recordaran de por vida el número con el que se postulaba. Le pregunto si el apodo de 'la Cicciolina peruana' le hace justicia. "No", asegura. "Ella enseñaba las tetas y yo no soy estriptisera. Yo solo enseñaba una nalga".

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Un pedazo de papel lustre rojo, unas tijeras y un pegamento quién sabe de qué sustancia: Susy se las ingenió para hacer la campaña más barata y rentable de la historia política peruana. Foto: Jaime Rázuri / AFP.

Fue la única postulante de su partido que salió elegida. Más de diez mil peruanos le dieron su confianza para crear leyes en el país. Después de ingresar al Parlamento creó su propia agrupación política. El Partido Auténtico de Lucha Organizada. El PALO, por sus siglas.

Fue congresista hasta el año 2000 y se le recuerda por ser una de las parlamentarias más activas de aquella legislatura. Presentó 140 proyectos de ley, de los cuales fueron aprobados 34. Entre las propuestas archivadas está la de obligar a los hoteles de citas a vender anticonceptivos (luego el Ejecutivo lograría la aceptación de esa misma norma). En el Parlamento también tenía admiradores. "Los congresistas más viejos eran los más mañosos", recuerda.

Sin embargo, esta aventura terminó costándole caro. Tras terminar su gestión la acusaron de haber recibido dinero del corrupto asesor de Fujimori para ausentarse de una importante votación. Le consulto directamente e intentando mirarla a los ojos: "¿Te reuniste con él? ¿Recibiste dinero?" Me contesta muy seria y sin quitarme la mirada: "No hay videos que demuestren eso". Insisto, apelando a su fervor religioso. En la audiencia juraste ante Dios decir la verdad, "¿cuál fue tu respuesta cuando te preguntaron si te reuniste con él?". "No", me dice. Y cambia de tema.

La sentenciaron a tres años de prisión suspendida y al pago de 200 mil nuevos soles de reparación civil. El ente recaudador de impuestos le sumó una multa de 100 mil nuevos soles. En total, tuvo que pagar un aproximado de cien mil dólares. Fue una de las pocas sentenciadas por corrupción durante el gobierno de Fujimori que cumplió con cancelar el total de su deuda. "Tuve que vender mis joyas, rematar mi casa y mi auto. Hasta pensé en entrar en remate yo también".

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En la actualidad sigue recibiendo propuestas para regresar a la política. Le han ofrecido incluso ser candidata a la presidencia. "Yo les pido que no se burlen. No puedo gobernarme a mi misma, mucho menos podría gobernar un país".

En el conservador Congreso peruano, Susy fue pionera en la defensa de los derechos de la comunidad LGBT y de las trabajadoras sexuales. Foto: Congreso del Perú.

Al llegar a la cevichería es recibida como merece. Salen los cocineros a verla y de las ventanas de las casas contiguas empiezan a aparecer personas. Todos la saludan y le sonríen. Me cuenta que cada día le toman cerca de 40 fotos. Siempre acepta.

Esperamos la comida y me cuenta de sus apariciones en el teatro y el cine. En los 90 protagonizó obras como La Caperucita Rota y La Diputada Erótica. Hizo también películas calientes como Vedettes al Desnudo y Una Chica Buena de la Mala Vida. Antes de cambiar de tema me pide recalcar que estas películas no fueron pornográficas, pues no hubo penetración.

Susy incursionó también en el cine, participando en películas como Una chica Buena de la mala vida y Mi crimen al desnudo. Es la musa de Leonidas Zegarra, un director incomprendido considerado el Ed Wood peruano.

Nos sirven un ceviche con una presentación espectacular y un sabor olvidable. Todos los platos salen acompañados con una concha que sostiene una llama de fuego. Susy la apaga y abandona el plato antes de terminar la mitad de su ración. Me cuenta que sólo come cuatro días a la semana. El resto se alimenta de verduras y frutas. Lucha a muerte contra la obesidad. Esa es la verdadera dieta de Susy Díaz.

Al terminar el almuerzo nos vamos hacia su casa, en el otro extremo de la ciudad. Justifica el espejo enorme en la puerta diciendo que así evita el ingreso de malas energías. Su hogar está ambientado como un hotel de citas y no es una casualidad. Alquila habitaciones, pero no para encuentros furtivos. Ahí viven cerca de diez personas que pagan el equivalente a cien dólares por mes.

Mientras se prepara para las fotos, observo la galería de retratos que funciona como una línea de vida. Hay imágenes de hace 30 años que demuestran por qué en su momento fue un ícono sexual. Antes de plancharse la cara —como ella misma lo llama— Susy era una mujer bonita.

En los 80 Susy era la estrella del café teatro "La gata caliente", donde protagonizó obras como "La caperucita rota" y "Desnudos a domicilio". Foto: Archivo Susy Díaz.

Durante la sesión de fotos llego a creer que la principal virtud de Susy —y su gran problema también— es que es brutalmente honesta. Piensa y habla casi al mismo tiempo sin la capacidad de medirse. Antes de despedirnos me muestra un enorme oso de peluche que le regaló uno de sus pretendientes. Lo abraza y me pregunta "¿sabes cuál es la dieta del oso? Nunca lo hagas con un mentiroso".