Saúde

Esto es lo que expulsan las mujeres cuando eyaculan

Tudo que você sempre quis saber sobre o elusivo squirt.
MS
Traduzido por Marina Schnoor
MA
Como contado a Mario Abad
squirt

Fue —y sigue siendo— una de las cosas más espectaculares que he presenciado: una docena de mujeres, entre ellas mi pareja de entonces, lanzando, al unísono, chorros de líquido desde sus genitales por primera vez, formando un arco. Lo que 90 minutos antes había empezado como una detallada clase de anatomía en una casa adosada de Brooklyn había acabado por convertirse en una especie de espectáculo de fuentes mágicas.

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Aunque estaba muy concentrado en la repentina capacidad de eyacular de mi pareja —que se conoce popularmente por el término inglés squirting—, no me pasó desapercibido el hecho de que las otras mujeres de la sala parecían estar experimentando las mismas dos sensaciones que ella: una irrefrenable liberación de emociones contenidas y el más absoluto asombro ante el descubrimiento de una habilidad completamente nueva y casi mágica.


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Hasta ese momento, albergaba series dudas sobre la capacidad de aquel tipo musculoso, ataviado con pantalones cortos de llamativos colores y con el peinado de un guerrero Lenape, de guiar a un grupo tan diverso de mujeres en su primer intento por abrir sus compuertas, y mucho menos de lograr que lo hicieran a la vez. De hecho, fui allí convencido de que había mujeres capaces de eyacular y otras que simplemente no lo eran, en una proporción similar a la de las personas zurdas y diestras.

Es más: en mis más de 15 años de experiencia escribiendo principalmente sobre sexo y sexualidad, he leído infinidad de estudios científicos que concluían que la eyaculación femenina es una realidad y otros tantos que insistían en que no existía tal cosa. Unos cuantos reconocían su existencia, pero se apresuraban a asegurar que no es lo que uno podría imaginar si su única fuente de documentación es Pornhub. También había varios estudios que analizaban su origen, la composición del líquido que produce y la prevalencia del fenómeno. Con esas conclusiones, mis expectativas al entrar en aquella casa eran las de salir con mis convicciones reforzadas y en absoluto sorprendido.

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Todo el líquido que sale despedido a chorro está contenido en la vejiga de las mujeres momentos antes de eyacular, no puede salir de otro sitio

En cambio, salí de aquel lugar —el “PlayLab de Squirting de Kenneth Play"—, hace ya más de dos años, con el convencimiento de que cualquier mujer es capaz de eyacular. De hecho, he sido testigo de ello en varias ocasiones desde entonces. Sin embargo, pese a que el subgénero del squirting ha ganado gran popularidad en el porno y de que existen gran cantidad de artículos destinados a facilitarlo en Amazon, a primera vista la literatura científica al respecto sigue siendo tan poco concluyente como siempre.

El problema principal es el de llegar a una definición consensuada de la eyaculación femenina, acerca de la cual sea escrito desde hace milenios, tanto en la cultura occidental como en la oriental. Algunos estudios concluyen que la expulsión de abundante líquido traslúcido que a menudo aparece en los vídeos porno no es otra cosa que orina. El término “eyaculación femenina”, añaden, debería reservarse para hacer referencia exclusivamente al líquido blanquecino y de textura lechosa que las mujeres expulsan por la uretra en mucha menor cantidad.

La mayoría del líquido expulsado es orina, con un poco de líquido blanquecino mezclado en ella

Antes de ser sexóloga y terapeuta y educadora sexual, Anita Hoffer fue profesora de Urología en el Brigham and Women’s Hospital. Ella es quien me confirma que todo ese líquido que vi salir despedido a chorro estaba contenido en la vejiga de esas mujeres momentos antes, que no puede haber salido de otro sitio.

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Varios estudios sugieren que lo que se considera el “verdadero” líquido de la eyaculación femenina procede de las glándulas de Skene, a las que a veces se conoce como la próstata femenina porque, al igual que su versión masculina, producen antígeno prostático específico (PSA) y fosfatasa ácida prostática (PAP). “Es importante señalar que las glándulas de Skene son muy pequeñas y que es imposible que puedan producir 150, ni siquiera 30 ml de líquido”, asegura Hoffer.

Existe un estudio que se centra en averiguar la procedencia de estas cantidades ingentes de líquido que se ven en los vídeos porno de squirting. Los investigadores contaron con la participación de siete mujeres que se decían capaces de expulsar gran cantidad de líquido coincidiendo con el orgasmo y a las que pidieron una muestra de orina. Luego les hicieron una ecografía para verificar que tenían la vejiga vacía. Las siete hicieron lo posible por provocar esa “lluvia”. Algunas lo consiguieron solas, otras con la ayuda de sus parejas.

Antes de que las mujeres experimentaran la petite mort, se les practicó una segunda ecografía y, en el momento del orgasmo, se recogieron muestras del fluido que expulsaban y se sometieron a un último análisis. Lo segundo que descubrieron los investigadores fue que, antes de eyacular, las vejigas de todas las mujeres se habían vuelto a llenar completamente. Lo tercero que descubrieron fue que, si bien dos de las siete muestras de orina de las voluntarias eran idénticas al fluido que expulsaron durante el orgasmo, en los otros cinco casos aparecía una pequeña cantidad de PSA que no estaba presente en las muestras iniciales.

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Para las mujeres que practican el squirting, no es importante de qué está hecho el líquido

Hoffer explica que, cuando la orina pasa por la uretra durante la estimulación sexual, arrastra en su paso secreciones de las glándulas de Skene. Play afirma que, si bien algunas mujeres en sus clases expulsan una pequeña cantidad de líquido blanquecino, la mayoría de ellas eyacula un volumen mucho mayor de líquido transparente, lo que le lleva a creer que la gran mayoría de las participantes expulsan una mezcla de ambos fluidos: un poco del blanquecino y mucha orina.

“Lo que he visto es que para las mujeres que lo expulsan no es importante de qué esté hecho ese líquido”, añade Play, y añade que muchas mujeres que experimentan el squirting por primera vez lloran o ríen o gritan mientras eyaculan. “Aunque es importante enseñar a la pareja la técnica y los fundamentos ergonómicos para facilitar la eyaculación, más importante aun es ayudar a la mujer a abrirse emocional y físicamente cuando empieza a manifestarse la necesidad de orinar”.

“Las mujeres señalan que la eyaculación puede ir acompañada de excitación sexual, pero que también puede ocurrir durante la actividad sexual sin simultanearse necesariamente con el orgasmo”, apunta Hoffer, quien en una ocasión realizó un estudio “informal” con 160 voluntarias a las que preguntó su opinión respecto al punto g, que a menudo se asocia con la eyaculación femenina. El resultado fue que más o menos a la mitad de ellas les traía sin cuidado el punto g. “Todo el mundo es diferente”.

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El hecho de que una mujer no pueda o quiera eyacular no significa que no sea buena en el sexo o que no lo esté disfrutando intensamente

Hoffer remarca el significativo mercado que se ha creado en torno al punto g y a la eyaculación femenina que puede provocar, aludiendo a la cantidad de juguetes, libros, artículos e imagino que también talleres de squirting como el que ofrece Play, tanto presenciales como en línea. Según ella, la capacidad de eyacular se ha convertido en una especie de hito que marca el éxito sexual, hasta el punto de que los hombres incluso “sopesarían su potencia sexual en función del tamaño de la mancha que las mujeres hubieran dejado en las sábanas”.

"Es una comparación desafortunada y basada en el modelo masculino, según el cual se asocia la eyaculación al placer”, señala Hoffer. “Esta práctica puede provocar frustración innecesaria en ambos miembros de la pareja si la mujer no responde de este modo específico”.

Obviamente, el hecho de que una mujer no pueda o quiera eyacular no significa que no sea buena en el sexo o que no lo esté disfrutando intensamente. De hecho, aunque mi pareja de entonces quedó gratamente sorprendida ante su capacidad de eyacular, me aseguró que yo no debía esforzarme para intentar volver a provocárselo.

“No, no hace falta”, aseguró cuando me presté a poner en práctica lo que había aprendido como facilitador. Sin embargo, según un intrigante estudio, el caso de mi expareja tal vez fuera un tanto excepcional. Según esa investigación, publicada en el British Journal of Urology, el 78,8 por ciento de las mujeres capaces de eyacular aseguraban que hacerlo mejoraba su vida sexual. Asimismo, un 90 por ciento de sus parejas decían sentirse mucho más excitados cuando la cosa se ponía húmeda y fuera de control. Yo, siempre que mis parejas estén dispuestas a abrir las compuertas, también estaré encantado de ayudar.

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This article originally appeared on VICE US.