Son siniestros y macabros. Se supone que hacen reír o divierten, pero muchas personas sufren de una terrible aversión a ellos. Basta con que se acerquen o simplemente ver una imagen que los evoque, para que los síntomas de la “coulrofobia” —nombre con el que también se conoce a la fobia a los payasos o a los mimos— se presenten: pánico y ansiedad son los más comunes, aunque en los casos más graves pueden desencadenarse ataques de ansiedad, desmayos o una rigidez corporal parecida a la que provoca la catatonia.
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Estos síntomas suelen presentarse en la infancia, casi siempre derivando en algún trauma difícil de remover. Por ejemplo, puede que a una edad muy temprana el coulrofóbico haya sido expuesto a un evento que habría de marcar el resto de la niñez, incluso hasta alcanzar la vida adulta. Al respecto, un estudio llevado a cabo por la Universidad de Sheffield en el año 2008, que incluyó en su universo de estudio a 250 menores entre los 4 y los 16 años de edad, determinó que sin importar los grupos de edad, todos sentían antipatía, aversión o repulsión por los payasos. Es decir, si la coulrofobia no se atiende, no es algo que se borre con el tiempo, ni es privativa de los infantes.Cuando se analizó más a fondo la causa de este rechazo, los psicólogos llegaron a la conclusión de que este se debía a dos factores: la primera meramente reactiva, una especie de acto reflejo a una “familiaridad indefinida”: el poder apreciar un rostro pero no saber lo que hay detrás del maquillaje es lo que genera ansiedad y disonancia cognitiva. El maquillaje juega, al menos en la cabeza del coulrofóbico, la función de una fachada que oculta una doble intención, siniestra y poco agradable.El segundo factor para desarrollar esta fobia es el condicionamiento social y la exposición a estímulos negativos a edad temprana. Para nadie es un secreto que existe una amplia variedad de referencias a los “payasos siniestros” en la cultura pop: IT (el payaso Pennywise de la novela de Stephen King) y la fiebre de los creepy clowns que apenas hace un par de años se desatara en los Estados Unidos, son dos claros ejemplos de estos estímulos negativos asociados a los payasos.
Gracias a la viralidad de los videos de estos payasos siniestros, se pudo constatar que la coulrofobia es un fenómeno mucho más frecuente de lo que se piensa.
Gracias a la viralidad de los videos de estos payasos siniestros, se pudo constatar que la coulrofobia es un fenómeno mucho más frecuente de lo que se piensa.
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Estos son algunos testimonios de personas que lo pasaron muy mal gracias a estos terroríficos seres.
“¡Que empiece el show de Pitirijas!”, Pau.
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“Pasé varias fiestas de cumpleaños debajo de las mesas”, Peter
“Te va a pasar lo mismo que a Billy, el de la película de Eso”, Liz
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