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Cultură

5 razones para explicar por qué “Masterchef Junior 3” ha sido un fracaso total

Puestos a hacer televisión espectáculo, o vamos a por todas o mejor nos quedamos en casa.

Se despidió ayer la edición más decepcionante y menos seguida de "Masterchef Jr.". Ganó María en una final sosa, poco apasionante, pero el resultado seguramente es lo que menos nos importa de un programa que de la noche a la mañana, de una edición a otra, ha perdido miles de seguidores y ha pasado de ser una de las grandes bazas navideñas de TVE a un fracaso que afecta de lleno a una franquicia que hasta la fecha no conocía la palabra derrota. En el universo televisivo siempre es complicado explicar por qué un producto rentable y exitoso de repente deja de funcionar y enganchar a la audiencia, pero aquí hemos intentado exponer las cinco principales razones de este batacazo.

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A los niños los carga el diablo

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Stop niños. Basta ya. De tanto exprimirle la teta han dejado a la vaca más seca que el desierto de Mojave. Este año hemos perdido la cuenta de los programas protagonizados por niños que se han podido ver en la pequeña pantalla: "La Voz Kids", "Pequeños Gigantes" o "Levántate", entre muchos otros, han ido cargando de razones, argumentos, reproches y exabruptos a los que abominamos de tanta presencia infantil en programas y horarios que no son precisamente infantiles. Bienvenidos al mundo al revés de nuestras televisiones generalistas: en prime time solo aparecen niños y en horario infantil solo aparecen adultos.

Y claro, a "Masterchef Jr.", que ha sido el último en llegar este año, le ha tocado pringar. Bailar con la más fea. Su tercera edición ha llegado en un momento de notoria saturación y hartazgo del espectador. Del que ya venía calentito de casa y también del que no, sobrepasado ante tanta demostración de talento, sabiduría y destreza precoz de niños que aparentan más años de los que tienen. Incluso su público potencial, aquel que deja caer unas lágrimas y ríe todas las gracias de los pequeños, ha tirado la toalla y ha exclamado un sonoro "Hasta aquí". Necesitamos un jodido descanso.

Hasta los huevos de la cocina

Al cansancio general que provoca tanto niño correteando por los platós y al desastre generado por su mala programación en la parrilla, también debemos sumarle otro factor importante para explicar por qué esta edición no ha cuajado: empezamos a estar hasta el moño de tanto cocinero. Aún es el momento de saber y entender por qué de la noche a la mañana los chefs se han convertido en las nuevas rock stars. Los tenemos hasta en la sopa, nunca mejor dicho. Y la tele, que siempre explota al máximo este tipo de fenómenos pop de nueva creación, se ha lanzado en carpa a por ese perfil para sacarle todo el jugo posible.

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El universo catódico es especialmente pesado con las modas y las tendencias. Cuando algo funciona no se priva de nada, y ahí es cuando todas las cadenas se ponen de acuerdo para hacer lo mismo, en serie, como si no hubiera mañana. ¿Qué los cocineros tienen tirón y dan audiencia? Pues venga, todos a hacer programas de cocina, de mil y una formas distintas, a cual más ridículo. Y si puede ser a la vez, en competencia directa, por aquello de que el espectador acabe bien asqueado del tema, muchísimo mejor. Lo han conseguido, vaya si lo han conseguido.

No son programadores, son enemigos

En televisión no hay nada seguro ni infalible. Pero, chico, hay unos mínimos con los que conviene no jugar más de la cuenta por si las moscas. Por ejemplo: si tienes entre tus manos un programa protagonizado y dirigido al público infantil, estrénalo cuando tu target esté en pleno periodo vacacional. De primero de programador. Un básico. Suena fácil, ¿no? A ver, que se trata de enganchar a tu potencial audiencia desde el primer día, y no al revés: cuando los chavales ya no tenían que ir al cole y, por consiguiente, podían trasnochar algo más, "Masterchef Jr." ya iba por la cuarta gala. Normal que haya habido desbandada de share en comparación a las dos ediciones anteriores.

Por el contrario, si consigues enganchar al público de inicio tienes algo ya ganado: por mucho que las galas finales te toque emitirlas en época escolar, ya tendrás a la audiencia atrapada y pendiente, y ésta hará el sacrificio que convenga para seguir vinculada a la dinámica del programa: "si he llegado hasta aquí, ¿cómo diablos no voy a ver la finalísima?", advierte el espectador cuando se encuentra en este tipo de tesituras. Al revés, en cambio, tienes todas las de perder. Y así ha sido en esta tercera edición del concurso, que ha registrado sus peores datos de audiencia hasta la fecha.

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La primera edición de Masterchef Jr. se estrenó el 23 de diciembre de 2013 y finalizó el 6 de enero de 2014 (con un 17,9 % de share de media). La segunda arrancó el 30 de diciembre de 2014 y acabó el 2 de febrero de 2015 (con un 16,06 % de share de media). La tercera, sin embargo, levantó el telón el pasado 1 de diciembre para bajarlo ayer por la noche (con un 13,2 % de media hasta la final). Conclusión: el programador de TVE es un tuercebotas. ¡El 1 de diciembre! McFly, ¿hay alguien en casa? No sé, se me hace difícil encontrar un equivalente para ilustrar semejante insensatez. Es como si una empresa de flip flops decide abrir sucursal en Groenlandia, como si una horchatería avanza la temporada a febrero o como si Luis Enrique no alinea a Messi contra el Real Madrid.

El adulto también cuenta

Si algo ha enseñado Pixar al mundo, al margen de sus majestuosas producciones animadas, es que no tiene sentido conformarte con un solo público si puedes aspirar a convencer a muchos otros. La magia de muchas de sus películas es que gustan por igual a niños y adultos y consiguen atraer a espectadores de todas las edades, con o sin hijos. Y eso es todo lo que no ha conseguido "Masterchef Jr." en esta tercera edición, que ha adoptado un tono y una apuesta televisiva demasiado empeñada en agradar al público joven y dejar de lado al mayor. Si antes ya parecía un producto excesivamente infantilizado, este año han superado cualquier expectativa.

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El programa ha tenido momentos de vergüenza ajena. Porque en su afán por adaptarse al medio y el target se ha olvidado que los mayores también juegan y también cuentan. Esta manía ancestral de tratar a los niños como si fueran más niños y más tontos de lo que en realidad son ha acabado por fastidiar esta versión del formato, en clara contraposición a otros programas que no cometen errores de tanta envergadura. Por ejemplo, "La Voz Kids" es un programa con niños, pero dirigido a todos los públicos, de ahí su descomunal éxito de audiencia e impacto popular más allá de su puesta en escena y su punto de partida.

Casting sin historia

Los directores de casting de "Masterchef Jr." son directores de casting. Y ya. No obran milagros. Y niños repelentes, graciosos, talentosos y televisivos no hay tantos como para llenar cuatro o cinco programas distintos en menos de un año. Hay que decirlo: exceptuando dos o tres chavales 'especiales' que nos han llamado la atención, el elenco de participantes de esta tercera edición ha sido sorprendentemente insulso. Flojito, por decirlo de una manera elegante. Los chavales no tienen la culpa, a fin de cuentas: ni han dado momentos televisivos memorables ni tampoco han demostrado un talento para la cocina fuera de lo común en el contexto del propio programa.

Es decir: puestos a hacer televisión espectáculo, o vamos a por todas o mejor nos quedamos en casa. O jugamos la carta del freakismo, la repelencia extrema y los viejóvenes profesionales, que es un poco lo que ha hecho "Pequeños Gigantes", o nos sacamos de la chistera a cinco futuras estrellas Michelin. Y en esta tercera edición, por desgracia, no ha sucedido ni una cosa ni la otra.