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Un anciano nos observa con curiosidad. No parece importarle, ni a ellos tampoco. "Hemos visto cómo gente se queda mirando las plantillas e inicia un debate. Una vez vimos a una pareja de señoras a la puerta del mercado preguntándose qué significaría eso, si nos referíamos a los perritos o a qué". Otra de las activistas interviene: "Creo que no se daban cuenta de que igual hacíamos más referencia al pescado y los filetes que llevaban en las bolsas de la compra… Igualmente es positivo que se hagan preguntas".Tras pintar entre 100 o 150 plantillas, llega el momento de colocar la primera de las pancartas en uno de los puentes peatonales de la M-30. "Hay que hacerlo bien: si por cualquier razón se cayese podríamos tener un problema. Y lo que es peor: podría provocar un accidente". El proceso lleva unos minutos antes de volver al coche hacia otro punto de la misma M-30. En la colocación de la segunda pancarta, la cosa se complica por culpa del viento. "¡Joder, menudo equipo de patosos!", masculla una de ellas. La Policía aparece frente a nosotros y por un momento se percibe cierto nerviosismo en el grupo, pero el coche acaba pasando de largo. "Seguramente tengan mejores cosas que hacer que multar a una panda de 'mataos' como nosotros", bromean, antes de subirse a la furgoneta y enfilar la A-2.Una vez vimos a una pareja de señoras a la puerta del mercado preguntándose qué significaría eso, si nos referíamos a los perritos o a qué (…) no se daban cuenta de que igual hacíamos más referencia al pescado y los filetes que llevaban en las bolsas de la compra…