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Noisey

Un largo viaje en coche con Car Seat Headrest

Hablamos de colocarse y sufrir ansiedad con el líder de Car Seat Headrest, Will Toledo.

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No hay mejor lugar que tu coche para estar sola escuchando música. Incluso con un equipo normalito, la música puede hacer que un viaje pase de ser una experiencia solitaria y poco confortable a convertirse en un lugar sagrado. Podemos subir la música a todo volumen y podemos cantar incluso más alto, podemos llorar. Podemos desafinar y desgañitarnos, mientras observamos el mundo a nuestro alrededor a través del vidrio templado, nadie sabrá lo que está pasando detrás de él.

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Por eso, hace unos seis años, Will Toledo empezó a conducir su viejo coche hasta los parkings de iglesias y grandes almacenes de las afueras, lejos de las finas paredes de su dormitorio que podían delatarlo, para ponerse a cantar delante de su portátil en el asiento de atrás de su coche, con el reposacabezas como único público de su experimento. Esos intentos acabaron convirtiéndose en 11 discos que él mismo publicó en Bandcamp a lo largo de cuatro años, luego le llevaron a firmar un contrato discográfico con Matador y más adelante acabaron convirtiéndose en el retrospectivo, el retrospectivo, Teens of Style y el excelente debut en el estudio de Car Seat Headrest, Teens of Denial, que me ha estado acompañando durante mis viajes a lo largo de unos 1300 kilómetros, y los que me quedan.

He escuchado mucho este disco, casi siempre sola y casi siempre en mi coche. Con él he encontrado un gran confort en la soledad, autoimpuesta o no. Acelerando por las avenidas de Los Angeles a las 2 de la mañana al ritmo de "Destroyed by Hippie Powers"; observando las vistas del estadio de los Dodgers mientras suena "Cosmic Hero", esperando un mensaje que nunca llega; llorando mientras escucho los primeros versos (bastante graciosos en realidad) de "(Joe Gets Kick Out of School for Using) Drugs With Friends" en el parking antes de entrar al curro. Así que fue un poco raro, y algo intrusivo, encontrarme con Toledo sentado a mi lado en el coche para comentar este disco.

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"Estamos en un momento de la cultura en el que no pensamos en el arte como parte de la vida", dice el músico de 23 años. "Es algo que se encuentra muy separado y que vemos como algo sagrado y creado por una especie de necesidad social. Siempre es un reflejo de la sociedad y del artista". Empiezo a preguntarme quién es el que se está entrometiendo en los asuntos de quién.

En un principio teníamos que quedar en el Museo de la Muerte de Hollywood, pero a Toledo le preocupa perder su vuelo. Ha estado de gira con Car Seat Headrest durante los últimos meses y ahora está cansado y deseando volver a su casa en Seattle para tomarse un par de semanas de descanso antes del final de la gira.

Pero no tiene mucho tiempo para descansar. Una semana antes de la fecha marcada para el lanzamiento del disco en mayo, Ric Ocasek de The Cars denegó la autorización para la canción de Toledo "Not What I Needed", que incluía elementos del clásico de su banda de 1978, "Just What I Needed". Matador tuvo que retirar el disco —por primera vez en sus casi 27 años de historia—, retrasar el lanzamiento físico de Denial y destruir todos los vinilos valorados en más de 47.000 euros, y Toledo tuvo que volver a componer la canción en cuestión de días.

"Fue frustrante sobre todo porque no creo que ni tan siquiera llegar a escuchar la canción, o el disco, lo que creo que no es está bien", dice. "Más que ayudar a los pequeños artistas, esas leyes les hacen mucho daño. Solo protegen a grandes artistas que ya tienen al sistema funcionando de su parte".

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Toledo está muy concienciado en la lucha por ayudar a los más desfavorecidos: Teens of Style, su primer proyecto con Matador, incluyó 11 canciones de su fondo de catálogo, una especie de grandes anti-éxitos introspectivos y llenos de rock ruidoso con los que dejó de ser el favorito de los blogs para convertirse en la próxima gran esperanza del indie rock, un elogio que acepta con dudosa alegría.

"No estoy tratando de devolver a la vida el rock de guitarras, eso es una tontería", dice. "Creo más bien que estoy participando en la cultura musical tal y como se encuentra ahora mismo. Pero si puedo contribuir a cambiarla un poco también molaría".

Teens of Denial es el primer disco de estudio de Toledo, además del primer disco en el que ha contado con un productor externo, Steve Fisk (Soundgarden, Low, Nirvana) y una banda al completo, con Ethan Ives al bajo, Andrew Katz a la batería y Seth Dalby a la guitarra. Juntos, han conseguido retirar la máscara sónica y emocional que había marcado hasta ahora el trabajo de Toledo para crear un disco de rock sólido que, como dijo un amigo hace poco, te hace desear volver al instituto para poder llenar tus libretas con sus letras.

Denial va alternando entre acordes enérgicos de guitarra, líneas de piano introspectivo y arreglos llenos de trompetas, con elementos que, de haber caído en unas manos menos hábiles, se habrían convertido en un anacronismo del indie rock: mezclas atrevidas, líneas de sintetizador, cambios rítmicos inesperados, construcciones dinámicas que chocan en un caos total y guitarras que hacen que nos volvamos a emocionar con las guitarras. Para ensamblar todo esto tenemos la voz de Toledo, monótona, atontada, libre de reverb y capaz de alcanzar rasgos de barítono, gritos a pleno pulmón y falsete. "Mi música siempre me sirvió para documentar mi progreso como persona, no solo con las letras, sino también con la producción", dice. "La decisión de producir el disco así fue una opción temática".

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Si los anteriores discos de Car Seat Headrest trataban sobre la soledad y confusión de la adolescencia, Denial, escrito durante su transición hacia la realidad de después de la universidad, es una imagen del creciente dolor que sigue a esa época, y nunca se detiene.

"Si de verdad quieres conocerte, vas a tener que pagar el precio de no conocer a nadie más", canta en "Cosmic Hero", una verdad incómoda que, cantada a gritos a 60 mph, parece casi un alivio.

Denial captura la epifanía del anticlímax de la edad adulta: un estudio, con una mezcla equilibrada de ingenio y patetismo (aunque nunca autocompasión), de la caída libre que se siente al perder la inocencia y reclamar auto-respeto, perdiendo la fe e intentando agarrarte a algo, cualquier cosa con tal de reemplazar esa pérdida.

"¿En qué punto dejas de ser un adolescente ansioso y empiezas a ser un adulto?", se pregunta Toledo, el ritmo de la autopista se cuela en nuestra conversación. "No hay una respuesta clara para eso".

En el tema central del disco que dura 11 minutos, "The Ballad of the Costa Concordia", y que toma su nombre del sonado accidente de un crucero italiano en 2012, Toledo se lamenta de no poder parar de cagarla. Primero se hace daño montando en bicicleta, luego no es capaz de mantener su trabajo, se olvida de su mochila después de jugar al baloncesto, se pilla un pedo "cada jueves, viernes, sábado y —¿por qué no?— domingo", porque nadie le dice que no lo haga. La lista sigue y sigue hasta que descubre algo en común con el incompetente capitán del crucero: "¿Cómo se supone que debía controlar este barco? / Fue un error que me salió caro".

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La canción es tan desgarradora como cómica y representa ese momento en el que nos damos cuenta de que nos van a pasar cosas malas simplemente porque no sabemos cómo hacerlo mejor. En cierto momento, hay que abandonar la inocencia para asumir un sentido de responsabilidad. Tanto si olvidas tu mochila en la pista de baloncesto como si te cargas un crucero de más de 400 millones de euros, tus errores acaban haciendo daño a la gente que más te importa.

"Tengo una relación de amor-odio con esa canción", dice Toledo. "Es bonita e infantil, pero también tiene valor. Nació de un par de noches que pasé en vela porque me sentía frustrado e incapaz de reaccionar ante cualquier cosa, tumbado en la cama, desando estar muerto o poder dormirme. Era más un estorbo que una ayuda. Mucha gente ya había logrado superar todo eso pero yo seguía jodiendo las cosas cada día y eso era algo que me frustraba".

El humor y energía del disco sale de su furia, pero también hay una profunda corriente de soledad que le da peso: la forma en la que no logramos conectar porque protegemos demasiado nuestra necesidad por hacernos entender y el aislamiento al que nos sometemos por no estar lo suficientemente chalados.

"Hay un retrato de Van Gogh / En la página de Wikipedia sobre la depresión clínica / Sí, eso ayuda a describirlo", canta Toledo en "Vincent", una embestida de trompetas y feedback que parece la banda sonora de un ataque de pánico a media noche cuando no tienes nada real para mantenerte despierto.

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No queda muy claro si es un verso sarcástico, ni si él mismo lo sabe. "Es difícil clasificar los dolores", dice Toledo. "Depende si te comparas con una persona 'chalada' o una persona sin hogar. La única solución real es estar agradecido cuando tienes la capacidad de mostrar gratitud, y ser paciente cuando no la tienes".

Los trastornos mentales siempre han estado presentes en las letras de Toledo, pero se apresura a aclarar que no se considera una persona depresiva ni que tenga cualquier otro trastorno mental ("Conozco a personas que han sufrido depresión y es realmente terrible"). Y aquí es donde entra en juego "Fill in the Blank": el intenso tema que abre Denial es tanto un desmantelamiento como una celebración de la ansiedad que sufre una generación harta de que la generación anterior le diga que no se esfuerza lo suficiente, incluso si en ocasiones esta otra generación tiene razón. "Es inevitable describir por lo que estás pasando, porque quieres hacer justicia sin exagerarlo o convertirlo en algo que no es".

En persona, Toledo (que no es su apellido real) parece no tener mucho que ver con el descontento y desilusión en los que se basan las historias del disco. Habla mucho, pero no demasiado, con una sonrisa amplia y fácil que se convierte en media sonrisa cuando escucha. Su aspecto discreto —gafas de pasta negras, pelo negro con flequillo y, durante mi entrevista, un par de granos sobre sus suaves mejillas— oculta un sutil magnetismo que hace que las cosas suenen un poco más de verdad cuando es él el que las dice.

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"Lo bueno de acabar el disco es que también puedo decir lo mismo de esa parte de mi vida", dice riendo entre dientes. "Lo próximo que haga será mucho menos cínico. Cada disco que he escrito se supone que debería reflejar el arco de un patrón emocional que he estado teniendo, y acabar el disco es lo que hace empezar el siguiente patrón emocional".

El siguiente patrón de Toledo parece que será más alegre; según explica habrá más gente en él, y también sorpresas. Señala el tema más pop de Denial, "Unforgiving Girl (She's Not An)", una alegre canción de amor a la antigua usanza cuyo optimismo musical y textual marcan un nuevo territorio para Toledo, además de señalar cómo podría sonar su próximo movimiento artístico. "Este es el fin de ese personaje, una figura frustrada y solitaria que no tengo por qué ser yo", Toledo dice sobre el capitulo que cierra Denial. "Eso es bastante liberador".

Siento vergüenza porque una pequeña parte de mí siente cierta decepción tras escuchar eso. Pero también es eso lo que pretende: nos asusta abandonar el dolor para adentrarnos en la realidad incierta que le sigue. El desprecio por uno mismo y la frustración ya los conocemos, sabemos qué hacer con ellos, nos refugiamos en ellos. Pero el amor, el respeto por uno mismo y abrirnos a otros son riesgos mayores.

Si Toledo ya está siendo aclamado como el chico modelo para la generación del Bandcamp, la carrera de Car Seat Headrest no ha hecho, según cómo lo miremos, más que empezar. Puede que lo próximo que haga sea profundizar en la música electrónica con la que ya ha estado experimentando. O quizás dejé por completo la música —ha dicho que le gustaría trabajar en el cine o la televisión algún día, aunque seguramente eso no sea dentro de poco. Lo que está claro es que ya tiene un tesoro de nuevas canciones que ha ido escribiendo en los dos años desde que escribió casi todas las canciones que componen Denial. Lo que haga con ellas, o lo que les seguirá, es una incógnita para todos, y por primera vez es algo que no le importa.

"Había visto la mayoría de las experiencias de la vida cientos de veces en la tele, en internet y en el cine antes de haber podido experimentar alguna de ellas", dice. "Intimida cuando eres tú el que tiene que empezar a vivirlas y acostumbrarte lentamente a ver todas esas cosas por ti mismo".

Quizás crecer no significa darnos cuenta de que la vida está en su mayor parte fuera de nuestro control, sino elegir amar esa incertidumbre e invitar a otros a la soledad, sin importarte que te escuchen cantar o vean llorar.

Tras 90 minutos de conversación apresurada, y unos cuantos recálculos de nuestra ruta en el GPS, por fin llegamos al aeropuerto de LA. Ha llegado con mucho tiempo. Nos despedimos y me vuelvo a quedar sola en el coche. Pongo algo de música y el disco sigue donde lo dejé. Empiezo a conducir y a cantar sobre la música.

Traducido por Rosa Gregori.