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Cultură

Adolf Hitler y Camarón: gitanos nacionalsocialistas en Castellón

Exploramos el extraño fenómeno de los gitanos nazis de Castellón.
Manifestación de España2000 en Castellón. Imagen vía

Cuando el líder populista y xenófobo Josep Anglada fue, literalmente, ovacionado y aupado como un torero en una tarde de triunfos por la comunidad gitana de Badalona en su campaña para las elecciones municipales de 2011, muchos movimientos sociales no supieron como digerir tan paradójica actuación. Sin embargo esa situación no es tan anecdótica como pudiese parecer y un poco más al sur, en Castellón, hay un ejemplo todavía más heavy de integración gitana ultraderechista.

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No todo son pelotazos urbanísticos y corruptelas aeroportuarias en Castellón. Esta aburrida ciudad mediterránea posee una pluralidad cultural y sociológica crecida al calor del desarrollo industrial de la industria de la cerámica. El pequeño pueblo que vivía muy bien del cultivo de la naranja dobló su población desde 1970 a 2010, y no porque los castellonenses se pusieran a darle al tema de manera desenfrenada, sino por la emigración de andaluces, manchegos y castellanos, que unos por necesidad y otros por desertar del arado, fueron a trabajar en sus fábricas. A ellos hay que sumarles desde finales de los 90 la importante colonia rumana, que ya es más del 20% de la población. Este gazpacho de orígenes e identidades ha generado frutos curiosos.

Conforme crecía la ciudad a principios de los 70 el celoso Estado preocupado por la seguridad pública determinó la creación de nuevas comisarías de policía y de viviendas sociales para los nuevos agentes de la ley. Eran los años de la Policía Armada, que dependía directamente del Ejército de Tierra y que solía ser un destino de muchos soldados de reemplazo una vez acabado el periodo del servicio militar, sobre todo de los procedentes de las zonas más deprimidas económicamente del país. No es de extrañar por tanto que el barrio construido para la Policía Armada se denominase “La Guinea”, aludiendo directamente a la antigua provincia de Guinea española, donde habían hecho el servicio militar muchos nuevos policías, y un porcentaje nada desdeñable de estos también estuvo en la guerra de Sidi-Ifni, una guerra de las que curten, con bombardeos de gas, canibalismo, decapitaciones de por medio, sin que la férrea censura franquista dejara que trascendiesen los detalles de la misma. Este barrio se creó muy cerca del estadio del C.D. Castellón, el mítico Castalia, tan querido por los castellonenses de toda la vida. Los nuevos funcionarios, como suele pasar, en su mayoría forasteros, hacen vida de forma un tanto independiente respecto del resto de la población, pero la cercanía del Castalia hace que algunos hijos de las familias de policía se aficionen al equipo local y entren en contacto con los jóvenes castellonistas cuyo grupo más bullanguero en aquellos años es el “Frente Torre“, uno de los grupos ultra más antiguos. Son los primeros años 80 y el fenómeno ultra está en plena efervescencia en España.

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Front Orellut. Imagen vía

Como es bien sabido cuando un hijo de policía sale cabrón sale cabrón de verdad. Y los jóvenes de La Guinea están en la vanguardia del grupo ultra castellonense, que a partir de 1987 pasa a llamarse Front Orellut (“Frente Orejudo” en castellano; por “orelluts” se conoce popularmente a los seguidores del C.D. Castellón). Las gradas españolas en aquellos años son un caos de testosterona juvenil, donde se puede beber alcohol y consumir cualquier droga sin limitación alguna, donde la presencia policial es anecdótica y se limita a sacar escoltado a los árbitros, los incidentes con aficiones rivales son la tónica de la jornada y donde empiezan a proliferar símbolos políticos en las gradas de modo bastante aleatorio. Por aquellos años se ven esvásticas por ejemplo en las gradas de Riazor y estrellas rojas en las gradas del Santiago Bernabéu, cuyos ultras son fundamentalmente heavies y punks. Los ultras del Sevilla, cuyo nombre, Biris, rinde homenaje a un jugador de raza negra, exhiben enormes banderones de España y cantan el Cara al Sol, mientras que los del Betis son independentistas andaluces. Por mimetismo o postureo, un tanto determinado y condicionado por los antecedentes familiares de la mayoría de los ultras del C.D. Castellón, el Front Orellut también cuelga esvásticas y se pone la etiqueta de grupo “ultraderechista”. Tampoco es ajena Castellón a la influencia de la cercana Barcelona donde los primeros skins hacen su irrupción con una contundente y deslumbrante estética que pese a los orígenes multirraciales del movimiento en España viene influenciada por la adhesión de finales de los 70 a movimientos racistas británicos. Así la mayoría de los skins barceloneses de aquellos tiempos estarán claramente posicionados con los movimientos de la aún entonces relativamente activa ultraderecha españolista catalana.

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Pero en Castellón avanzan los años la situación social empieza a cambiar. Los trienios por años de servicio, los ascensos, la mejora general de la economía, hacen que las humildes casas de La Guinea se queden pequeñas para la mayoría de los policías, que se desplazan a pisos más céntricos y acordes con su nuevo estatus. Muchos pisos de La Guinea son vendidos a gente humilde y el ayuntamiento se queda algunos en los que coloca a familias de etnia gitana. La Guinea tiene un fuerte carácter e identidad de barrio y lejos de producirse enfrentamiento alguno entre los viejos y nuevos inquilinos estos se integran en la vida cotidiana del barrio y se produce un fascinante intercambio cultural. Los gitanos se hacen ultras del C.D. Castellón, respetando la estética y parafernalia del grupo, aunque dando inevitablemente cierto toque personal. En aquellos años el consumo de drogas en las gradas se generaliza, siendo un foco de atención para los yonkis de la ciudad. Y es que cuando un hijo de policía se hace yonki, se hace yonki de verdad.

Este fenómeno ha tenido cierto parangón en otras ciudades españolas, que han generado la cultura de los “Skinkis”. Así pasó en las gradas del Betis, que del independentismo andaluz pasó a formar uno de los grupos más significadamente ultraderechistas siendo un gran porcentaje de sus miembros oriundos de la barriada de las 3000 viviendas, de mayoría gitana. También en Barcelona aparece esta confluencia, con llamativas manifestaciones culturales, como la versión que el grupo musical hooligan del FCB Sospechosos Habituales hace del “Quiero ser libre” de Los Chichos, uno de sus grupos de referencia según propia confesión. Sospechosos Habituales es el alter ego del grupo de música nazi Arma Blanca.

Esta ha sido la realidad de los ultras nacionalsocialistas gitanos de Castellón hasta nuestros días, constituyendo el llamado Bastión Gitano del Front Orellut, con ultras míticos de etnia gitana como el Portugués, Visentet, Cagancho o Florines. En su pancarta se podía ver la cruz céltica junto a la Virgen del Lidón, patrona de Castellón, de la que son devotos muchos ultras castellonenses, así como del Jesús de Medinacelli cuya cofradía, conocida en Castellón como “de los gitanos” también está formada por muchos ultras castellonistas. De allí salieron incluso políticos ultraderechistas, como Santiago Bojados, concejal por España2000 en el cercano pueblo de Onda. Precisamente su popularidad en dicho pueblo se debió a unos incidentes entre magrebíes y gitanos, algunos de los cuales tenían familia en La Guinea. Estos organizaron las protestas contra los magrebíes y ya en dos ocasiones el histórico de la ultraderecha castellonense Santiago Bojados ha obtenido acta de concejal en Onda.

Hace unos cinco años el movimiento antifascista de Castellón empezó a crecer de manera notable y a hacer frente a los nacionalsocialistas de Castellón que hasta entonces imponían su ley en las calles. Conciertos, centros sociales, movilización callejera, boicots a la propaganda y actos fascistas. Este último año fue especialmente movido en enfrentamientos. Los nacionalsocialistas gitanos de La Guinea tienen un local en el barrio, a modo de centro social fascista. Durante las fiestas de La Madalena de Castellón fue asaltado por antifascistas llegados desde todo el Estado como respuesta a un ataque anterior por parte del otro bando al centro social antifascista La Cosa Nostra. El local quedó destrozado y los antifascistas fueron acusados de llevarse una cierta cantidad de dinero de orígenes inciertos y presuntamente turbios del centro social nacionalsocialista. Las escaramuzas siguieron durante los meses siguientes, con agresiones al importante clan gitano de los Isasi por parte los antifascistas. La cosa se puso muy fea el día del último partido de liga del C.D. Castellón en el que los nacionalsocialistas gitanos organizaron una cacería del antifascista.

Solo el futuro dirá como avanzará el movimiento ultra en Castellón y si el nacionalsocialismo se abrirá al resto de razas que forman el mosaico multicultural de la ciudad de Castellón.