Ver es creer

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Ver es creer

Entrevistamos al fotógrafo Jordi Pizarro sobre su serie "The Believers Project".

La realidad de la industria fotográfica es que si no haces fotos de moda o fotoperiodismo, es muy difícil sobrevivir. Lo cual es triste al pensar que la mayoría de los grandes fotógrafos desde Lillian Bassman a Isabel Muñoz (no sé por qué se me ha ocurrido poner estas dos fotógrafas), se rebelaron contra estas categorías. Jordi Pizarro es un joven fotógrafo catalán cuyo trabajo sorprende, en parte porque hace lo que los grandes fotógrafos siempre han hecho: sigue su propia visión para crear series que reflejan lo que a él le interesa a nivel personal. Es una visión que le ha llevado a fotografiar santería en Cuba, judíos ultra-ortodoxos en Jerusalén y el peregrinaje masivo del Kumbh Mela para The Believers Project, una meditación sobre la fe y el espíritu humano que podéis ver en la galería de arriba. También nos ha contestado unas preguntas desde Bangkok sobre la serie y nos ha explicado por qué huye de “esos encargos de redacción que huelen a aire acondicionado”. VICE: Hola Jordi. Nos conocimos en Barcelona, pero hace tiempo que vives en Asia. ¿Qué tal allí? En realidad estoy aquí temporalmente a forma de prueba para instalarme seguramente en Nueva Delhi a finales de este año, con la idea de permanecer allí un tiempo y poder moverme por varias partes del Sudeste Asiático. Soy freelance. Desde hace un año trabajo con una agencia italiana de reportaje, pero como freelance. Ellos me venden fuera de España. Trato de huir un poco de la prensa diaria, para eso ya están las grandes agencias con buenísimos fotógrafos. Prefiero centrarme en historias personales a largo plazo, y con tiempo, decidir el qué y el cómo, sin que nadie me diga el tiempo que tengo que estar o cómo tengo que enfocarlo. Pero claro, tampoco se vive del aire y no se puede hacer lo que uno siempre quiere. Soy consciente que hago cosas por dinero, pero siempre para poder terminar haciendo lo que me gusta. Siempre nos has asombrado por tu manera de involucrarte en las historias. ¿De qué trabajo estás más orgulloso? Acabo de hacer un proyecto sobre la situación de las mujeres en la India, enfocado en los abusos sexuales, las feministas, las nuevas generaciones de mujeres luchadoras. Éste es el que ahora siento que ha valido más la pena hacer, por la temática. Hay un gran problema en la India que tardará años cambiar. La sociedad patriarcal de fondo sigue existiendo, siguen los abusos sexuales, los ataques con ácido, los maltratos, el aborto selectivo de niñas antes de que nazcan, la venta de niñas menores, los matrimonios forzados, etc.. ¿Las fotos de The Believers Project fueron sacadas a lo largo de cuántos años? ¿Y en cuántos países? Las fotos, de momento, las he sacado en la India, Israel, Polonia y Cuba, y trabajé en ello durante los dos últimos años. Es el principio. Tengo en mente otros países como Filipinas, Tailandia, Venezuela, Etiopía, Haití, Irak… La verdad es que no sé con precisión en qué otros países voy a trabajar, prefiero no hacer planes a larga distancia e ir poco a poco. El problema de este proyecto es la financiación, son historias que no tienen salida en los medios de comunicación tradicionales, son atemporales, no son noticia, y encima son en blanco y negro. Así que estoy pensando cómo me lo monto para poder seguir con todo esto. Ahora en breve lanzaré la página web www.thebeliversproject.com, con la intención de hacer visible el proyecto de una forma más global, más específica y más pública. ¿Por qué te interesa el tema de la devoción?  

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Me interesa el ser humano en general. Las diferentes culturas, las religiones, y cómo se afronta en cada una de ellas sucesos como la muerte, la enfermedad, la esperanza, la desesperación… El ser humano siempre saca lo peor y lo mejor de cada uno en ciertos momentos de la vida. En la religión se ven cosas increíbles, como la gente que hace una promesa en Cuba y viaja dos semanas caminado de rodillas con una roca de 40kg atada al pie, con la esperanza de que su hijo se cure de cáncer o para agradecer a San Lázaro que un familiar salió de una enfermedad. Creen que es un santo milagroso y hay mucha devoción, es algo surrealista, pero a la vez precioso. Comparado con tus primeros trabajos, con los transexuales del Raval por ejemplo, es como si te centraras en la esperanza, por encima de la desesperanza. ¿Es algo así? La verdad es que no lo sé. Ése fue mi primer trabajo y lo veo muy lejos. Nunca pienso en que una historia termine bien, las cosas son como son y la vida no es justa para muchos. Me interesa mostrar las cosas tal y como son, de la forma más sincera y humilde posible. ¿Hasta qué punto te involucras con tus sujetos para sacar la imagen que quieres? Me gusta lo que hago porque te hace vivir en primera persona, vives los sucesos de una forma privilegiada,  me gusta compartir, ser uno más de ellos, cuando consigues eso nadie está pendiente de ti, eres uno más. Pero claro, no siempre es posible porque hay factores que no dependen de ti, a veces no llegas, allí está la lucha del fotoperiodista, no perder la esperanza, ser constante, trabajador y ayuda tener una pizca de suerte. ¿Sabes cómo va a ser la imagen antes de hacerla? ¿Qué haces para estar en un lugar donde estás seguro de que saldrá la imagen que quieres? Yo viajo a los sitios que me interesan para hacer un reportaje, para explicar una historia de algo que está pasando. Me limito a hacer fotos de lo que sucede, de lo que pasa delante de mi. A veces sale mejor que otras, eso es todo. Hay sitios como en Cuba que he tenido que volver tres veces para seguir con el proyecto sobre la santería cubana y aún veo que faltan fotos. Sin embargo en Jerusalén fui sólo una vez y ya veo la historia terminada. Cuando ves que te faltan fotos sólo es cuestión de pasar más tiempo, volver, volver y volver. Cuéntame cómo fue cubrir el Kumbh Mela. Con tanta gente tiene pinta de ser un caos. Sí, el Kumbh Mela es la congregación humana más grande del mundo. Van a bañarse en la unión de los ríos más sagrados, el Ganges, el Yamuna y el mítico Saraswati. Asisten alrededor de 100 millones de personas en el lapso de dos meses. Y yo personalmente odio las aglomeraciones, pero fue toda una experiencia. En sólo un mes levantaron una ciudad temporal para acoger a todos los peregrinos, se llenaron los 45 kilómetros cuadrados de campamento provisional de tiendas de campañas, como si fuera un gran campo de refugiados pero con tenderetes ambulantes, lavabos hechos con telas, grupos organizado de turistas, etc… La verdad es que para ser India me sorprendió el nivel de organización que había, era como una perfecta anarquía en lo que todo más o menos funcionaba. El día 10 de febrero, en el baño principal, había unos 30 millones y no se podía caminar hacía ninguna parte, estuvimos muchas horas así, ese día murieron varias personas en una estampida, en parte por la mala gestión de la policía. En general no me gusta trabajar en sitios con tantos fotógrafos, era muy mediático, había una luz muy dura, distancias interminables… ¿Prefieres cubrir fenómenos culturales masivos como ése, o comunidades más pequeñas con historias más personales que puedes explorar a fondo?

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Como te digo, odio las aglomeraciones, prefiero trabajar solo, ser el único fotógrafo allí, pero en estos reportajes como el de India eso es muy difícil, casi imposible diría. A veces en otros si puedes trabajar solo. Tienes que adaptarte a lo que hay, eso es todo.