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Cultură

España se droga, España se medica

A continuación, una lista de gente afín a VICE y sus potingues predilectos.

Lo dice gente que lo ha estudiado a fondo y llenado unas cuantas resmas de papel al que luego han impreso membrete oficial: España se droga. Pues vaya descubrimiento, eso también se lo podríamos haber dicho nosotros. Ah, pero ojo, que las drogas ilegales son un problema, un problemón según afirman las altas instancias, pero poca cosa en comparación con las toneladas de drogas legales, vulgo medicamentos, que la ciudadanía se administra con alegría y sin rigor. Venga antidepresivos, venga calmantes, venga antitusígenos, venga, venga, venga… Lo que haga falta con tal de sentirnos bien por un rato aunque a la larga se nos quede el hígado hecho fuagrás y la cabeza en órbita permanente. Pues sí, amigos: España se droga a tutiplén, con respaldo legal y receta en mano, siendo la farmacia la segunda casa de mucha gente y un espacio en el que a este paso se instaurará un “Happy Hour” medicamentoso durante el cual estará permitido atracarse de píldoras y supositorios de glicerina. En VICE, preocupados como estamos por los últimos informes oficiales, se nos ocurrió celebrar una reunión para revelar ante los compañeros las medicinas favoritas de cada uno. La variedad resultó bastante notable. La conclusión a la que llegamos fue que, con la metralla activa que deglutimos con regularidad, deberíamos estar todos más sanos que una pera. A continuación, una lista de gente afín a VICE y sus potingues predilectos.

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PAUL GEDDIS: 3 Ibroprofen de 600mg con un Redoxon. Cada cuando me hace falta. Últimamente no me están sirviendo para nada, así que tendré que subir el dosis o buscarme otra cosa. Hace años tomé dexanfeta para hacer un curro de mierda que tenía vendiendo periódicos de puerta a puerta. Fue en Sydney, en todas las afueras, páramos, medio bosque, con mogollón de cuestas y bichos por todos lados. Ahora, después de los incendios de este año, espero que todas estas casitas tan bonitas estén hechas cenizas.

RUBÉN LARDÍN: A mí las drogas que más me interesan son las que procuran paz y las que aceitan la vida mortal. Será que ya tengo una edad. Me interesa el Alprazolam como recreativo y corregidor. Para hablar en público, para volar en un día de angustia, para dormir mullido y profundamente en otro de estrés (nada de hipnóticos, los hipnóticos son ferrosos, no molan) o para leer un buen libro a toda conciencia, sin ansiedades. Con la picha fuera y a todo lujo. Un miligramo de vez en cuando, al gusto, es la dosis perfecta, y un vino o un martini potencian la cosa. Dicen que es adictivo pero mienten. Y tengo entendido que es tan nocivo como una aspirina. El Alprazolam es un alimento bendito. Las recetas me las regalaba un viejo amigo al que ya no veo, así que ando buscando proveedores. Gracias.

BERTA VALLS: ¿Vale la vitamina B12? Me la tomo durante todo el otoño, si tengo un poco de bajón de esos estacionales que se llaman. Y, bueno, ni idea de si funciona realmente, pero psicológicamente ayuda. Cuando era más joven me tomaba las píldoras de una amiga de una amiga que estaba muy gorda y las tomaba para perder peso. Las mezclábamos con alcohol y era como el speed. Más que para automedicarnos era para colocarnos. También pillábamos de vez en cuando Efedrina en una farmacia de las Ramblas.

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JESÚS BROTONS: Uno, que es previsor, nunca sale de casa sin un blíster de diez unidades de Ibuprofeno, que va imponente para las migrañas matutinas. Una o dos cápsulas antes de dormir bastan, pero como nunca se sabe si en transcurso de la noche se va a perder un brazo de un disparo a bocajarro, algo que tiene que doler lo suyo, unas cuantas de reserva no estorban. Y el Gamalate B6 mola lo suyo. Son unas pastillas para la memoria, azules como el Soma, que me voy tomando cada vez que me acuerdo. En las últimas semanas me he acostumbrado a ir administrándome dosis amigables de gingseng rojo, que dicen por todas partes que procura efectos maravillosos y saludables en el organismo dejándote limpio y coreano, y que a mí lo único que me procura es un agradable ronroneo en los testículos. Justo lo que buscaba.

PAPAYO: ¡Ron, miel, limon y mantequilla! Todo bien caliente; vamos que la lengua se te ponga como calva de jubilado. Se toma en cucharadas soperas, una a una, mientras te acuerdas de tu abuela dándote un buen sermon por irte toda una tarde bajo la lluvia a meterte en los charcos de agua del barrio del lado, el barrio de las chicas monas, a las que sus padres dejaban hacer lo que quisieran porque seguro que estaban con la churri del trabajo en el motel de turno. En fin, que el colocón que más me ayuda a superar esos bellos momemtos de lucidez con fiebre es la medicina de la abuela borracha.

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Korova: El Disneumón Pernasal es el puto Emperador de los anticongestivos nasales: te enchufas su difusor en la tocha, aprietas el dosificador y un torrente de picante frescor irrumpe en tus vías respiratorias abriéndose paso a hostia limpia y mandando al infierno esas molestas mucosidades… Dineumon Pernasal viene embotellado en un frasco rojo, y tus narices lo agradecen con la misma alegría con que agradecen otras cosas que les entran a veces y que también pican lo suyo, al menos si te han vuelto a engañar.

DAN PERRY: De joven, entre los 3 y 4 años, me encantaba el Calpol, que es una solución / jarabe de paracetamol para niños. Escalé hasta la pica del lavabo subiendo sobre los grifos para alcanzar al armario donde estaban las drogas. Saqué el Calpol y me bebí la botella entera. A la vez abrí el grifo con los pies, el grifo de agua caliente, y al bajar me quemé los pies. Grité y me caí al suelo haciendo suficiente ruido para que lo oyeran dos plantas más abajo. Sólo por eso me encontraron mis padres, quienes dándose cuenta de lo que había hecho me llevaron al hospital para que me provocaran vómitos.

MIGUEL FIGUERO: Tengo varios medicamentos favoritos. Viniendo de los USA, desde pequeño para todo te medican. ¿Te tiraste un pedo? Pepto Bismol para que no te cagues encima. ¿Te duele la cabeza? Toma ya, dos Tylenol. Ay, que el niño está con la tos, enchúfale Dimetapp y Benadryl. Mi romance con la automedicación comenzó a temprana edad. El Dimetapp es lo puto más, sabe a zumo de uvas y siempre lo he querido mezclar en algún cubata. De peque me escondía en la lavadora a hincarme chupitos de Dimetapp. Ya entrando en mis 20 y en la “uni” conocí la Adderall, el Vicodin y la Percocet. El Adderall es una excusa para llevar a la peña enchufada, es anfeta legal que va de 5mg hasta 30… Las de 30 son salvajes. Yo me leí un libro entero de Debord en 3 horas haciendo apuntes a lo bestia y luego no dormí en 3 días… Igual te pillas unos regímenes, pierdes peso a saco y la peña empieza a cuestionarse si has pillado alguna enfermedad mala (más cuando eres marica). El Vicodin  es un relajante muscular, mientras que la Percocet es un calmante. Ambas pastillas usualmente se recetan a pacientes de cirugías plásticas o intervenciones muy chungas. Mis colegas y yo las tomábamos para ir a clase y luego de pre-cocktails con varios gin-tonics. Lujo total. Nunca olvidaré la noche en que una buena amiga mía se tomó dos de éstas y casi se muere mientras cenaba un Pato Pekín.

TONI L. QUEROL: A mí me flipa el Salmagne. Son sales de magnesio, tienen un sabor a limón alucinante, y me han salvado la vida unas 15.000 veces. Vale para comilonas salvajes, para noches de mal comer y mucho beber, para los gases causados por todo tipo de nefandas sustancias. Es mucho mejor que la mierda de sales de fruta ENO y, en verano, me las tomo con agua fría como postres. Mano de santo. Deshace cualquier entuerto digestivo por gordo y aparatoso que sea. Al beberlo es absolutamente im-po-si-ble no soltar un fantástico eructo y en sólo un par de minutos ya empiezas a notar que está trabajando en tu panza. Si triplicas la dosis, va muy bien para el estreñimiento típico de cuando vas de vacaciones.