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Hablamos con el hombre que creó la vagina de plástico más famosa del mundo

Steve Shubin y su familia iniciaron una cruzada para fomentar la masturbación masculina.

El modelo Stoya en el almacén de la compañía.

Steve Shubin quiere que hablemos más de la masturbación. El creador del juguete sexual más exitoso del mundo, el Fleshlight (una cavidad de plástico en forma de vagina dentro de un tubo que parece una linterna) dice que los hombres deben masturbarse más. También comenta que no entiende por qué los dildos se han convertido en un juguete sexual aceptable y los juguetes sexuales para hombres siguen siendo un tabú.

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Pero a Steve no siempre le ha preocupado la masturbación. Este portavoz de la masturbación creció en un hogar conservador junto a sus trece hermanos. No fue hasta los 40 años de edad que el embarazo de su mujer le obligó a crear la industria que ahora domina.

“El doctor dijo que, a nuestra edad —ambos teníamos 40 años entonces— teníamos que ser muy cuidadosos y dejar de tener relaciones sexuales durante del embarazo. Nos lo dijo justo al inicio del embarazo. Para mí fue un problema."

Salieron a cenar para celebrar el embarazo y Steve le preguntó a su esposa Kathy: “¿Pensarías que soy un pervertido si te digo que durante la falta de sexo uso algo para reemplazarte sexualmente? ¿Pensarías que soy raro?”

Steve Shubin, fundador de Fleshlight. Con una inversión de 50 mil dólares, rápidamente empezaron la compañía que eventualmente se convertiría en el hogar para Fleshlight. El único requisito de Kathy era que cualquier cosa que produjeran tenía que ser de buen gusto (“Algo artístico que no fuera un trasto asqueroso y desagradable”, fueron las palabras de Kathy, según Steve). Después de investigar, descubrieron que no existía un producto en el mercado con el cual competir. En 1995 crearon un producto digno de patentar. Lo primero que patentaron fue un maniquí sexual; según Steve “era anatómicamente perfecto, con un cuerpo mejor del que puedes obtener en un gimnasio”. Fleshlight es un negocio familiar, y los hijos adolescentes de Steve formaron parte de la lluvia de ideas para la creación del producto. Los Shubins se reunían en el comedor de su casa para recortar sus fotos favoritas de revistas, hasta que crearon el prototipo del maniquí.

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Después de dos años y algo más de 250 mil dólares invertidos en el proyecto, no habían vendido ningún maniquí. Fue durante esa época cuando Bob, un viejo amigo de la familia y empresario de éxito, visitó a Steve y Kathy en su oficina en California. Bob quedó muy impresionado y cuando Steve lo llevó al aeropuerto, le preguntó si podía enviarle una vagina de plástico a su casa. Steve se ofreció a enviarle un maniquí entero, pero Bob se opuso: “Oh no, no, no. Por favor no hagas eso. Tengo hijos”, dijo. “No podría llevar algo así a mi casa”. “En el camino de vuelta al aeropuerto, pensé: ‘Si mi propio amigo no acepta el producto, ¿cómo puedo esperar venderlo?’” recuerda Steve. Y se dio cuenta que el tamaño del producto era el problema principal.

“Cuando volví a la oficina, puse a mi equipo a trabajar en un concepto diferente. Contacté con mi abogado y empecé a trabajar en la patente y el derecho intelectual y de autor. Compré el dominio de internet y empecé a gestionar el aspecto legal al mismo tiempo que desarrollábamos el producto”.

Una vez el producto fue viable, el siguiente reto era determinar cómo hacer que el producto llegara a los hogares de los consumidores. Recordemos que hablamos de 1997 e internet era un mundo muy nuevo. “No era seguro, la gente no confiaba. Nosotros estábamos intrigados con internet, pero la gente nunca usaría una tarjeta de crédito para hacer una compra”, dijo Steve.

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El almacén de Fleshlight. A pesar de los retos, Steve estaba seguro de que Fleshlight sería un “éxito instantáneo” y la fábrica se puso a producir 1.200 unidades al día para satisfacer la demanda del producto. Cuatro años después, recuperaron la inversión. Fleshlight se convirtió en una compañía con un valor de millones de dólares y el juguete sexual del mercado mejor vendido. Aún hay obstáculos por vencer: la sociedad no acepta Fleshlight de la misma manera que el dildo. Steve dice que hace 15 años, programas como Sex en Nueva York y Oprah hablaban de vibradores pero no hablaban de productos de masturbación para hombres.

Quizá el problema es que hablar de la masturbación sigue siendo un tabú. Cuando Fleshlight se puso en contacto con Maxim para conseguir un poco de publicidad, ellos le dijeron que no querían su dinero: nadie quiere que su marca esté relacionada con productos destinados a la masturbación. Según Steve, Maxim se negó a publicar anuncios de Fleshlight porque tenían miedo de que un anuncio de masturbación masculina pudiera ahuyentar a las lectoras femeninas. Steve dice que la primera vez que llevó un prototipo de Fleshlight a casa, su vida sexual mejoró. “¿Qué te pasa?” le preguntó a Kathy. “Estás llegando a otro nivel sexual. Me estás matando”. Y ella respondió, “No quiero que tengas energía suficiente para usar Fleshlight después”.

La base para usar Fleshlight en la bañera.

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Shubin cree que la solución es educar a ambos sexos. Los hombres necesitan entender que no deben avergonzarse de su necesidad de “satisfacer su biología con moderación” a través de la masturbación. Las mujeres necesitan entender que la “gratificación sexual para los hombres no es un asunto emocional, no tiene nada que ver con el amor ni con la pareja”.

Otras iniciativas de Shubin incluyen crear prótesis de senos para pacientes que se han sometido a una mastectomía. También está trabajando en modernizar los métodos anticuados que actualmente se usan para la extracción de semen a un caballo semental.

Aunque todo esto suena muy bien, la compañía ha recibido críticas. Shubin entiende que no es fácil convertirse en una compañía de juguetes sexuales multimillonaria sin hacer algunos enemigos. En los inicios de la compañía, un empleado vio a un desconocido enterrar algo delante de la oficina. Se acercó y vio que el desconocido estaba enterrando cruces pequeñas. Cuando le preguntó qué estaba haciendo, él contestó: “Te estoy trayendo a Cristo”.

La entrada principal de las oficinas de Fleshlight.

Por ahora, Steve y su familia seguirán motivando a la gente a mantener una conversación abierta con sus cuerpos y necesidades sexuales. Han invertido dinero en una serie de televisión online, The Fleshlife, y ahora el objetivo de la compañía se centra en normalizar la masturbación masculina. Pero son conscientes de que se necesitará más que un juguete sexual para cambiar la opinión del público: “Es algo de lo que no hablamos”, dijo Steve, “pero se necesita fomentar un diálogo, porque la gente tiene que entender, que para ser moderados, necesitamos satisfacer nuestros cuerpos”.

@jackoozell