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Cultură

Follarse a un coche

Te presentamos el nuevo cortometraje de Ramón Ayala, donde, entre otras cosas, una mujer se enamora de un ser de otra dimensión que se parece a un automóvil

ecuerdo que hace mucho tiempo un tipo nos invitó a Mujeres (el grupo donde un servidor golpea el bajo) a tocar en ese bar de Barcelona llamado Heliogàbal. En esa época éramos una mierda y tocábamos con el esfínter pero el tipo confió en nosotros y nos propuso acompañar a su banda. Ese tipo era Ramón Ayala y aparte de tener un corazón de oro lleva tiempo haciendo cosas cojonudas con tiras de celuloide. Trabaja en publicidad, ha realizado un buen puñado de videoclips y piezas audiovisuales difíciles de encasillar. Ramón también escribe sobre cine y música en Rockdelux (anteriormente trabajó en la revista de cine Scope y en Culturas de La Vanguardia), tiene una guitarra Rickenbacker 330 y, aparte de saber más cosas que tú, es un experto en rastrear sitios donde comer y beber de pelotas. Echadle un vistazo a PEOPLE LIKE US, su nuevo corto:

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VICE: ¿De dónde sale la idea de rodar PEOPLE LIKE US?

Ramón Ayala: Contactó conmigo una colega de Alemania y me dijo que tenía una marca de ropa y que quería que hiciera un vídeo. Es una marca muy pequeña y le dije que sí pero que tenía que dejarme hacer lo que quisiera, lo que me saliera de los cojones. Eso sí, tenía que moverme en unos parámetros que a ella le molaban: el concepto de un mundo moderno en los setenta, lo que en aquella época se pensaba que era el futuro. Escribí ocho piezas pequeñitas para que eligiera una —porque no había mucha pasta— pero entonces, cuando lo enseñé a Story: We Produce, la productora que me representa aquí en España, éstos me dijeron “no, no, vamos a rodarlo todo”.

Cuéntame de qué va un poco el asunto, el corto es un tanto confuso. ¿Son esas tipas la misma persona? ¿Son el “ello”,el “yo” y el “superyó”? ¿Futuro y pasado?

Es mucho más sencillo. A la hora de interpretar las cosas intentamos siempre darle como muchas vueltas pero la cosa es tan sencilla como que hay un personaje que se escapa de su casa —donde vive con su marido o lo que sea— y se encierra en esta otra casa. Entonces su cuñada la va a buscar, “hostias, que has dejado a mi hermano tirado”. Entonces toda esa noche es como que nos cuenta por qué está ahí, y es que se ha enamorado de otra persona. El giro de todo esto es que bueno, esta persona no es una persona como tú y yo, es como un ente de otra dimensión.

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Joder, entonces todo es bastante literal.

Es literal.

¿Ese amante es el coche? ¿Qué pasa con el coche?

Se lo folla.

Joder.

Sale como llena de baba, es una mierda un poco Cronenberg. Me interesa mucho el hecho de cómo trabajar películas de género como se hacía con las series B de los años 40 ó 50. No tienes ni un duro, así que metes mucho humo y que no se vea nada. Mi ciencia ficción se basa más en lo que yo pueda generar como texto y en las carencias económicas.

Ahora que hablas de Cronenberg, he visto también un poco de Carpenter, Lynch, Malick,  y Tarkovsky por ahí.

Cronenberg y Carpenter seguro. Y luego Malick… a ver, es que Malick…

Bueno, grabas un árbol y ya lo tienes…

Claro, grabas un árbol y pones metraje mudo y ya es Malick. Creo que ahora en la publicidad todo el mundo está haciendo Malick. Pero para hacerlo muy bien tienes que gastar mucha peli.

El corto es como muy sexual, ¿no?

Enlacé mierda de divulgación científica rollo Carl Sagan con textos de Santa Teresa de Jesús para ver cómo tratar una relación “alienígena” como si fuera un texto de literatura mística del Siglo de Oro, que en el fondo es literatura amorosa. Esas cosas que hacía San Juan de la Cruz de poner el alma como amada y el espíritu santo como amado y acabas leyéndote una poesía erótica.

En el corto todo es muy binario. Doppelgänger, espacios interiores y espacios exteriores. Lo biológico y lo tecnológico. ¿Qué coño?

Yo creo que lo dual es una consecuencia muy natural de una manera de percibir o plantearse las cosas. Creo que siempre tienes necesidad de contar con el otro. Porque si tú estás solo nadie te escucha cuando hablas o comunicas algo. Siempre tiene que haber otro que te dé como el frontón. Tú generas signos o símbolos y lo que mola es el ruido entre estos símbolos. Los dos símbolos quizá dan un poco igual. Lo que mola es el corte, ni un plano ni el otro, lo que mola es cuando se corta. Ahí yo creo que está la cosa, te doy una cosa y te doy otra pero en el fondo lo que mola es lo que te estoy diciendo entre medio.

¿Te ves haciendo una película –yo qué sé- como Terminator 2? Algo de acción. Un hombre persiguiendo a unos tipos que han secuestrado a su amante. Con muchas balas y explosiones, una especie de Charles Bronson desbocado.

Sí, sí. Es uno de mis intereses, totalmente. Todo lo que he hecho ha sido muy moña por cuestiones muy peregrinas y que tienen mucho que ver con la publicidad. En la publicidad se te encasilla mucho. En plan  “Ah, Ramón, ese tío que hace cosas guays con chicas de menos de 25 años”. Siempre me proponen cosas donde aparecen jóvenes, adolescentes y muchos globos y estoy hasta la polla. Pero sí, sí, lo siguiente será testosterona y viejos.