Por qué hay tanta violencia en el fútbol infantil en España

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Por qué hay tanta violencia en el fútbol infantil en España

Hablamos con padres, árbitros y psicólogos para intentar averiguar a que se debe este fenómeno tan extendido en nuestro país.

"Moralmente se supone que dominemos nuestros impulsos, pero a veces uno no quiere dominarlos. Quiero decir, ¿quién quiere rezar un 'Ave María' mientras hace el amor?", ya lo dejó muy claro Christoph Waltz en Un Dios salvaje. El ser humano está expuesto a ser dominado por sus instintos en ciertas situaciones. Una habitación, dos matrimonios y un problema: sus hijos se han peleado en el colegio. Están reunidos para encontrar una solución. Sin embargo, fallan en el intento y, en consecuencia, se desarrolla una disputa aún más brutal en la que ellos son los protagonistas. Una obra que ejemplifica cómo a veces algunos padres pueden llegar a discutir, pelear o incluso perder la razón para defender a sus hijos. Con esto se podría resumir lo que pasa en algunos de los partidos de futbol base de España.

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Hace doce años que Lorenzo Merchant va cada fin de semana a ver jugar a su hijo con el juvenil del C.D. Masnou. En esta mañana de sábado, tienen un encuentro en casa contra el C.F. Badalona. La gradería está ocupada por algunos de los padres y madres de los jugadores de ambos equipos, que les animan y también protestan cuando el árbitro no pita lo que ellos consideran correcto. De la boca de algunos pocos incluso salen frases como "¡A la próxima le das una patada!" o "¡Árbitro que no te enteras!", entre otras. Lorenzo está callado, observa minuciosamente el juego del que no quiere perderse ni un segundo. Sin embargo, se permite hacer un pequeño inciso para asegurar que "la mayoría de problemas que surgen en el estadio son a causa de los padres".

En la misma línea, indica que hay chicos que vienen a pasarlo bien, pero hay otros que están tan presionados por los progenitores, que únicamente vienen a cumplir lo que sus éstos esperan de ellos. Además, comenta que hay situaciones que pueden llegar a ser aún más violentas "si éstos llevan dos cervezas de más". Se detiene para no perderse la siguiente jugada, concentra todos sus sentidos en lo que sucede en el césped y echa un grito de ánimo al cielo. El partido continúa.

El árbitro de futbol base, Alberto Hernández, tras nueve años de experiencia, reconoce que la agresividad o falta de respeto por parte de la gradería, es mucho más común en esta categoría que en las más profesionales. Sentado en la terraza de un bar de Trinitat Nova, pide un café al camarero y recuerda que "son varias las ocasiones en las que he tenido que detener el partido porque un chaval estaba llorando a causa de que su padre o madre estaba chillando desde las gradas". Además, garantiza que "he visto a padres insultar a niños de la categoría Benjamín, de cinco y seis años, por ser del equipo contrario y a otros que han llegado a darse de hostias en el estadio".

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El árbitro o el equipo contrario son culpables de todo

El psicólogo escolar del instituto I.E.S Alella, José Bazoco, confirma esta realidad. Explica que entre los progenitores a veces hay un posicionamiento de expectativa y de protección, que pasa por el entorno emocional y afectivo. Por esta razón, "el árbitro o el equipo contrario son culpables de todo lo que ocurre cuando no se produce lo deseado", detalla. Por otra parte, el experto considera que esto también puede deberse a un factor personal en relación a la actividad deportiva, donde el adulto refleja "su yo deseado o no ejecutado", lo que también pone en manifiesto sus valores morales, éticos y pautas de conducta.

En el mismo sentido, comenta que otro de los problemas es que se han normalizado comportamientos que no son éticos. "Por ejemplo, en el Congreso de los Diputados está permitido faltar al respeto o desacreditar personalmente y en los estadios de futbol lo estála violencia verbal o física", sentencia. Esta realidad también fue ratificada en 2010 por un estudio del Gabinete de Prospección Sociológica del Gobierno vasco que destacaba que un 25% de los 820 encuestados consideró que la agresividad de los padres o madresexplica algunos de los actos violentos que tienen lugar en el deporte escolar.

Desde el inicio del 2016 en Catalunya se ha implantadola campaña "Prou violencia al futbol" (Basta de violencia en el futbol), que permite al árbitro detener el juego hasta tres veces si se provocan incidentes. Si tras la última no cambia la actitud en el estadio, éste tiene derecho a abandonarlo. Alberto continúa removiendo el café, hace otro trago, lo saborea y opina que esta iniciativa "está muy bien porque es una manera de presionar socialmente, de avergonzar al que no cumple las normas". Añade que en cien partidos de una temporada un árbitro con experiencia se puede encontrar incidentes en cinco de éstos, pero uno más novato en aproximadamente 25. De hecho, "el respeto que los padres tienen al árbitro varia en función de si se afeita o no", admite y seguidamente vuelve su vista al café, que ahora ya está casi vacío sobre la mesa.

Parece que la violencia es propia del futbol

A medida que se acerca el final del encuentro, los gritos son cada vez más frecuentes en el estadio del C.D. Masnou. Faltan cinco minutos para que termine y cada una de las acciones del árbitro son observadas con lupa desde la gradería, esperando saltar al mínimo gesto que pueda ser perjudicial para su equipo.

María Teresa Cárceles mira cómo juega su hijo desde un rincón de la grada, apartada de los abucheos que ahora ya no tienen intención de cesar. Hace diez años que no se pierde ningún partido y asegura que "el problema es que hay muchos que olvidan que esto es un deporte para pasarlo bien y creen que su hijo puede ser Messi". Además, recuerda que dos semanas atrás vio como un padre insultaba a un chaval, ella le mandó callar y éste la insultó. "Parece que la violencia es propia del futbol", sentencia con decepción. El marcador señala que el tiempo está a punto de agotarse, el pitido del árbitro anuncia el final del juego, pero no el de la expectación de una gradería que volverá aún con más fuerza al siguiente encuentro. Hasta el fin de semana que viene.