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Rodé con un director de fotografía ciego

Gabor Bene, un director de fotografía ciego que vive en Barcelona, vuelve a trabajar diez años después de haber perdido la vista.

Pero, ¿qué es la memoria visual? Lo que le permite a Gabor Bene seguir trabajando como director de fotografía diez años después de haber perdido la vista. Gracias a eso también puede recordar escenas de películas que le sirven de guía a la hora de explicar por qué elige un determinado ángulo o por qué la luz tiene que reflejar de una manera especial en el encuadre. Es como el director que interpretaba Woody Allen en Un final made in Hollywood. Pero con diferencias: su caso es real y, después de varios intentos, parece que no va a recuperar la vista.

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Gabor Bene dejó de ver después de un incidente durante un rodaje en el Amazonas. Una infección que pasó del objetivo de la cámara hasta su ojo y que acabó por dejarle ciego. Una historia que parece sacada de uno de los alucinados diarios de rodaje de Werner Herzog. Tiempo después, este húngaro, un trotamundos del cine, se estableció en Barcelona con un negocio de alquiler de equipos para rodaje. No se aparto del mundo de la imagen, y aprendió a convivir con directores de fotografía mucho más ciegos con él. Eso lo dice en Gabor (www.gaborlapelicula.com), el documental que sobre él ha rodado el argentino Sebastián Alfie.

Y no es la única bomba de profundidad (cargada con ironía) que sale de su boca. "Lo primero que me llamó la atención de él es que era un tipo que había vivido cosas muy duras, hasta llegar a perder la visión, y afronta la vida con una gran sentido del humor y eso me generó una empatía inmediata hacia el personaje. Me parece muy inteligente por su parte y es una filosofía que comparto totalmente. Pero, además, su vida fue muy plena y llena de aventuras porque es un hombre muy inquieto", dice Sebastián Alfie sobre el protagonista de su documental.

La idea del director argentino tiene también un poco de quimera, ese rollo herzogiano que parece que es como la sombra de Gabor Bene. Le encargaron rodar un documental de tres minutos sobre invidentes bolivianos que están a punto de pasar por el quirófano en busca de una cura. Poca cosa, trabajar a 4.000 metros de altura ya es como para perder el aliento. Pero entonces se complica un poco más y recluta a Gabor como director de fotografía. Sumando puntos en busca del desastre: "pero si no hay riesgo, no hay película, al menos así veo yo las cosas". Y la aventura acaba convertida, a su vez, en un documental de una hora que se podrá ver en septiembre.

Primero tuvo que convencer a su operador, que estaba seguro que no se iba a volver a poner detrás de una cámara de cine en su vida y que, además, no se veía capacitado para hacerlo. Pero al final accedió (mérito de Alfie) y pusieron en marcha un curioso método de trabajo basado en la memoria visual. Un concepto que da mucho de sí.

"Cuando Garbo perdió la vista, lo que recordaba era imágenes de las películas que había visto cuando era un adolescente. Las películas que se exhibían en Hungría hace treinta años, cine de su país de los setenta. Hicimos un test juntos: proyectamos las películas y él las iba describiendo plano a plano. Todos nos guardamos esas imágenes para trabajar la película a partir de ellas". Y con este bagaje, Sebastián Alfie y Gabor Bene hicieron las maletas y se marcharon para Bolivia.

Allí les esperaba la parte local del equipo que debió alucinar cuando se presentó un señor que iba a operar la cámara y que no podía ver. "La verdad es que se quedaron bastante sorprendidos, pero fue el propio Gabor el que cogió las riendas enseguida y comenzó a funcionar todo bien". Y la historia tuvo un final feliz, Gabor dirigió la fotografía de una pieza de tres minutos sobre invidentes bolivianos y Sebastián acabó el documental sobre su nuevo amigo.

Queremos saber en qué anda Gabor, si va a tener ganas de volver al mundo del cine. O sigue con su alquiler de equipos para rodajes de películas y publicidad. "Sí, sigue con ello. Pero, además, está impartiendo cursos para ayudar a adolescentes con problemas de adaptación, sobre todo con tema de drogas". Y, ¿el cine? "Se ha inventado un método para estos cursos. Pone películas a los chicos y cómo él no puede verlas les obliga a explicárselas". El cine, definitivamente, como terapia. Si a él le ha servido, por qué no puede servirle a los demás.