Global Trend Report '08 - Amsterdam

Ya es oficial: el gran revival de la temporada son los cárdigans de punto. Los chicos mejor vestidos, aquellos que no se han estancado en cualquiera que fuese el color que se llevara el año anterior, han dado un giro de 180 grados y se han convertido en abuelos. Abuelitos con clase y bien arreglados. Las camisas con botón en la solapa, las camisetas lisas, los pantalones vaqueros rectos o, al menos, no demasiado ajustados, y los náuticos Sperry Top-Siders a la vieja usanza son el camino a seguir. Los pañuelos siguen omnipresentes, pero al menos ya no son el típico shemagh de beduino. Y, oye, adelante, ponte una gorrita en la cabeza si te apetece. ¿Por qué no, eh?

Algunos sujetos que todavía se empeñan en ir a la última morirán sosteniendo entre sus garras su último lo-que-sea de edición limitada. Estos tipos son muy tiquismiquis con los relojes. Hay uno aquí que lleva una “segunda edición de un Casio de oro al antiguo estilo, importado directamente de Taiwán”. Esta gente está muy al tanto de firmas como Carhartt, Element y Blue Blood, y se pondrán prácticamente cualquier cosa siempre y cuando esté “disponible sólo en Japón”.

Y ahora, una buena noticia: la camiseta totalmente estampada por fin ha muerto.

Las chicas todavía visten con un montón de colores brillantes y patrones recargados, y llevan accesorios llamativos y moníssssimos, nena, como cordones arcoiris y anchos cinturones de cuero. Los vestidos florales, aniñados y ochenteros, y las minifaldas descoloridas con lejía están desapareciendo de todas las tiendas de ropa vintage de la ciudad, y las medias oscuras y los zapatos de tacón siguen sin perder un ápice de vigencia. Por aquí se están combinando cosas antiguas y delirantes con cosas nuevas pero no menos delirantes, como elásticos de lamé dorado, calentadores con patrones en plan Navajo y zapatos planos. ¡Para flipar!

Los jovencitos que marcan tendencias están muy metidos en el rollo de hacerse sus propias prendas. A todo dios le ha dado por arrancarle el cuello a las sudaderas, por aprender a hacer punto o comprarse máquinas de coser, y por ponerle parches, trozos de piel e incluso ositos de peluche a sus chaquetas. Algunas partes de la ciudad empiezan a parecer Harajuku East.

Tampoco los peluqueros son muy populares estos días—la chavalada le pide a sus amistades que les corten el pelo en distintas configuraciones de puntas, o lo hacen ellos mismos, ahorrándose así una pasta que pueden emplear en comprar cigarrillos Pink Elephant, que son de color rosa y saben a vainilla. ¡Ohh! ¿No os parecen adorables?

Fotos: Angga Pratama

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