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Cultură

Hicimos pastillas de éxtasis falsas en Indonesia

No suben nada, pero fue divertido hacerlas.

Frente a las costas de Lombok, en Indonesia, hay tres islas llamadas Gilis; un pequeño archipiélago paradisiaco donde no pasa mucho. No hay vehículos motorizados en las islas, sólo algunos carros que son tirados por caballos; no muchas miradas lascivas de turistas, a diferencia de Bali; y no hay policía, sólo algunas visitas esporádicas por equipos de la policía de Lombok cada dos meses.

Y eso está muy bien, porque las drogas son estrictamente ilegales en Indonesia pero están totalmente disponibles en cualquier parte de las Islas Gilis. Si te pillan intentando meter un poco de hierba en el país, puedes enfrentarte a la pena de muerte a manos de un pelotón de fusilamiento. Sin embargo, en Gili Trawangan, la isla más desarrollada del archipiélago, cualquier tienda vende abiertamente batidos de setas mágicas y no es muy difícil conseguir cualquier otra cosa que se te ocurra si lo pides de buena manera.

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Hace unos meses estuve en Trawangan y rápidamente me hice amigo de los tipos que manejan el negocio local. Gilbert, un chico de 23 años, pequeño pero fuerte, se me acercó en la calle principal preguntando si necesitaba éxtasis. Creo que nunca nadie necesita éxtasis, pero me quedé a escuchar toda una lista de nombres de pastillas que eran populares en Jakarta en ese momento, antes de asegurarnos que lo suyo era “original”.

Uno de mis amigos acababa de comprar algunas "Pink Love" a otro isleño por la calle, así que le dijo a Gilbert que él ya estaba servido. Pero el pequeño cabrón insistió en ver las pastillas que mi amigo acababa de comprar y, después de inspeccionarlas, le dijo que no eran buenas. “Esas cosas son falsas”, aseguró, “yo podría hacerlas en diez minutos”.

Aunque nos jodió saber que a mi amigo le habían vendido pastillas falsas, me di cuenta de que tenía la oportunidad de ver exactamente cómo se hacen estas pastillas, lo cual parecía más divertido que tomar las pastillas falsas y pasar toda la noche esperando a que hagan efecto. Después de 15 minutos intentando convencerlo para que nos enseñara cómo se hacen (mi amigo prometió comprarle todas las drogas a Gilbert durante el tiempo de nuestra estadía), Gilbert aceptó y nos adentramos en la jungla.

Durante el camino, hicimos dos paradas. En la primera recogimos ingredientes, que consistían en un marcador rojo, píldoras para la malaria y un huevo. En la segunda parada, Gilbert recogió “medicina” que lo iba a ayudar a invocar a los “espíritus” que lo iban a ayudar en el proceso. La medicina fue, en gran parte, metanfetamina. Todavía no tenía idea de a qué se refería con lo de los espíritus.

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Después de caminar 30 minutos en las profundidades del bosque, llegamos a un pequeño cuarto con un colchón individual y una lámpara. Nos sentamos en el suelo y Gilbert comenzó a sacar sus ingredientes, asegurando que podía igualar cualquier droga en el mercado (dice que lleva haciéndolo desde que era un niño y sabe cómo se maneja el negocio). Los turistas vienen a pasarlo bien y él los ayuda. A veces vende drogas verdaderas y otras falsas. Todo depende de la situación.

Antes de comenzar a trabajar, Gilbert hizo una pipa para fumar mentanfeta usando una botella de plástico y un par de pajitas. Tras soltar una nube de humo, Gilbert me dice: “Necesito tener el espíritu dentro de mí para hacer estas cosas”. La verdad es que fue un poco raro escucharlo decir eso. Quizá sólo es una excusa para fumar un poco de metanfeta. En fin, una vez que invocó a los espíritus, sus ojos brillantes buscaron las pastillas para la malaria y comenzó a machacarlas.

Ingredientes para hacer el sustituto de éxtasis de Gilbert:

—Cinco pastillas para la malaria (o cualquier pastilla que sea blanca)

—Un marcador rojo

—Un huevo blanco

—Una pajita

—Un lápiz para hacer la imagen deseada en la pastilla (en este caso fue un corazón)

Paso uno: En un pequeño contenedor (como una cajita metálica de pastillas de menta) aplasta las pastillas para la malaria hasta que queden hechas polvo.

Paso dos: Mezcla el huevo con el polvo de las pastillas y remueve hasta obtener una consistencia espesa.

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Paso tres: Rompe el marcador rojo y exprime toda la tinta en la mezcla. Remueve hasta alcanzar el color deseado.

Paso cuatro: Vierte la mezcla en una superficie plana y extiéndela hasta poco más de medio centímetro de grosor.

Paso cinco: Usando la punta de la pajita, haz agujeros en la mezcla, creando pequeñas “pastillas”.

Paso seis: En la punta del lápiz talla un pequeño corazón para estamparlo en cada una de las pastillas.

Paso siete: Suavemente plasma cada pastilla con el lápiz, dejando impresa la imagen de un corazón.

Paso ocho: Deja secar las pastillas durante 10 minutos.

Veinte minutos y un par de fumadas del espíritu metanfetamínico después, Gilbert produjo un puñado de pastillas idénticas a las verdaderas, pero que de ninguna manera tienen algún químico parecido al éxtasis. Puede venderlas en las calles de Gili hasta por el equivalente a 15€. Al fina lsoltó una carcajada y me dijo: “Tal vez no te harán sentir nada, pero por lo menos te salvarán de la malaria”.
 
Nota: Este artículo simplemente tiene la intención de entretener. No intentéis recrear nada de lo que habéis leído aquí.