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Fotos

Joan Fontcuberta

Para Joan Fontcuberta (Barcelona, 1955) la imagen no tiene secretos. Como en una especie de espionaje cultural, este foto-activista de reconocimiento internacional somete la imagen a un montón de usos, desde su análisis o diagnóstico hasta su mutación...

Para Joan Fontcuberta (Barcelona, 1955) la imagen no tiene secretos. Como en una especie de espionaje cultural, este foto-activista de reconocimiento internacional—abreviando: premio David Octavious Hill por la Fotografisches Akademie GDL de Alemania, Chevalier de l’Ordre des Arts et des Lettres en Francia, profesor en la Universidad de Harvard y Premio Nacional de Fotografía en España—somete la imagen a un montón de usos, desde su análisis o diagnóstico hasta su mutación, su camuflaje. Alquimista mediático, Fontcuberta logra transformar las imágenes y con ellas llevarnos muchas veces a una tierra de nadie entre la realidad y la ficción. Términos clave: credibilidad, credulidad. Con sus trabajos deviene uno de los grandes comentaristas sociales de nuestro tiempo, presentándonos muchas veces la realidad que refleja una imagen como algo potencialmente sospechoso, obligándonos a tomar precauciones, a tener una mirada crítica. Escéptica. Y más estando como estamos, absorbidos por la mediasfera que hoy día nos envuelve, sobresaturada de inputs: imágenes datos información bits manipulación errores… ¡Ojo! Vice: Vivimos una era de imagofilia total, una dictadura de la imagen. Se podría hablar de una creencia, una fe en la imagen…
Joan Fontcuberta: Yo entiendo la imagen como una mercancía virtual. Estamos en una situación de la historia que Vicente Verdú ha llamado el “capitalismo de ficción”, en la que hemos superado un mercado en el que se dirimen objetos y hemos pasado a un mercado en el que se dirimen ficciones, ilusiones, imágenes en definitiva. Hoy vivimos en la imagen, la imagen compone nuestro mundo, universo, iconosfera, la imagen es lo que moldea espíritus, facilita políticas, justifica economías, por lo tanto la imagen se ha convertido en el eje central de nuestra existencia contemporánea. Y así, está aquella sentencia, “ver para creer”, para creer necesitas ver…
Pero… ahí están los espejismos. Vemos espejismos y para nosotros representan una experiencia de lo real absoluto y luego podemos racionalmente dar una explicación: esto que hemos visto era una falsa interpretación, una simulación… La imagen está presente en nuestra conversación, aunque ésta se desarrolle a 6.000 kilómetros de distancia. Internet, vía Skype, nos facilitó la telepresencia, el contacto virtual con Fontcuberta, de misión profesional por México. (¡Viva Internet! Y que a Jaron Lanier, ese gurú jipioso y llorica, le parta una rayo). Hablamos con JF sobre la Red: Para mí internet ha supuesto la última gran revolución cultural, económica y política. La red ha cambiado el mundo en todos los sentidos, ha tenido una influencia abismal. Yo entiendo internet como una duplicación del universo, la noosfera que predicaron Vernadsky y Teilhard de Chardin. Tiene muchos vectores pero el que a mí me pilla más de cerca es que está supliendo el papel que antes habían podido tener las bibliotecas. Si Cervantes escribiera ahora el Quijote su protagonista enloquecería no leyendo novelas de caballería en una biblioteca sino navegando por internet. Nos proporciona esos extravíos, desvaríos, esa locura precisamente por esa amalgama de narraciones, datos, informaciones, que están sin discriminar. Esta falta de discriminación es tal vez la característica fundamental de internet. A mí me da alas, es un territorio adicional.

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HERBARIUM (1982–85). El espíritu científico de clasificación de los seres vivos según Linneo. El espíritu artístico de celebración de las formas orgánicas según Blossfeldt. Plantas-collage, biotecnología postindustrial, vegetales transgénicos. La agonía de la naturaleza natural: atlas botánico científicamente impecable, artísticamente magnífico… pero irónicamente perverso. Lo documental bajo sospecha: el realismo fotográfico, arruinado por la especulación, se revela como una creencia. Phyllocactus chumba. 1984—Como una apropiación del estilo documental científico (las láminas botánicas de los herbarios), esta serie realizada a principios de los años 80 contrapone el asombro ante las formas extravagantes de la naturaleza con el artificio de la ilustración naturalista. La fotografía de la naturaleza para llegar a la naturaleza de la fotografía. En realidad lo que parece un cactus es plástico chamuscado coronado con una esponja de fibra de vidrio.

Un territorio que también genera “desconfianza, paranoia, credulidad absoluta”… O que también, como has explicado en otras ocasiones, dinamita el discurso autoritario establecido que determinaban poderes ahora jurásicos como prensa o televisión, y desmonopoliza la tecnología. ¿Cómo le sienta esa democratización del bit a un terreno como la fotografía?
La primera impresión que tenemos sobre la fotografía digital y su relación con internet, es que significa una pérdida de la credibilidad histórica del documento fotográfico. La fotografía fotoquímica analógica iba a misa, era una imagen irrefutable, una evidencia. En cambio hoy sabemos que la fotografía digital puede ser intervenida, manipulada, todos los niños con Photoshop se divierten deformando su rostro. Así, ha habido un descrédito de la fotografía en la medida en que el mundo de la tecnología digital e internet han aparecido. Pero sucesos como el horror de Abu Ghraib sólo han podido salir a la luz gracias a la fotografía digital e internet, es decir, por un lado la imagen en su metafísica queda desacreditada, pero en cambio quedan resquicios para que esas imágenes permitan que salgan a la luz, que afloren unas realidades que de otra manera no podrían haber sido conocidas. No se puede hablar de fotografía digital sin citar esa herramienta orwelloide: Photoshop. Toni introdujo en nuestra conversación con el Master una anécdota del todo psicotrónica… Toni L. Querol: Hace años trabajaba al lado de la revista Playboy. Siempre tuve la sensación de que la estrella era el responsable de los retoques con Photoshop. Vi como progresivamente le empujaban a ir más allá y más allá hasta que salió un número especial del 2005 ó 2006 en el que las mujeres eran mutantes. En zonas en las que por pura lógica anatómica tendría que haber algo… ¡no había nada! Lo peor es que a los demás no parecía importarles. ¡Han conseguido que tipos corrientes se pongan cachondos con fotos de mujeres sin coño!
[Risas] Está claro. Más que la tecnología, la cirugía digital permite la construcción de monstruos y esto es algo que en el ámbito artístico muchos autores han estado trabajando. En el último libro que he editado, La cámara de Pandora, hay un capítulo que se titula “El misterio del pezón desaparecido”, y que trata de cómo por arte de birlibirloque a unas actrices se les rellena más el pecho, adelgaza la cintura, se crean cuerpos mutantes siguiendo determinados ideales de belleza que no sé de dónde han salido. Y efectivamente, hay una transformación del cuerpo, una imposición de ciertos cánones y una idea que me parece errónea y perversa que es la obsesión por la perfección, hay una especie de paranoia buscando una perfección que al final nos resulta irreal, fría, distante. Yo comparto lo que tú dices, los cuerpos reales, con algún grano, alguna adiposidad, los cuerpos de verdad… Completos, por lo menos.
En este sentido yo me hago una reflexión: la tecnología digital en lo que se refiere a la imagen nos ha llevado a un exceso de control y a un exceso de perfección, y para mí es una pérdida. Estoy en México preparando unas conferencias y la idea justamente es “por una fotografía sin calidad”, o sea, yo entiendo que la fotografía que hacen los fotógrafos es aburrida, la que hacen los artistas es patética, y la única esperanza es una fotografía sin calidad, una fotografía sin pretensiones, y que en esa espontaneidad, en esa autenticidad, podamos todavía encontrar unos valores que salven del anquilosamiento la estética y los conceptos de la fotografía.

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FAUNA (1985–89). Ensayo de teratología recreativa o DADA biológico. Emisario del darwinismo fabuloso, trasunto de Alexander von Humboldt e Indiana Jones, el Dr. Peter Ameisenhaufen transita de la Historia natural de Plinio al Manual de zoología fantástica de Borges a la búsqueda de una naturaleza fuera de la ley. ¿Puede la biología imponer límites a la forma? Híbridos y mutaciones como cadavre-exquis orgánicos (y viceversa). “Lo existente es sólo una pequeña parte de lo posible” (François Jacob).

Centaurus Neardentalensis. 1988—El profesor Ameisenhaufen se consideraba un neodarwinista convencido: la Teoría de la Evolución era una formulación correcta pero, como todas las teorías, tiene sus excepciones: monstruosidades biológicas, mutaciones, híbridos… como este magnífico macho alfa de Centauro, que refuta con su simple presencia los absurdos metafísicos del Creacionismo y del Diseño Inteligente.

Que haya sitio para el error, para el azar.

Exacto, porque en el fondo la Historia del arte se puede entender como una historia de los errores, al menos en fotografía. Lo que hicieron las vanguardias fue asumir los errores como recursos estéticos, lo que antes era un fallo, un accidente, a partir de entonces pasaba a inscribirse en un vocabulario expresivo, y esa fue su gran aportación. Y a partir de aquí la fotografía alcanza su madurez y eso supongo sucede con otros medios. Volviendo a Playboy, no sé si Mike conoce un tío que se hace llamar

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The Fake Detective

, ¿lo conoces?

¡No! ¿Quién es?

Pues es un tipo que se dedica a rastrear por internet el fotomontaje que ha habido en las fotos de celebridades desnudas. En las páginas eróticas, aparte de las categorías tradicionales de felaciones, sodomía, no sé qué, hay una que es ‘Celebridades’, o sea actrices o personajes de la jet set que aparecen desnudas, o supuestamente captadas por un paparazzi en situaciones indiscretas. Evidentemente estas fotografías son fotomontajes y entonces hay un tío que se llama

The Fake Detective

que se dedica a buscar de dónde sale, por ejemplo, la foto de la cara de Farrah Fawcett y la foto del cuerpo, y va buscando combinaciones. Tiene centenares en su web (

www.fake-detective.com

), es un tipo absolutamente freaky, compulsivo, buscando este tipo de engendros, de frankensteins eróticos.

Una parte fundamental de la obra de Fontcuberta la componen los trabajos en que se crea una re-alimentación, un juego de espejos entre la realidad y la no-realidad, la ficción y la no-ficción. Las fotografías aquí forman parte de la información, la documentación que el autor creará ad hoc para dar verosimilitud a una historia, una construcción narrativa. Durante su intervención en la edición inaugural de Spectra, el simposio internacional sobre teorías de la conspiración (www.spectra.cat), Font cuberta dejó dicha una sentencia MUY reveladora: “

Toda fotografía es una construcción

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”. Y es tan perfecto el entorno creado que logra el cortocircuito: nadie piensa que está ante información ficticia, o como mínimo, fantástica. Verdaderas situaciones construidas, escenificadas para quedar foto—y video—registradas para la posteridad. Para establecer ese ADN mediático que distingue sus acciones, Fontcuberta emplea mil y un recursos: camuflaje de pistas, fabricación de identidades y de documentación, confusión de géneros. Nos pone en guardia sobre lo fácil que puede llegar a ser la manipulación, lo manipulable de la realidad. Y lo crédulos que somos. Entremos en la metaficción, o mejor, en la metamentira, el

metafake

.

Esta idea de la metamentira, la ficción dentro de la ficción, es un recurso que utilizo porque me es muy útil. En la serie

Milagros & Co

. se desarrolla un tema absolutamente disparatado. En una región misteriosa de Finlandia hay un monasterio oculto donde una secta hace cursos para enseñar a los monjes a hacer milagros. Es tan disparatado que yo no puedo pretender que nadie lo crea, y lo que hago es decir: yo tampoco lo creo. Así, invento un personaje, un periodista que lo que quiere es demostrar que eso es falso. La historia es: yo, Joan Fontcuberta, me entero de esta noticia y pienso “esto es acojonante, voy a desenmascararlo”, como si hiciese falta. Me introduzco en el monasterio y descubro que es una superchería, ¡evidentemente! Pero lo bueno es que, explicado así, hago la exposición, hago los videos, vienen los periodistas y me preguntan: ¿y cuantos meses se pasó usted infiltrado en el monasterio?

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SPUTNIK (1996–97). El cosmonauta soviético Ivan Istochnikov desaparece en el transcurso de una misión durante la carrera espacial y “desaparece” también de todo documento que pudiera probar su existencia. El cuerpo perdido en el cielo como extraviado su recuerdo en la Tierra. La imagen que se desvanece, la historia reescrita al capricho de los dictados políticos. El descrédito simultáneo del realismo fotográfico y del realismo socialista. El secreto de estado como coartada para la desinformación y la propaganda. Las mentiras del poder, el poder de las mentiras.

Superficie del asteroide Kadok con su luna Hexar, fotografiada desde la sonda suicida enviada por el Soyuz 2. 1997—Aquí, una base de migas de pan seco y una patata flotando sugieren un típico paisaje del cosmos como los proporcionados por la característica factoría made in NASA. Una vez construido un marco de credibilidad, cualquier cosa cuela.

Increíble…

Hay unas ganas tremendas de creer, ¿verdad?

Ahí vamos, esa frase famosa de Expediente X: I want to believe.

Esta también es la frase de la industria de Walt Disney, queremos creer, queremos que sea cierto, porque es vivir en la ilusión, en la leyenda. Nos encanta vivir en el cuento. Nos encanta que Bambi exista.

Y con sus cuentos, este magnífico contador de historias logra también crear cortocircuitos sociales. Infiltrar la no-realidad en la realidad. Dejar falsos rastros. Los libros son un objeto clave para tal cometido, son memorabilia crucial para dotar de dimensión a sus obras. Objetología Fontcuberta. Que el libro de su serie

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Herbarium

(1984) pueda acabar en el apartado de botánica de una biblioteca, como nos cuenta a continuación, es como que el dvd de

This Is Spinal Tap

acabe en la estantería de documentales (del National Geographic o no).

A mí me fascina cuando en determinadas bibliotecas públicas encuentras el libro de

Sputnik

en la sección de historia de Rusia, o de la cosmonáutica, o el libro de

Fauna

en la de zoología, o el

Herbarium

en la de botánica. Son libros que pasas páginas y, sí, “son” de plantas, animales o rusos. El becario debía tener mucho trabajo y los distribuyó de esa manera. Y eso ya le da un destino a ese libro particular, porque algún incauto irá hojeando entre las estanterías y se encontrará eso y la sorpresa puede ser mayúscula. Es cierto que hoy día tecleando en internet, en google, el efecto de duda o la sorpresa tiene una duración más escasa cuando alguien se propone comprobar algún dato. Pero para mí es impagable esa reacción de esa persona que transita por una biblioteca y encuentra ese libro al lado de los de Darwin…

Uno de esos libros ficticios,

Sputnik

, sirvió además para desatar un hilarante

screwball

mediático. 1997. Fontcuberta estrena su obra

Sputnik

, una exposición en la cual se narra la historia de Ivan Istochnikov, cosmonauta ruso que el programa espacial soviético dejó morir en el espacio y del que la URSS borra todo rastro. Fontcuberta crea un entorno, inventa una biografía de Ivan, al que interpretará en las fotografías, crea una presunta fundación para rehabilitar la memoria histórica, fabrica objetos, fotos documentales, etc. que autentifican la ficticia investigación. El libro de la exposición recoge toda la documentación de la obra. 2006. El canal TV español Cuatro tiene en antena

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Cuarto Milenio

, un programa que es una barraca de feria dedicada a pseudo-ciencias y paranormalia barata disfrazado todo ello de periodismo de investigación. El presentador, Iker Jiménez, recibe ese domingo a su colaborador, Gerardo Peláez, que trae un scoop escalofriante, el caso de un cosmonauta soviético desaparecido en el espacio durante la Guerra Fría. Sí: ¡Ivan Istochnikov! La cosa es que nueve años después de la expo, el ignorante Peláez debe de toparse con el libro, se lo traga TODO, ni siquiera hace algo tan rutinario como rastrear en el google “ivan istochnikov”. Y se apunta el tanto: caso REAL silenciado que ahora el intrépido Peláez nos descubre. A los pocos días la prensa se hace eco de la mega-cagada. El domingo siguiente Iker lo intenta arreglar en directo parloteando de (sic) “leyendas urbanas cósmicas”. El ridículo sí que fue cósmico. Poned en youtube “iker cosmonauta”, y ahí tendréis los delirantes fragmentos.

Ivan y Kloka en su histórica salida extravehicular. 1996—Esta imagen está inspirada en Tintin en la Luna y su carácter deliberadamente fantasioso e irreal tiene la misión de disparar las alarmas del espectador y provocar su reacción. A partir de ese punto se descubre que Sputnik es un proyecto de ficción. La factura técnica resultó bastante complicada: se trata de un fotomontaje compuesto con fragmentos de doce fotos, un verdadero rompecabezas.

Registro orográfico de una sección oriental del asteroide Kadok captado con una cámara electroóptica. 1997—Esta imagen forma parte del dispositivo pseudocientífico del proyecto. Bajo la apariencia inescrutable de un estudio técnico cuya especialización se nos escapa, no es más que la apropiación sin sentido de textos en alfabeto cirílico y gráficos inventados. La supuesta representación de la superficie del asteroide no es más que una crêpe iluminada con luz rasante en la cocina de casa.

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Luego de la emisión recibiste un email del tal Peláez disculpándose y explicándote que “Cuarto Milenio es un programa que se caracteriza por una línea de rigor”. ¡¿Pero qué rigor?! ¡Entramos en el aberrante terreno del periodismo-ficción!

Desde luego, es que además en este caso yo todavía no me lo creo. Además del tal Peláez o Iker, en un programa intervienen cámaras, productores, montadores, en un programa así han intervenido 50 personas. Que nadie haya levantado el dedo y haya dicho: oiga, me parece que… Es un bingo imposible de repetir. También cabe aquí hacer un comentario: no hay nada más fácil que engañar a quien quiere ser engañado. Supongamos lo siguiente: una comunidad de individuos se considera distinta, tanto que hasta tiene un ADN particular, distinto al de sus vecinos. Entonces yo me presento como un científico que hago un estudio estadístico absolutamente inventado sobre el ADN, pero les vengo a decir que su ADN es distinto. Nadie va a comprobar las fuentes, el rigor de la metodología, ya que está de alguna manera certificando lo que ellos ya sabían. No tenían pruebas y este señor viene a dárselas.

Háblanos de un concepto que a veces manejas: ficción profiláctica.

La ficción es un estadio muy amplio que permite muchos registros. Pero hay una ficción que busca un interés económico, político, etc. Y hay una ficción artística que busca la belleza. Yo sugiero la tercera vía: una ficción artística que intenta desmantelar y deconstruir la ficción estafa. Yo no tengo nada en contra de la ficción artística, lo que pasa es que edulcora el panorama, nos anestesia respecto a una capacidad reactiva en relación a estas ficciones interesadas. Sería profiláctica en la medida en que previene, nos defiende de los peligros de esas ficciones interesadas.

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Hablando de ficción interesada planteamos a Fontcuberta una hipótesis pirada… Proyectémonos hacia el futuro, al 2060. El material falso fabricado para pasar como verdadero abunda cada vez más y realizado con más medios, pericia y en mayor cantidad. Hoy en día existe ya, por ejemplo, un fervor creativo por

pranks, hoaxes, fakes, mockumentaries

, etc. Pongamos que dentro de 50 años muchos de esos documentos falsos de nuestra época sean dados por veraces, o que se pueda propiciar un cambio en cuanto al Holocausto perpetrado por los nazis. Hoy existen un puñado de zumbados, los negacionistas, revisionistas que sostienen que el Holocausto nunca tuvo lugar. La hipótesis es que de aquí a medio siglo la tesis negacionista increíblemente haya pasado a ser la mayoritaria, legitimada a base de documentos, testimonios… ¿Se podría inducir a la población a creer que los documentos que hoy damos por verdaderos—las imágenes de Auschwitz—serían en realidad falsos? Y habría que hablar de afirmacionistas, puesto que los contrarios a la verdad oficial afirmarían que el Holocausto SÍ tuvo lugar y serían los zumbados, los perseguibles. ¿Podría darse ese cambio perverso?

Absolutamente. Sí y punto, sin paliativos. Con medios ilimitados, la Historia puede ser reescrita, no me cabe ninguna duda. Hace unos meses leí una novela de Antoine Bello,

Les falsificateurs

. Narra las peripecias de una agencia secreta internacional que se dedica justamente a intervenir en la Historia. Tiene unos recursos inmensos, es capaz de modificar actas de nacimiento, documentos en los archivos, incluso asesinar a testigos que podrían desmentir ciertas versiones. La Historia puede ser reencauzada según otros rumbos. De hecho, en el terreno artístico ya se ha especulado en esa dirección: ¿qué pasaría si hubiese un cataclismo nuclear y unos extraterrestres encontraran una botella de Coca-Cola? Tal vez lo interpretarían como un objeto de culto, un talismán. Si no tenemos unos contextos es muy fácil manipular la información, los documentos, los vestigios. De eso doy fe. Como he dicho, sí y punto. Me refiero al terreno de la posibilidad, otra cosa es el esfuerzo y el costo. Por ejemplo, la supuesta teoría conspirativa sobre la no llegada a la Luna. Uno de los argumentos para desmontarla es que sería imposible que entre tantos miles de personajes que intervinieron nadie se fuera de la lengua, que no hubieran filtraciones… Es cierto, pero hasta eso es controlable, todo es una cuestión de costo, complejidad, tiempo y, en el orden de lo posible, posible.

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Aparece en la conversación otro mago mediático, el

Master Prankster

Joey Skaggs (www.joeyskaggs.com), cuya obra tiene una tremenda sintonía creativa e incluso ideológica con la de Joan, una mirada crítica y lúdica, cuando no humorística, de la realidad, compartiendo también ciertos modus operandi…

Para mí la información es el material de trabajo, más allá de que haga una instalación, un libro, utilice las fotos, los videos, etc. Mi material de trabajo es la información. Por eso el trato con los periodistas, los críticos, lo cuido mucho, porque cualquier información de mis proyectos no es publicidad, no es crítica, no son

reviews

, es parte de la obra, se incrusta en el proyecto mismo. Lo condiciona, lo mejora o lo empeora, pero queda incrustado en la obra.

Instalación de una sección de Sputnik en la exposición De Facto, La Virreina—Centre de la Imatge, Barcelona, noviembre 2008–febrero 2009.

Así, ciertas obras se convierten en un infinito work in progress. Coméntanos esta reflexión de Joey: “Si piensas aquello que, con medios limitados e imaginación limitada, soy capaz de hacer a nivel internacional, imagina aquello que gente con otras intenciones, mucho más dinero, cerebro, tiempo y otras motivaciones están haciendo, han hecho y seguirán haciendo”.

Lo que hace Joey, como lo que hacemos otros en esa dirección, da mucho que pensar, porque con la modestia de nuestros recursos logramos cosas que… Yo en

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Sputnik

, por ejemplo, las supuestas fotos del espacio las hacía con harina, con patatas, con elementos de la cocina. Una vez das un marco de credibilidad, cualquier cosa cuela. Con medios rudimentarios… incluso no sé… pensemos en Spielberg, con medios hollywoodienses. Imagina con medios que rebasen eso, como seguramente deben tener las grandes corporaciones, agencias de inteligencia o gobiernos…

En un momento dado, Fontcuberta rememoró la toxificación detectada durante las emisiones televisivas la tarde del 11/S.

Estaba en Canarias y desde el hotel veía las emisiones completamente hipnotizado en la pantalla, no dando crédito a lo que veía: parecía una película de apocalipsis. Recuerdo que en los reportajes televisivos de vez en cuando se insertaban unos grupos de refugiados palestinos haciendo esos chillidos de júbilo como si celebraran los atentados. Luego se descubrió que no tenían nada que ver. Insertaron esas secuencias para añadir al discurso el hecho de que el pueblo palestino se sentía muy solidarizado con la acción terrorista contra USA. Si ahí no hay un interés ideológico…

La información que en un principio debería ser una vitamina, despejar dudas para lograr un pensamiento más independiente y crítico, puede acabar siendo una toxina, algo que genere confusión, dudas, pasividad o temor. O, por otro lado, el sentido de la paranoia, la desconfianza sistemática…

Tú acabas de utilizar dos términos que son ‘vitamina’ y ‘toxina’ y que me llevan a otro término muy grato para mí, que es ‘vacuna’. En el fondo, la intención que tienen muchos de mis proyectos es que funcionen como una vacuna, como virus debilitados que el organismo va a utilizar para hacer reaccionar sus anticuerpos y poder tener los elementos necesarios para combatir las posibles infecciones mediáticas.

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Kits de vacunación en www.fontcuberta.com.

El último libro de Joan Fontcuberta,

La Cámara de Pandora

, lo ha publicado la editorial Gustavo Gili.

MILAGROS & CO. (2001–03). Vorágine de cultos, ritos, sectas, credos, supersticiones y fes que son semilla de confrontaciones y fanatismos. Foto-ensayo que desenmascara una farsa: los monjes de un misterioso monasterio pretenden enseñar a ejecutar milagros y otros actos sobrenaturales. La ficción dentro de la ficción. Homenaje a la fotografía de espíritus y al lenguaje del cómic. Poética de lo esperpéntico. El humor, lo burlesco, la dimensión teatral. Desdramatizar la fuerza irracional de los sentimientos religiosos, su mercantilización económica, su instrumentalización política.

Milagro de la Ignición Fatua. 2002—Elegante ejecución del fuego purificador que no abrasa ni consume. Para evitar incendios accidentales provocados por un manejo poco diestro de las llamas, los bomberos de Karelia obligaban a realizar este ejercicio en mitad del lago. Esta práctica también se vincula al fuego cósmico de los bonzos, aunque muchas facciones budistas no aceptan el suicidio sacrificial.

Milagro de la Psicostasia. 2002—Entre abril y mayo del 2010 una nube de cenizas expulsadas por la erupción del volcán Eyjafjalla en Islandia provocó el colapso del tráfico aéreo europeo. Ahora que el incidente ya ha sido casi olvidado puedo confesarlo: ¡fui yo!

DECONSTRUIR OSAMA (2006]–07). guerra apocalíptica entre el radicalismo islámico y el fundamentalismo cristiano neocon. Scoop fotoperiodístico: algunos de los terroristas más buscados serían actores de un teatro de los acontecimientos. La opinión pública secuestrada por poderes políticos y mediáticos. La propaganda, como la religión, exige fe sin cuestionamiento. La realidad como una variable económica sometida a los dictados del mercado. La parodia para sobrellevar una edad oscura de prejuicios y manipulación. Inventar al otro, poner rostro al mal. Bin Laden, la madre de todas las ficciones.

Instalación de una sección de Deconstruir Osama en la exposición De Facto—La Virreina/Centre de la Imatge, Barcelona, noviembre 2008–febrero 2009.

Maniobras de la insurgencia mujaidín en Afganistán. 2006—Incrusto mi rostro sobre fotografías prestadas de fotoperiodistas amigos que han cubierto los conflictos de Oriente Medio (ésta, por ejemplo, es de Gervasio Sánchez). En un plis-plas de Photoshop me convierto en un yihadista. ¿Cuántas imágenes como ésta habrán pasado en la prensa como auténticas?

Descifrando un mensaje en la boca de una gruta-refugio en Tora Bora. 2006—En realidad la gruta es una pequeña cueva prehistórica en La Roca del Vallès, donde solíamos jugar de niños, y lo que tengo en las manos es el plano del metro de Barcelona (no creo que a un lugarteniente de Osama en plena refriega le pudiese preocupar mucho cómo llegar a Atarazanas desde la línea roja).