Las chicas del ejército también son femeninas

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Las chicas del ejército también son femeninas

Les gusta tomar el sol y hacer fiestas de pijamas.

No sé vosotras, chicas, pero el ejército nunca me había parecido el mejor lugar donde empezar la veintena. Para mí, pertenecer al ejército significaba no poder ir de compras, ni ver Gossip Girl, ni poder pasarme horas bajo el sol en la misma posición intentando conseguir el bronceado perfecto. Ni siquiera poder hacer cosas estúpidas e irrelevantes, pero necesarias para sentirme chica. Al parecer, estaba equivocada. Lalage Snow es una fotógrafa que ha pasado gran parte de los últimos cinco años en Irak y Afganistán fotografiando a mujeres soldado. En su opinión, las chicas del ejército se esfuerzan mucho por continuar “siendo chicas”. Esto no significa que ahora el ejército me parezca más atractivo, pero me mola saber que mientras puedes estar escrutando caminos en busca de bombas caseras talibán, a la vez puedes también sonreír imaginándote una de esas bombas explotando en la cara de Rafa Mora. Por eso, decidí llamarla, para que me contase. VICE: Hola, Lalage. ¿Qué tal?
Lalage Snow: ¡Hola! Bien, justo acabo de volver de vacaciones con unos amigos. Hemos estado en una casa en Assenois, en el sur de Bélgica. Hemos comido muchísimo paté y hemos bebido muchísima cerveza rubia. ¿Ha sido muy diferente de tus temporadas en Irak y en Afganistán?
[Risas] Ha sido diferente, pero en realidad aquello fue mucho más femenino de lo que te imaginas. Por ejemplo, las británicas en Irak tomaban el sol a la mínima que podían y sus dormitorios eran muy cursis: neceseres rosas, esponjas rosas, iPods rosas… ¡Las americanas hacían fiestas de pijama casi cada noche! Veían películas de miedo y comían palomitas en su pequeño búnker. Cuando estás en un ambiente tan masculino, necesitas aferrarte fuertemente a tu lado más femenino.

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¿Qué edad tenían la mayoría de las chicas?
Jovencísimas. El grupo de chicas americanas tenían entre 19 y 22 años. Ya sabes que se suele decir que las mujeres toleramos mejor el dolor gracias a las reglas, a los partos y a todo eso. ¿Crees que es el caso de las mujeres soldado?
Durante el tiempo que estuve con las chicas nunca las llamaron para entrar en combate. Ellas solían salir a las calles en busca de mujeres afganas. Como los hombres no pueden ni hablarles ni tocarlas, decidieron enviar a un equipo femenino ya que incluso habían llegado a encontrar mujeres que escondían rifles y miles de dólares bajo sus burkas.

¿Recibían un trato diferente por parte de los soldados?
Sí y no. A veces, ellos las hacían rabiar y otras las dejaban en paz, pero creo que al final se daban cuenta de que todos eran soldados, que un curro es un curro, y además tenían la suficiente confianza como para hacerlo. Aún así, lo más gracioso fue la reacción afgana con las chicas. Ven que son soldados uniformados, pero también ven una melena rubia recogida en una cola de caballo debajo de la gorra y dicen: “¡Dios, una chica vestida de hombre!”. Todos piensan que las occidentales son raras.

También has fotografiado a mujeres soldado afganas, ¿no? ¿Cuáles eran las diferencias entre ambos bandos en cuanto al trato recibido?  
Había muchísimas diferencias debido a la extrema segregación cultural. Mujeres y hombres no pueden ni sentarse a comer en el mismo comedor a menos que sean de la misma familia. Por eso, para ellas, pertenecer al ejército es todo un desafío. Están rompiendo barreras, son pioneras y aún les queda un largo camino para poder establecer algún tipo de equilibrio real en Afganistán. Pero… supongo que ya es un paso. ¿Cómo se reflejaba eso en la vida diaria de los soldados?
Por ejemplo, el campo en el que entrenaban estaba completamente aislado y tenía muchísima seguridad, ¡estaba fortificado, vaya! Cuando salen del campo de entrenamiento llevan ropa de civiles porque aún no se las considera soldados como tales, pero eso es un secreto.

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¿Y cómo las trata la sociedad afgana?
No muy bien. Las chicas afganas no pueden estar lejos de casa y punto. Así que el hecho de que se marchen durante una semana es bastante serio. Además, las chicas afganas no van al ejército, se quedan en casa haciendo la comida y cuidando a los niños, eso es lo que hacen. Es un tema muy tabú, casi como ser una prostituta o una guarrilla. Entonces, ¿por qué deciden ser soldados? ¿Tiene algo que ver la venganza?
Para nada, básicamente lo ven como una escapatoria, y encima está bien pagado. Si fueran a la universidad en Kabul deberían pagar mucho dinero y correrían el riesgo de ser acosadas por los hombres, así que para ellas es una oportunidad de hacer algo interesante y a la vez bueno para su país. Además, también tienen la opción de entrar en las fuerzas aéreas con la posibilidad de que las envíen a los Emiratos Árabes o a América, eso es un pasaporte asegurado. Uno de mis personajes estaba intentando salir de un matrimonio forzado y la única manera que tenía de conseguirlo era haciendo que su prometido la rechazase por formar parte del ejército, cosa que obviamente hizo. Él intentó matarla por ello, por supuesto. Le puso un cuchillo en la garganta, le dio una paliza a su padre y así, al fin, el matrimonio se canceló.

¡Joder! Espero que esté bien. Y, ¿qué hay de las occidentales? ¿Cuáles son sus razones?
O bien tienen algún familiar en el ejército o bien les atrae la idea de corretear por ahí y de estar lejos. El sueldo no está mal, tampoco. Por ejemplo, en el caso de los británicos, la campaña que hace el ejército de reclutamiento está genial, básicamente dice: “Si te gusta viajar, únete al ejército y verás mundo”. ¡Incluso a mí me ha seducido el anuncio! Para acabar ya, cuéntame, ¿qué hay de ti? ¿Has tenido alguna dificultad al ser fotógrafa y mujer?
Está claro. Soy alta, tengo la piel blanca y los ojos verdes, es imposible que pase desapercibida. La gente me insultaba por la calle, y a veces incluso me tiraban piedras. Pero te acostumbras… Y luego está la amenaza constante de los atentados suicidas y los ataques que se van perpetrando. Como periodista estás involucrada en todo esto. Oyes una bomba y piensas: “¡Genial! ¿Dónde es?” Bueno, quizás no tan “genial”. Quizás un: “Mierda, ¿dónde es? Tengo que ir a sacar fotos”. Ya sabes. Sinceramente, no, no lo sé. ¡Gracias Lalage!

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