FYI.

This story is over 5 years old.

Noticias

Os enseñamos la gente más guapa del 1M5 de Plaza Catalunya

Más allá de protestas y reivindicaciones de derechos las concentraciones de Plaza Catalunya están llenas de indignados de lo más interesante

Podríamos contaros lo revolucionario que es siempre todo el mundo en una manifa, lo que se dice en cada grupo asambleario, ya sea universitario o culinario, lo que se dijo en la asamblea general sobre la defensa de derechos humanos, de la precariedad social, del voto en blanco, de las muchísimas firmas que recogieron en una sola noche, de que sólo había cuatro o cinco coches de la guardia urbana rondando la plaza. Podríamos, sí, pero preferimos contaros lo más divertido y lo más pelmazo de la manifestación, y enseñaros una amplia galería de gente guapa.

Publicidad

Un vistazo general a lo que acontece en la plaza

En toda manifestación que se precie nunca faltan pancartas para aburrirse, de todos los tamaños, con todo tipo de mensajes. Tampoco el típico cerveza-beer que aún no se ha adaptado a la proxemia occidental y que está a punto de liarla al pisar la pancarta de unos tíos. En una esquina algunos miembros de Can Masdéu han montado la tienda de campaña más equipada de todas, que cuenta incluso con una paellera para una posible bacanal al día siguiente, junto a la carpa de Cocina.

Cerca de esa carpa aparece un tipo con un raro acento francés que dice que si puede coger una manzana. Que si es gratis. Le preguntamos si lleva mucho en la manifestación. “Acabo de llegar, amigo. Yo no tengo ni para comer”. Posa para nosotros con la manzana y se va.

Un rato después nos volvemos a topar con Jordi Corominas, que parece que no quiere perderse ni una sola manifestación y que se queja todo el rato de que le han sacado fotos en dos o tres medios más "¡Otra vez no!" , grita al verme, pero ya sabemos todos eso de que cuando te dicen “no” es que sí, y además le acompañan una chica con una cámara de fotos al cuello (que te has traído una fotógrafa sólo para ti, Jordi, que te hemos “calao”) y la bailarina de sus performances con toda la parafernalia del último show, propia de la isla de las muñecas de Don Julián.

El suelo está lleno de oyentes que cruzan ambos brazos en alto cuando el espontáneo que coge el megáfono propone meter a los partidos en el ajo. Dos brazos cruzados en alto son un “no”. Manos agitadas al aire, lo contrario. Algunos incluso abuchean con gritos, menos la chica que hay junto a la furgoneta central, la que se encarga de traducir con dedos y gestos de manos a los sordos lo que se discute en esa plaza. Otro cuenta que alguien ha intentado llevarse los 3.335,40€ que llevan recaudados en donaciones hasta ese momento (00:20h), que unos particulares han perseguido al “chorizo” y que al final han recurrido a la policía, “algo muy poco revolucionario. Pienso que es buen momento para reflexionar sobre la situación en las cárceles y las prisiones españolas”.

Publicidad

Cuando se acaba la asamblea lo que queda de la sentada son jugadores de cartas, malabaristas, Billy Jean sonando en un radiocasete, corrillos de gente debatiendo sobre política y un grupo de veinte personas montándose un conciertillo de esos hippies con guitarra, pandereta y un cajón, todo muy andaluz, muy flamenquín, salvo por esa trompeta de una sola nota.

Asuntos culinarios

El fotógrafo me convence de que a pesar del hambre voraz que me está deshaciendo las entrañas comernos la comida de los manifestantes significa involucrarnos demasiado, así que vamos a pillar hamburguesas de 1€ al McDonalds de la esquina. Junto a la cola hay una pareja de manifestantes besándose en el mostrador. La chica sostiene un cartel de “No lo llames democracia”.La chica aparta los morros del chico después de cinco minutos del revolucionario y juvenil besuqueo y dice “¡Quiero mi hamburguesa ya!”. La chica llama a la empleada que les ha atendido, le planta el cartel en la cara de cansancio y le dice: “¡Venga, venga!”. Cuando por fin amasan sus hamburguesas entre las manos les preguntamos si nos dejan hacerles una foto en la puerta, con el cartel alzado. Ella dice que no. Él dice que si le damos dos euros él sí se deja. Me recuerda a un chiste sobre chocolatinas que aparece en L.A. Confidential que me ha contado el fotógrafo al principio de la noche. Capitalización de la imagen.

Negocios a media noche

Publicidad

A los pakis no les hace falta ninguna manifestación para hacer la noche, así que si encima les pones a casi 4.000 jóvenes cabreados con el sistema dispuestos a montarse una fiesta pacífica mientras protestan y se desparraman en sacos de dormir por toda la plaza, jardines incluidos, deben de estar pensando en pagar esa deuda que tienen con su “padrino” y volver a ver a su familia. Lo malo es que ya no venden ni si quiera Aurum , sólo Estrella Damm , lo que hace pensar en un pacto secreto entre los dirigentes de la compañía y el Ministerio de Trabajo e Inmigración.

Durante media hora esperamos a un paki que nos ha prometido presentarnos a un amigo egipcio que nos va a contar lo que piensa de todo esto.

Nunca aparece.

Sólo se nos acerca otro pakistaní con seis latas frías que sumerge en una de las fuentes putrefactas de la plaza. Ni si quiera nos ofrece una lata.

Se la ofrece al corro de músicos apelotonados detrás de un seto.

Luego aparece de súbito una chica asiática que nos entrega un folleto de un supermercado nocturno. Me pregunto si también venden comida “con final feliz”.

De 4h a 5h: hora punta del absurdo

A estas horas ya hace frío y empezamos a estar hasta los huevos de dar vueltas y ver a gente durmiendo, cantando, limpiando la plaza o emborrachándose. Los personajes más interesantes aparecen cuando te sientas a hacer básicamente NADA en un banco y se te sienta gente al lado (no en esa otra esquina del banco que está libre, no, mejor a dos centímetros, así, que yo pueda meter vuestro aliento en este artículo) y a intentar que resuelvas sus dudas o a contarte sus vidas.

Publicidad

El primero es un joven de Michigan llamado James que me pregunta en castellano mexicanizado que por qué está durmiendo aquí toda esta gente. Le digo que reivindican más derechos sociales, menos precariedad, menos recortes públicos, el voto en blanco algunos, otros el nulo, y la vergüenza que les provocan los políticos de hoy. “los jóvenes son siempre inconformistas”, dice James. Tiene 21 años.

- Nosotros allí estamos contentos.

- Claro, sois el gran ejemplo del capitalismo.

- ¿Crees que es buen momento para ligar con chicas?

- Si les hablas de revoluciones, de utopía y de igualdad de género en un tono de resignación, seguro que sí.

- Soy americano, aquí no gustamos.

- Tú inténtalo. A estas horas vale todo.

Se levanta, me da la mano y se aleja entre los dormidos. Habla con ese tono del que se sabe siempre ganador. Es la primera vez que me siento orgulloso de ser europeo. A los tres segundos, por fortuna, se me pasa y vuelvo a la mísera cotidianidad.

Para entonces el asiento que ha calentado el culo americano de James lo ocupa el de un poeta gallego que dice que vino hasta aquí creyendo en la utopía hasta las doce de la noche de ayer, cuando alguien dio un discurso de casi dos horas en catalán, y él: “no lo entiendo, pero sí lo entiendo”, y habla del egoísmo de todo el mundo, de que lo que hace falta es un “potaje español”, de votar todos en blanco e irnos a vivir a Jamaica. Justifica: “me he sentado aquí porque te he visto escribir. Yo también tengo mi propio manifiesto”. Se llama Luís Miguel Raimúndez, tiene 30 años y está muy, pero que muy decepcionado. El fotógrafo intenta cambiarle de tema preguntándole por el posible descenso del Depor, pero cuando parece que ha quedado demostrado que lo que le pasa es que está muy borracho, consigue remontar la conversación previa hasta que se cansa y se va. “Hasta pronto, tío, nos vemos en Jamaica”. Es todo lo que me deja decir en estos veinte minutos.

Publicidad

“Soy un puto imán para las chapas”, le digo al fotógrafo. Una mujer nos mira. Se sienta en lo que se está convirtiendo en un confesionario improvisado. “Hago fotografías con la mente”, nos revela. Después: “Siempre estoy con la gente”.

Y se va.

Aparece un australiano de unos cuarenta años con un pack de cinco cervezas. También nos pregunta de qué va todo esto. Habla de los políticas de armamento americanos, de la mala política europea, de que en su país nadie se revuelve nunca contra el poder. Se marcha a buscar a su mujer y se deja las latas. Abrimos una. Vuelve al poco a buscarlas, y cuando nos ve bebiéndonoslas dice en castellano: “¡Bastardos!”. Le digo que se la pago, pero arranca otra del pack y me la da. “It´s ok, friend”, y prosigue su búsqueda.

En toda esta hora que hemos estado sentados no hemos dejado de escuchar el runrún de la infatigable conversación del tipo responsable del puesto de panfletos. Le preguntamos que por qué habla tanto y de qué. Nos cuenta su indignación. Gesticula mucho y recuerda un tanto a Stan, el mítico vendedor del videojuego Monkey Island. También a Julian Assange, otra de las celebridades citadas en las asambleas.

Se acerca un señor de unos cincuenta años, habla de mayo del 68, él estuvo allí de turista. Habla de Perpiñán y de El último tango en París , de la escena de la mantequilla, de que la censura en España era muy tonta (mejor tonta que lista, digo yo), de la vez que volviendo de Marsella con dos números de Playboy un guardia civil que estaba convencido de hacer lo correcto para el país le paró y le dijo al verlas: “con el esfuerzo que ha hecho Franco por la educación moral de los jóvenes y tú con esto”, y le obligó a romperlas. Dice que esta noche esta plaza le recuerda a aquel viaje a París, y que espera que haya un cambio de una vez por todas. “Mi madre debe de estar preocupada”.

Publicidad

Cruza la plaza llena de recién desperezados, de los todavía durmientes, de las nuevas pancartas, de la gente que vuelve de fiesta y hace fotos. En seis horas la Junta Provincial de Barcelona prohibirá por tres votos a dos la acampada de esta noche. Hay quien dice que si los Mossos cargan, sólo conseguirán enfurecer más a la población. A una mente maquiavélica se le ocurriría disfrazarse de antidisturbios y liarse a mamporrazos para ver si de verdad esto llega a alguna parte.

Aquí la galería de fotos del jueves.

TEXTO: BORJA CRIADO

FOTOS: ISMAEL LLOPIS