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Cultură

Los consejos de un colillero profesional

Cómo fumar por el morro sin que nadie se entere.

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Un fumador medio gasta 1500 euros anuales en tabaco. Con mucha suerte, supone  el sueldo de un mes de un ingeniero. En estos tiempos en que el dinero es casi tan poco seguro como mantener una relación de pareja sana, no parece descabellado que reaparezca la figura del colillero. El nuevo ciudadano que mantiene limpia las calles de colillas contribuyendo a un consumo sostenible y barato.

Antaño existía la figura del colillero, incluso había una industria en torno a estas personas. En épocas de dificultad económica los industriales del tabaco compraban los restos de picadura a estos colilleros. Los jerarquizaban según su procedencia y los volvían a vender. Siendo siempre más baratos las colillas procedentes del suelo de la calle y un poco más caras las que encontraban en los cafés o tabernas. La vida de los colilleros no era fácil, la policía les puteaba, pero no por ser insalubres o seres despreciables, eran perseguidos por el perjuicio de Hacienda que consideraba su actividad como contrabando. Ellos se defendían aludiendo que  comerciaban con restos abandonados en la vía pública.

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Hoy os mostraremos los mejores sitios donde encontrar colillas de buena calidad en vuestra ciudad. Aprenderemos a saber distinguir un buen pitillo de liar de un mal ducados o un porro, cómo disimular ante la gente y pasar desapercibidos. Eso sí, aunque no queramos comprar tabaco es importante llevar consigo siempre un mechero o cerillas que evitarán dar explicaciones a los demás por tener una colilla pisoteada en tu boca. Esta es la norma fundamental de cualquier amante del reciclaje urbano de tabaco.

Tu ciudad es un mapa lleno de bayas de nicotina, solo tienes que elegir el lugar en función del tabaco que desees. Nosotros te ayudamos con algunos consejos:

Zonas gentrificadas, cascos antiguos

Suelen estar llenas de colillas de pitillos de liar. Malasaña, El Raval y zonas del casco antiguo de tu ciudad son claros ejemplos. La picadura hace años era mucho más barata y fue cuando la chavalería comenzó a fumarla. Sin embargo, el Estado pronto se percató de esto y subió el precio hasta un 180% (al menos en Albacete).

Las personas que frecuentan estos lugares suelen degustar este tipo de tabaco en hebras y, desgraciadamente para nosotros, la marca elegida suele ser Pueblo. Sin embargo, amigos, el buen recolector debe aceptar  de buen grado los frutos urbanos y no exigir más. Esto es actuar desde la responsabilidad y no desde el conformismo.

Uno de los mejores sitios son las puertas de los bares. Con la actual Ley Antitabaco la gente fuma al aire libre y puedes encontrarte grandes tesoros. También están los camareros, que suelen hacer una pausa para fumar su cigarro de liar. Acostumbran a dejarlo en el alféizar de la ventana, para el siguiente rato. Pues bien, eso supone una gran oportunidad para vosotros, pequeños recolectores de picadura, ya que con facilidad podréis conseguir la mitad (o más) del cigarro del cándido hostelero.

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Las zonas de bares por la noche suelen ser un juego de niños para los fumadores de colillas. Son como las carpas asiáticas en el Mississippi. Hay tanta cantidad que puedes excederte y acumularlas innecesariamente. Siempre resulta deprimente despertar de resaca y percibir un intenso hedor a chusta que emana de tus bolsillos.

Paradas de transporte público

Las paradas de los autobuses urbanos y trenes son también lugares de gran suministro. A menudo encontrarás colillas casi enteras. Resulta habitual que un ansioso pasajero encienda un cigarro un momento antes de que llegue su transporte tirando al suelo todo el manjar para ti. Si estás rodeado de gente, siempre podrás agacharte fingiendo atarte el calzado o dejar caer unas llaves al lado del objetivo y recogerlas con premio.

Así mismo, si tu ciudad cuenta con metro, existen rejillas en la entrada en la que los fumadores dejan sus restos. Bien, si sientes mucha necesidad siempre puedes levantar la rendija en busca de golosinas. Un buen método para disimular es vestirte con el traje de recogedor de basuras. Esos fosforitos. Aunque francamente, no creo que sea necesario llegar a estos extremos si nos organizamos bien por zonas.

Otra de mis colillas favoritas suelen ser las que tienen carmín. Te hacen fantasear con la mujer (casi siempre se trata de una mujer) que lo ha tenido entre sus labios y por un instante, y aunque ella no lo sepa, podrás tener tu boca donde ha estado antes la suya. Además, el pintalabios contiene vitamina E y ácido fólico, por lo que supone una buena oportunidad para románticos, pajilleros y gente con anemia.

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Centros escolares

A menudo son la solución para los adictos al cannabis que no tienen ni un puto duro o simplemente prefieren no comprar porque son incapaces de administrarse racionalmente su droga. Cada mañana puedes hacer tu propia ruta. Recomendamos que sea una zona en la que converjan varios institutos. Si pasas tras la hora del recreo podrás encontrar varias chustillas de porro y probablemente hayas adquirido tu ración diaria. Especialmente si tienes uno de FP o una escuela de artes cerca.

Si eres una persona escrupulosa, no hay problema. Vas recolectando las bayas urbanas y tras la batida, y ya en un lugar íntimo, puedes vaciarlas y volver a liarlas con tu papel favorito.

Esto solo es una solución durante el calendario escolar, el resto del tiempo tendrás que buscar otros métodos. Aunque si eres como la hormiga de la fábula de Esopo, podrás tener surtido para todo el año.

Estadios de fútbol, plazas de toros y frontones

La Joya de la Corona de estos lugares suele ser la colilla de puro. Los restos de los puros se conocen con el nombre de coraceros. Es fácil encontrarlos en lugares frecuentados por hombres entrados en años. Partidos de pelota mano, estadios de fútbol o plazas de toros son auténticas minas. Sin embargo, desaconsejamos este tipo de colillas ya que suelen estar muy chupadas. El consumidor de puros los puede mantener al menos una hora entre sus labios y, francamente, resulta un poco asqueroso.

En definitiva, seguramente despertaremos la inquina de muchos fumadores que en el fondo lo son por encima de sus posibilidades. Suelen ser derrochadores y fuman por fumar. Y es que amigos, es el signo de los tiempos. Ya no podemos seguir consumiendo por consumir y así mantener una vida de mierda que no nos corresponde. Este tipo de actitud es de nuevos ricos. Debemos ser conscientes de esto y actuar desde el compromiso. Gastar solo lo estrictamente necesario. Quizá, no ganaremos el pan con el sudor de nuestra frente, pero así al menos podremos seguir teniendo tiempo libre para machacárnosla en horario laboral o para elaborar nuestro propio seitán.

Con estas prácticas limpiamos las calles, ayudamos al reciclaje y contribuimos a un consumo responsable que además, no nos cuesta dinero. Y no solo esto, con estas cívicas prácticas, conseguimos que las futuras generaciones de colilleros no tengan bayas que recoger y así evitamos que comiencen con el infame vicio de fumar.

Ya sabéis, hacedlo con prudencia, amigos. Fumar no es bueno, pero esto supone una excelente oportunidad para hacerlo menos y de manera gratuita.