Rubén Plasencia es de Tenerife. Por eso, el fotógrafo ha decidido acercarse al mundo de la lucha canaria, un deporte muy arraigado a su tierra. Y centrase, sobre todo, en la (inmensa) figura de los luchadores, los verdaderos protagonistas que saltan a la arena a batirse en impetuosos duelos cuerpo a cuerpo. "Son hombres corpulentos, que llevan grabadas en su cuerpo las señales de identidad de la lucha en forma de heridas, cortes o rozaduras en la piel". Comenzó a tomar las imágenes en 2014 y es un proyecto que considera abierto, que aún sigue dando forma y creciendo.
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El fotógrafo nos habla un poco más de esta tradición. "Nace en el seno de una comunidad que tenía un sentido bélico muy desarrollado. En sus comienzos, esta lucha se utilizaba como exaltación de fuerza, virilidad y poder entre los diferentes bandos de las Islas Canarias. Con el paso del tiempo, se ha convertido en un espectáculo deportivo". Para llevar a cabo esta serie, Rubén entró en contacto con los entrenadores de los distintos equipos y también con los propios luchadores. "Siempre los retrato después de luchar, cuando aún tienen arena del terreno en sus cuerpos. La arena, sumada al sudor y a las pequeñas heridas, da un aspecto mucho más bélico a las imágenes". Una vuelta a los orígenes de esta práctica.En cuanto a la técnica, el fotógrafo optó por utilizar "encuadres clásicos del retrato". Y también recurrir al mundo de la pintura como referencia, "sobre todo la barroca -Caravaggio, Rembrandt, Velázquez- para crear el escenario de luces y sombras que rodea a estos retratos". Este formato se ajustaba bien a su objetivo principal: dar a conocer la Lucha Canaria y, sobre todo, a la gente que la practica. "Al igual que en Japón, Egipto, Gambia o Senegal, esto comenzó siendo un ritual con significados religiosos, sexuales y/o guerreros, según la sociedad donde se luchaba. En la actualidad se ha convertido en una disciplina estrictamente deportiva, que a nivel de espectáculo, considero, está a la altura de cualquier otra lucha internacional como la Senegalesa, Grecorromana o, incluso, la Japonesa (Sumo)".
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