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Cultură

Me casé con un agresor sexual

A pesar de que el episodio por el que fue condenado es poco claro, su marido figura en una lista junto a pederastas y violadores reincidentes, lo que dificulta constantemente su día a día incluso en los aspectos más íntimos.

La familia de Gretchen debe, entre otras cosas, mantenerse alejada de las escuelas. Foto vía usuaria de Flickr Kelly Hunter

Gretchen* conoció a su esposo David seis meses después de que lo acusaran por agresión sexual. Después de una noche de borrachera, la policía los encontró a él y a una amiga suya ebrios y a medio vestir en una cuneta. Ella estaba inconsciente y él huyó en cuanto vio a la policía llegar. Gretchen dice que inicialmente David pensó que le pondrían una multa por conducir bajo los efectos del alcohol, pero realmente fue acusado de "penetración sexual a una víctima inconsciente mediante un objeto extraño"; ese "objeto extraño" era su mano*.

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David pasó tres años en prisión en California y tres más en libertad condicional. También fue incorporado al registro de agresores sexuales de Estados Unidos. Aun después de catorce años, el incidente de aquella noche sigue afectando a la pareja en casi todos los aspectos de su vida, desde dónde vivir hasta la posibilidad de tener hijos.

Gretchen está muy preocupada por una nueva ley que dificultará a los agresores sexuales registrados viajar al extranjero. La ley va dirigida a los abusadores de menores. David no es uno de ellos, pero muchos de aquellos cuyo nombre figura en el registro afirman haber tenido problemas para viajar aunque sus víctimas no fueran menores.

A continuación, Gretchen habla de su matrimonio, sus vecinos y lo que espera del futuro.

Cuando llevábamos un par de meses juntos él me contó lo que había pasado. Por aquel entonces, yo tenía 18 años y él, 22. Yo era muy joven y obviamente me impactó bastante. Pensé: "No es posible que te metan en la cárcel por eso. Es decir, solo erais dos adolescentes atolondrados. Tú no eres un monstruo ni eres el típico enfermo que anda acechando en el parque de noche". Pensé que era algo que se olvidaría pronto, pero eso nunca pasó.

Después de conocernos, David aún tardó año y medio en ir a prisión, hasta que finalmente se rindió y se declaró culpable; él dijo que no era justo que los demás tuvieran que pasar por la misma tortura, sobre todo su madre y yo. Yo iba a visitarlo los fines de semana, pero él quería que me centrara en los estudios y me dijo que no me preocupara por él, que estaría bien.

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Él sigue diciendo que entregarse fue lo más fácil, también dice que ahora todo es más difícil porque no sabe a qué atenerse. Es una angustia constante. Cada vez que llegamos a casa, nos da miedo encontrar a los vecinos protestando enfrente. Cada vez que suena el timbre, se me para el corazón. Vivimos en un estado de temor constante.

Nuestro deseo era ser padres, pero sería muy duro decirle 'papá no puede ir a recogerte a la escuela' o 'no puedes invitar a tus amigos a casa'.

No tenemos amigos en el barrio, preferimos mantenernos alejados, pero cada año vienen policías a casa para asegurarse de que él sigue viviendo aquí. Por eso nos da miedo que alguien los vea frente a nuestra puerta y empiece a sospechar que algo sucede en nuestra casa.

Durante los primeros tres años que él estuvo en casa, su foto ni siquiera figuraba en la lista [de agresores sexuales]. De hecho, para encontrarlo tenías que buscar en expedientes de la policía y ellos mismos te decían que habían cometido un error. Pero de repente su nombre y su fotografía reaparecieron. Más adelante, nos dijeron que no podíamos vivir a menos de 615 metros de una escuela. Cuando eso pasó acabábamos de comprar una casa y vivíamos a poco más de 625 metros de una. Gracias a dios no tuvimos que cambiarnos.

Cada vez que nos distraíamos, surgía algo nuevo.

Nuestro deseo era ser padres, pero cuanto más cambiaban las leyes y a medida que veíamos como trataban a la gente en los registros —él aún no ha tenido que sufrir eso, pero le aterra lo que pueda pasar—, más nos convencíamos de que no era sensato involucrar a un niño en todo esto. Sería muy duro decirle " papá no puede ir a recogerte a la escuela" o "no puedes invitar a tus amigos a casa".

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Un día compramos un mapa grande, lo pusimos en mi oficina y dijimos: "¿Sabes qué? Tenemos cuatro sobrinas pequeñas que viven a 16 km de nosotros. Nuestros amigos más cercanos siempre traen a sus hijos a casa. Vamos a ser los mejores tíos que haya y viajaremos por todo el mundo". Empezamos a viajar a donde podíamos. Ya hemos estado en el Caribe y en Europa. Tenemos planeado viajar a Grecia en agosto.

Esta nueva ley nos puso al límite. Cuando nos enteramos de que estaban avisando a otros países, buscamos una manera de evadir el problema. Vivimos cerca de la frontera con Tijuana, así que le dije: "Hay que intentar tomar un vuelo desde allí y ver qué pasa". Pero, como era de esperar, cada vez que regresamos acosan mucho a David en la aduana. No le pueden hacer nada porque no está violando la ley, pero quieren saber cómo llegó ahí y cómo es que ha podido estar en todos esos lugares. Ha habido ocasiones en que han registrado todas sus cosas, le han roto la ropa, le han preguntado si tiene ordenadores, dónde ha estado y con quién. Es un poco incómodo que te acosen cada vez que vuelves a casa.

Con esta nueva ley, nos sentimos entre la espada y la pared. ¿Deberíamos coger todas nuestras cosas e irnos? No sabemos si sería lo correcto, tenemos vínculos muy estrechos con nuestra familia aquí. Soy dueña de mi propio negocio y nos va muy bien económicamente. Pensamos que tenemos dos opciones: quedarnos en California y seguir mientras podamos, esperando que la leyes cambien algún día o directamente irnos del país y terminar con esto. Es un castigo sin fin.

*Gretchen dice que el contacto entre David y la chica fue consensuado y que la policía malinterpretó la situación cuando la vieron abrir la puerta del coche y vomitar para después caer al suelo inconsciente. Según los fiscales, la joven había estado inconsciente todo el tiempo y David había "atacado sexualmente a una persona vulnerable".

Por motivos de seguridad se han cambiado los nombres.