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Cultură

Mi novia me dejó por la mujer con la que hicimos un trío

Introducir a más personas en una relación conlleva la aparición de una mezcla de sentimientos, que pueden ir del odio a la euforia. En mi caso fue complicado y peligroso.

De vez en cuando sigo hablando con «Bowie» por Skype. Sigo emocionándome cuando la veo, casi con la misma intensidad que el día que nos conocimos. Para ser sincero, creo que nunca perderemos el interés que tenemos el uno por el otro.

La conocí en un bar de Estrasburgo hace cinco años. Era el cumpleaños de mi compañera de piso, Caroline, y nos habíamos reunido un pequeño grupo para celebrarlo y beber unas pintas. En un momento dado, se acercó una figura oscura y se quedó de pie, frente a nosotros.

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Al principio no estaba seguro de si era hombre o mujer, hasta que se dio la vuelta y clavó sus verdes ojos en mí. Se parecía a David Bowie, alta, delgada y huesuda, así que le puse ese mote.

Cuando empezamos a charlar, me sorprendió su voz quebrada e infantil. Pese a su estatura, tenía un aspecto frágil. Intercambiamos números de teléfono y acordamos vernos al día siguiente para tomar algo. De camino a casa, no podía dejar de pensar en ella.

El autor en aquella época. Todas las fotos cortesía del autor

La noche siguiente, me habló sobre su vida. Su madre había pasado mucho tiempo ingresada en un hospital psiquiátrico y con su padre no se llevaba demasiado bien. Pensando que no habría mucha gente con la que podría contar, me sobrevino de inmediato el instinto protector hacia ella. Menos de una hora después, decidimos ir a mi casa.

Nuestra primera noche juntos fue una experiencia única. Ella era poderosa y andrógina. Hubo un momento en que me agarró por la nuca y me susurró, fingiendo que era un hombre. Durante los meses que siguieron, éramos inseparables.

No había pasado mucho tiempo cuando Bowie me confesó que quería acostarse con una mujer. Conozco a mucha gente que tiene fantasías con montar tríos (el 64 por ciento de hombres y el 31 por ciento de las mujeres en Francia, según una encuesta), pero yo nunca me había sentido atraído por la idea. Aun así, le hice la propuesta a Hermine –nos habíamos acostado antes y seguíamos siendo buenos amigos-. Las puse a las dos en contacto a través de Facebook y a ambas les pareció bien la idea.

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Una noche, mientras estaba en la cama, Bowie me llamó y me propuso que invitara a Hermine a casa. Las dos vinieron a mi casa, pero la situación resultó bastante violenta y ellas prácticamente ni se tocaron.

No fue hasta una semana después que tomé consciencia de lo mucho que aquella noche lo había cambiado todo. Los tres estábamos en casa de Hermine y las chicas estaban muy calladas. Yo me quedé dormido y, cuando desperté varias horas después, las vi durmiendo juntas en el sofá, entrelazadas. La imagen era hermosa, pero sentí celos. Me fui porque tenía compromisos familiares. Más tarde llamé a Bowie pero no cogía el teléfono.

No supe nada de ella hasta cuatro días después, cuando me llamó para decirme que estaba saliendo con Hermine. Incluso estaban viviendo juntas. Acababa de perder a mi novia y a mi mejor amiga.

Meses después, me encontré con Hermine y Bowie en un bar de lesbianas de la ciudad. Hermine hizo ademán de saludarme pero la ignoré. «Buenas noches, zorras», les espeté cuando pasaron junto a mí al salir del local. No podía creer lo que acababa de salir de mi boca y me juré a mí mismo que aquella sería la última vez que me comportaba de ese modo.

El autor con su novia y la novia de su novia

Ese mismo día marqué el número de mi psicóloga por primera vez en cinco años. Solía acudir a ella para contarle mis problemas familiares, aunque esa vez los problemas que me atormentaban eran muy distintos. Tras varias semanas de terapia, llegué a la conclusión de que lo que sentía por Bowie no era amor, sino fascinación.

Con el tiempo, los tres logramos salvar nuestra relación. Yo pasé de ser su amante a convertirme en su confidente. Hermine, por ejemplo, me llamaba para quejarse de lo molesto que era tener que compartir su piso (le encantaba disponer de su propio espacio).

El pasado junio fuimos los tres a pasar unos días a la casa de campo de mis padres. Nos lo pasamos muy bien y aquella experiencia sirvió para afianzar nuestra relación. En muchos aspectos, la sinceridad había logrado estrechar nuestros lazos. En julio, Bowie se fue a la Bretaña para visitar a su ex y nunca volvió. Hermine quedó destrozada, y yo también, pese a que no se lo dije.

Han pasado varios meses y no me arrepiento de nada. Bowie y Hermine hablan de vez en cuando, pero es una montaña rusa intoxicante. Introducir a más personas en una relación conlleva inevitablemente la aparición de una mezcla de sentimientos, que pueden ir del odio a la euforia. En mi caso, vivir una relación con dos mujeres fue complicado, peligroso. Fue adentrarme en un territorio en el que creo que nunca debí adentrarme.

Traducción por Mario Abad.