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Cultură

Miguel Noguera. Zurdo normal

"Doctor, doctor, que el zurdo de los ultrashows ha sacado un libro nuevo".

Todo el mundo lo tiene controlado, ¿no? Miguel Noguera hace ultrashows, espectáculos en directo que nadie sabe describir precisamente pero que parten la pana, que la hacen confeti. Sale a un escenario y busca fisuras en el tinglado, localiza fallas en el lenguaje, elucubra hacia el caos. Pero también escribe y dibuja muy a gusto. Tras Hervir un oso (en colaboración con Jonathan Millán) y Ultraviolencia, publica ahora Ser madre hoy, un tercer libro donde vuelve a intervenir en la realidad pintándole bigotes moustache, bigotes rubios del tipo chemtrail, a la realidad, una cosa muy delicada. Este tío fija el mercurio, este tío es un jefe.

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Miguel Noguera (foto de Nia Gvatua) VICE: Miguel, vamos a hacer esta entrevista por escrito. Yo te escribo aquí unas cuestiones y tú me las respondes, sin hablar. Te miraré escribir porque quiero ver cómo coges el boli, porque creo que eso puede decirlo todo de alguien.
Miguel Noguera: Pues lo cojo de mala manera. Soy zurdo y tengo dos callos muy técnicos por asir el boli con la mano crispada, uno en el anular y otro en el pulgar. Y como la mayoría de los zurdos hago coche escoba, es decir, barro lo que voy escribiendo o dibujando con el borde de la mano al pasar y me queda un cardenal de atrezo. Es una mancha que atestigua las horas de trabajo y la luzco muy orgulloso, de verdad. Has comentado que te gusta escribir en cafeterías, pero a veces tengo la sensación de que te estás refiriendo a esas cafeterías que en Barcelona llamamos “granjas”, o incluso a no-lugares tipo Starbucks. Cuéntame, esto me preocupa.
¡Eso es! Por fin alguien que hila fino. Granjas y no-lugares, eso es exactamente lo que me gusta a mí. Sitios desprovistos de carácter. Empleados fantasma. Lugares donde nadie te conoce ni te controla. Y mucha tertulia de viejos (yo lo llamo "pillar una buena radio"). Bollería. Horas punta combinadas con grandes periodos desérticos en los que el local continua abierto… Cuando se habla de monólogos se suele pensar en aquello de denotar tics y lugares comunes, pero tú estás por el giro, por alumbrar esas rutinas con un quiebro. Tú estás un poco por detonar el “what if?” y por ello se te considera más artista que cómico. ¿Te parece eso bien?
Sí, sí, me parece bien. Prefiero artista a cómico. Artista es más abstracto. Caben más acciones. Cómico te marca mucho, privilegia cierto contenido a la vez que desprecia el resto. Aunque comprendo que se me considere más como cómico que como artista; lo malo es que la categoría cómico te obliga a ser gracioso mientras que artista no te obliga a nada en particular… Pero el cómico conecta intensamente con el público y el artista suele ser hermético y más bien minoritario… Pero ¡oh balance, balance!

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Cena centrífuga Yo en realidad creo que eres un mago, un Crowley proponiendo cambios. ¡La magick! ¿Qué me dices a esto? ¿Tienen tus “ideas” voluntad de transformar la realidad, de ampliarla? Dale ahí, ¡chuta ese enano!
Me gusta lo de la magick. Creo que propones una hibridación entre arte y humor. La demagogia del humor combinada con la extrañeza del arte. Es algo que me interesa, comunicar algo singular y complejo mediante mecanismos sencillos, comprensibles y seductores. Quizá sea ahí donde coinciden Steven Wright y David Shrigley. Otra de tus influencias sería Chiquito, a quien citas claramente en lo físico, en el aspaviento, ¿no?
Sí, así es, reivindico a Chiquito de la Calzada como una felicísima anomalía, un humorista abstracto de masas, un creador radical… No puedo seguir, se me llenan los ojos de lágrimas… Lo suyo, más que humor, es una danza deliciosa: Gemidos, avances dolientes, ráfagas tonales (ese chillido agudo de fuga de gas) y todo ese sistema de palabras inauditas (fistro, a-harl, grijander). Los chistes también los enajenaba, los rompía; si uno los escucha bien no son chistes comunes en absoluto. Toda esa locura nos la impuso en bloque como una realidad incontestable e hipnótica, un delirio singular sobre el cante flamenco y el andar-con-cautela-por-un-desfiladero. España entró en trance, España atravesó el extraño sueño de un malagueño. Y el tío lo hizo sin esfuerzo, ya viejo, por pura casualidad… De verdad, no puedo seguir… ¿Cómo trasladas tú todo ese expresionismo al papel?
Bueno, en los libros intento aportar cosas que faltan o no pueden darse en el Ultrashow: Un objeto, ¡el fetish!, que no requiera ir al teatro o ver un Youtube; cierto cuidado o mimo (en la redacción de los textos, en los dibujitos); contenidos no tan explosivos, más finos o extensos, que requieren una escucha tranquila; comentarios marginales que en el Ultrashow resultarían aburridos, pero que leídos son agradables. En fin, intento crear un medio alternativo al Ultrashow, otro campo de juego que me permita enriquecer el discurso, ganar un dinero extra y ocupar el tiempo en algo. Al final, la mierda del quehacer es muy importante, si no la culpa me roe. Me roe de todos modos, pero si me encuentra ocioso mordisquea aún más fuerte.

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Hacer un torniquete con una vela ¿Qué hay de tu uso clásico de los tacos? Esos comodines se esfuman pronto una vez han sacudido, se van con el trabajo hecho. Aquí hay que teorizar porque esto es un asunto muy de literato español: ¿Cómo va? ¿De dónde emerge la palabrota? ¿Qué resuelve? ¿Cuánto placer hay en ellas?
Es la primera vez que me preguntan por los tacos. Lo has definido muy bien, los tacos son comodines o muletas que se esfuman. Levaduras populistas. En el Ultrashow busco o fuerzo el estallido energético, me enciendo, intento que la idea actúe como una carga eléctrica y mi cuerpo como resistencia. Cuando la energía alcanza grados cumbre surge la ira paladeada, las condenaciones, los MIERDA muy articulados, con doble r, ¡MIERRDA! La resistencia se pone al rojo. El cabreo del predicador o el dictador es un buen medio, al menos entretiene. Te haces pequeño al intentar engrandecer tus palabras, te ridiculizas al intentar transmitir el mensaje desesperadamente, eso es inevitablemente cómico. Últimamente, mientras hago el Ultrashow hay momentos en los que me veo desde fuera como un pequeño dictador. Van a ver un monólogo y se encuentran con un mitin fascista. Un ser despreciable. ¿Crees que tu observación de la realidad puede propiciar neurosis? ¿Es difícil convivir contigo?
Hombre, no sé qué puede propiciar, la verdad, eso dependerá del espectador. Convivir conmigo supongo que sí es difícil, como con todos. Todos tenemos nuestras mierdas. En todo caso, nada grave. Soy bastante normal, de hecho soy bastante ausente, bastante poca cosa. ¿Por qué ser madre hoy? ¿Por qué encajar la semilla?
Bueno, el nombre tiene su guasa. Es como un título en falso, una coña barata. Para mí el título no es tan, tan importante. Es decir, voy acumulando ideas y llega un momento en que hay que maquetarlas para llevarlas a imprenta y esos papeles tienen que intitularse de alguna manera. Entonces se barajan nombres y con el editor decidimos cuál suena mejor. Ser madre hoy es el título de una de las ideas de Ultraviolencia que ya entró en el brainstorming de posibles títulos para Ultraviolencia (junto con Tres cafés para mí sola y otras chorradas), el editor lo recuperó, me pareció buena idea, se dudó un poco y al final se apostó. Mientras no se llame Mil y una ideas para salir de la crisis o ¡Noguérame!...

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Patillas demenciales

     SER MADRE HOY está editado por Blackie Books

Miguel Noguera nos gusta mucho y por eso le hemos entrevistado por segunda vez. La primera la tenéis aquí.