FYI.

This story is over 5 years old.

Cultură

Mintiendo a nuestros hijos por Navidad

Días de familia, amor y respeto untados de mentiras y sufrimiento
Imagen usuario de Flickr: malojavio

Cuando se acerca la Navidad se acerca la época de las mentiras. Uno tiene que prepararse bien, aprenderse el guión y actuar de forma creíble. Marlon Brando en la casa. Es una tarea muy ardua pues el papel que tenemos que interpretar es el de un personaje que defiende la existencia de seres mágicos, seres como ese hombre barbudo vestido de rojo que entra en las casas de la gente y deposita regalos o, aún peor, que cree fuertemente que un tronco puede cagar regalos si le das unos cuantos quicos y lo golpeas en la "espalda". Estoy hablando de mentir a los niños, por supuesto, los adultos nunca podrían llegar a creer en nada que no pudiera conseguirse con dinero.

Publicidad

La fantasía y los seres mágicosestán bien y son quizá una de las pocas cosas por las que merece la pena vivir. Pensadlo bien, durante una época —muy corta— de nuestras vidas, nuestro cerebro está dispuesto a aceptar la magia, a creer que el mundo es un lugar maravillosos donde hay seres que pueden volar y hacer regalos sin esperar nada a cambio. Todo esto se desvanece pronto, los niños descubren el percal a los seis o siete años, y es un momento triste, es cuando la infancia se escurre a través de grietas de realidad para no volver a asomar la cabeza nunca jamás. Lo cierto es que en nosotros —los adultos— se lo ponemos bastante fácil. Para empezar, es jodidísimo intentar justificar la existencia de estos seres; cuando me escucho a mí mismo explicar que es algo ABSOLUTAMENTE normal que unos tipos vengan a casa por la noche con sus camellos y nos dejen regalos se me cae la cara de vergüenza. Intentar aplicar justificaciones lógicas no tiene sentido, este mundo de racionalización en el que vivimos ha erosionado tanto nuestro cerebro que ya no podemos generar ficciones fantásticas que sean tan fascinantes que su verosimilitud deje de importar, no sabemos abrir las puertas de la fantasía que antaño poblaban las mentes de nuestros antepasados y generaban miedos y alegrías a los infantes, hemos perdido la capacidad de imaginar. Si lo intentamos una sensación aplastante de ridículo nos invadirá.

Curiosamente, pese a todo esto, los niños más pequeños siguen creyéndose toda esta mierda. ¿Cómo puede ser posible? ¿Cómo pude yo creérmelo en su momento? Debe ser cosa de la recompensa, de los regalos. Si me regalas un piso en el centro de Barcelona me creeré que la tierra es plana y está cuidadosamente colocada encima de una mesa donde un par de hermanos se debaten en una eterna batalla entre el bien y el mal, no tengo ningún tipo de problema con esto, vamos a hacerlo. Joder, los niños solo quieren hacer la comunión porque les darán unos cuantos regalos, se creerán toda esta mierda de Jesús si esto supone ofrendas agradables. Los niños son las putas de la fantasía. Es por eso que cuando les estás contando cómo funciona exactamente lo del caga Tió, por absurdo que te pueda parecer, se lo creerán, porque la recompensa tiene mucho más valor que la lógica. Estos regalos, son, al fin y al cabo, la validación de la fantasía, es lo que demuestra "empíricamente" que puede existir la magia en este mundo.

¿Pero es correcto mentir a tus hijos? Decirles que te dejen dormir un rato más porque esta noche has estado "trabajando con documentos importantes hasta altas horas de la madrugada" cuando realmente has sido víctima de una rondeta infernal de búsqueda de pornografía en la red no es demasiado lícito y lo sabes. Joder, somos humanos, las cosas pasan. Pero hombre, mentir a tus hijos para generarles un mundo fantástico y expandir sus mentes fuera de este cascarón triste que es la realidad capitalista puede parecer algo positivo, ¿verdad? Pues no lo es. Si tengo que dejar de comprarme discos o dejar de salir a beber por la noche durante un par de semanas para poder tener dinero y adquirir unos regalos de mierda, quiero que se sepa que YO he hecho este esfuerzo, no que un estúpido ser mágico se los ha regalado sin tener que hacer ningún tipo de sacrificio económico. Joder, la Navidad requiere de cierta inversión y quiero poder poner mi firma, esto no es como los cumpleaños que con un juguete de plástico de un supermercado chino ya tiras de sobras, no, esto es serio. El día de Navidad un regalo de mierda no cuela, no juega a favor de esas mentiras que le hemos contado a la prole. Durante esas fechas hay muchos personajes fantásticos implicados y estos no tienen pinta de ser unos rancios. Los padres se encuentran ante una encrucijada mortal. Toda esta pasta que te dejas no puedes ni utilizarla, por lo menos, para obtener cierta recompensa emocional. Ni siquiera puedes decirle a tu hijo, mirándole a los ojos al borde del llanto, que esos obsequios se lo has hecho tú, que te levantas cada día para ir a un sitio a cambiar tiempo por dinero para poder hacerles este tipo de regalos y demostrarles, de algún modo, que les sigues queriendo. Vale, es cierto, el amor no se mide con regalos. Dejemos que se crean todo esto, al fin y al cabo solamente son conscientes de esta magia un par de años; o son demasiado pequeños para enterarse de nada o son demasiado mayores como para aceptarla. Dos años de fantasía por toda una vida de mediocridad, por favor, permitámosles este pequeño lujo.