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Cultură

Mis años como reina de la coca

Raquel nació en Rocinha, la mayor favela de Brasil, y durante un breve periodo de tiempo de su turbulenta vida, fue la persona más poderosa de este lugar.

Raquel en Rocinha, Rio de Janeiro (Foto la autora)

Subir las cuestas de Rocinha, una favela de Río de Janeiro, con Raquel Santos de Oliveira es una tarea compleja. Cada pocos minutos, alguno de los personajes de la favela la para para saludarla, desde borrachos a viejitas o miembros de bandas. "Si le preguntas a alguien de aquí si yo he sido una bandida [traficante de droga], te dirán que sí", dice. "La gente aún me respeta".

Raquel nació en Rocinha, la mayor favela de Brasil, y durante un breve periodo de tiempo de su turbulenta vida, fue la persona más poderosa de este lugar. Como media naranja del capo de la droga Ednaldo de Souza y una autoridad muy temida en sí misma, Raquel tomó el mando antes de que se nombrara un nuevo líder tras la muerte de Ednaldo en 1988 durante una sangrienta pelea con la policía.

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Sigue siendo muy poco habitual que una mujer desempeñe una función tan importante en el mundo del tráfico de drogas en Río. El apogeo de la actividad criminal de Raquel tuvo lugar en torno al momento en que la cocaína empezaba a inundar Rocinha y Río en general. Ednaldo, al que se conocía como Naldo, fue uno de los primeros en utilizar un rifle HK en lugar de armas de fuego pequeñas como pistolas y revólveres. La policía pronto se unió a esta carrera armamentística según avanzaba ferozmente la guerra entre facciones rivales del tráfico de drogas y la policía al comenzar la década de los 90.

La incursión de Raquel en la adicción a la cocaína y su creciente descontento con la extrema violencia de su modo de vida hicieron que al final solicitara la salida de la banda a principios de los 90. El deseo le fue concedido. Tras años de terapia y tratamiento para su problema de drogadicción, sigue viviendo en Rocinha y ha escrito el libro semi-ficticio Number One ( Número uno ) basado en su historia de amor con Naldo y los recuerdos de aquel tiempo, que se ha publicado en Brasil.

VICE: Hola Raquel, ¿cómo conociste a Naldo?

Raquel Santos de Oliveira: Nos conocimos cuando aún éramos pequeños. Él tenía un año menos que yo. Recaudaba dinero de deudas de juego y solía llevar dinero a mis tíos. Siempre se me quedaba mirando. Era feo, pero tenía aquellos enormes ojos preciosos. Empezó a perseguirme por todas partes pero estaba enamorado de mí como un crío se enamora de su profesora, porque yo era mayor. Lo volví a ver cuando tenía 15 años y por aquel entonces ya iba armado y parecía un chico de otro mundo. Empezamos a salir cuando tenía yo ya 25 años y acababa de salir de un matrimonio fallido con dos niños pequeños.

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¿Cómo era la vida con él?

Naldo era bipolar y sufría una terrible depresión. Se quedaba dormido en mis brazos pero podía ser muy cruel con otras personas. Los traficantes de drogas van del cielo al infierno en un corto espacio de tiempo. En tres años, todo lo que había tenido había sido destruido. Estaba algo inquieto pero vivíamos [el presente], sin ningún miedo en absoluto. Nunca estábamos tristes, era como una eterna celebración. Entre nosotros, fumábamos hierba y nos reíamos mucho. Era una vida normal, pero siempre dentro de aquel sistema.

Raquel de joven.

Describe un día normal

Si estaba en casa de mi madre, me despertaba y esperaba a oír el sonido de su rifle HK, al que él llamaba Jovelina. Aquella era la señal de que ya se había despertado y entonces iba a su casa y le llevaba comida. Cuando oscurecía, me iba a trabajar con él a la boca de fumo [punto de venta de droga] o trabajaba limpiando armas de fuego. Teníamos una casa preciosa también pero todo fue destruido —las fotos, las joyas, la ropa— durante la operación policial.

¿Había mucha competencia por parte de otras mujeres?

En aquellos días, ser mujer traficante de drogas era como pertenecer a la más alta aristocracia. Las mujeres solían intentar pinchar los condones para quedarse embarazadas de alguno. Las hermanas de Naldo eran todas prostitutas, así que él odiaba a aquel tipo de mujeres. Yo no me sentía amenazada. Éramos como niños descubriendo el mundo juntos y ninguno de los dos había sentido nunca antes aquel tipo de amor; era algo sobrenatural.

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La nueva generación. Foto de nuestro artículo 'Brazilian Drug Dealers Love Social Media'

¿Cómo fue tu infancia en Rocinha?

Me críe básicamente en la calle. A los 11 años, ya llevaba un revolver del 38. Solía pasar mucho tiempo en la casa donde mi madre trabajaba como empleada doméstica de una familia rica en Copacabana. La diferencia entre aquella casa rodeada de cosas bonitas y Rocinha era brutal. Recuerdo mirar Rocinha por la ventana, con todas sus cometas, y el ruido, y el bullicio y no me cabía duda de que lo único que quería era salir de allí. En los 70, mucha gente emigró desde el noreste de Brasil a Rocinha para trabajar en la construcción. Había que hacer cola en mitad de la noche para conseguir agua, no había electricidad y algunos prostituían a sus hijos para sobrevivir.

¿Qué pasó cuando mataron a Naldo?

Yo no quería vivir pero la cocaína me anestesió. Alguien vino a verme con una bolsa de 300 gramos de cocaína, marihuana y armas, y me dio instrucciones para que continuara con su trabajo. Fui a pedir ayuda y así es como me convertí en la jefa.

¿Qué te hizo salir de aquello?

Vi cómo mataban a una persona delante de mí. No fue la última vez que me vi envuelta en esa vida pero aquel fue un momento decisivo para mí.

¿Por qué está el crimen organizado de Río tan dominado por los hombres?

En Rocinha, desde el jogo do bicho ["el juego de los animales", un tinglado ilegal que precedió al tráfico de drogas en Rocinha y otras favelas como principal fuente de poder], el crimen siempre estuvo dominado por hombres. Se convirtió en una especie de marca de la casa, y el tráfico de drogas comparte también esas raíces. Las mujeres no tenían ningún valor por aquellos días. A menudo las violaban. Los hombres se llevaban a una chica a una casa, fumaban hierba y 20 hombres se acostaban con ella. Incluso hoy en día, hay mujeres que cambian una mamada por una papelina de coca. A las mujeres se las trata como a una propiedad sin valor. Incluso a un coche se lo puede tratar con cuidados y afecto, pero las mujeres eran simplemente algo de usar y tirar.

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¿Cómo te ganaste el respeto en un mundo así?

Yo era guapa, pero agresiva también. Me criaron como a un chico. Solía recogerme el pelo y escondérmelo debajo de una gorra. No me daba miedo nada, y sigue sin dármelo. Era mala. A la gente le daba miedo. Tenía reglas, como la de no fumar hierba en la boca de fumo . Tenía que ser así. Tenía 19 hombres a mis órdenes.

¿Qué despertó tu interés por la escritura?

Al jefe de mi madre en la casa de Copacabana le gustaba leerme cuando era pequeña. A mí me encantaba, incluso aunque no entendiera nada. Tenía un montón de libros y a mí siempre me gustó leer. Era la manera de escapar a otro mundo.

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¿Qué te llevó a escribir Number One?

Mi terapeuta me sugirió que escribiera sobre mi vida como método para lidiar con mis sentimientos. Tardé casi dos años. Lloré mucho. Cuando mi editor me propuso escribir el capítulo sobre mi infancia, volví a la coca y pasé una noche terrible. Después de eso, pasé dos días en cama, pero quería desmitificar esa vida. No es que sea ninguna excusa pero quería mostrar que aquí los traficantes de droga son también personas, que a veces vienen de la peor de las miserias.

¿Por qué ficción y no una biografía?

Es una novela basada en la vida real, porque yo no puedo escribir una biografía. Yo no soy nadie, solo soy una extraficante de drogas.

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¿Cómo han cambiado las cosas en Rocinha?

Desde que la policía llegó [existe una ocupación conocida como la unidad de pacificación policial desde 2011], se creó mucha inestabilidad y un conflicto de intereses. Los traficantes de droga han diversificado su negocio a otros productos. Solía ser como una gran familia; ahora solo unos pocos son ricos. No es tan ostentoso.

¿Cómo es ahora tu vida?

Hoy soy feliz. He encontrado la paz. Durante mucho tiempo no pude sentir nada en absoluto. Me ocupaba de la boca de fumo solo para pagar mi propio suministro de coca. Ahora he ido a la Universidad y he escrito un libro. Estoy estudiando un master y quiero meterme en política para transformar el sistema de tratamientos para la drogadicción de Rocinha.

Gracias, Raquel.

@betty_de_brazil