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Cultură

Films narcóticos para fans ilegales

La industria del vídeo mexicana hace películas para las masas.

Dos carteles (2000), con Mario Almada

Durante los últimos años, los directores de cine mexicanos han obtenido un reconocimiento sin precedentes. Películas como

Babel, Amores Perros, Luz Silenciosa y El Laberinto Del Fauno

se han llevado premios en festivales de todo el mundo. Actores como Gael García Bernal y Diego Luna han atraído la atención del público sobre una nueva generación de intérpretes mexicanos. Bien por ellos, pero, ¿no podríamos ver alguna que otra peliculilla que no sea artística y densa ni esté “dirigida con mano maestra” y “llena de grandes actuaciones”? ¿Por qué no existe una escena cinematográfica mexicana dirigida a la mujer que vende tacos en un puesto ambulante en Juárez? ¿Acaso todas se ruedan teniendo en mente al intelectual que enseña teoría del cine en la universidad de México DF? ¿Es que no merecen las clases pobres y trabajadoras del país un cine con el que se puedan identificar?

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Bueno, apuesto a que la mayoría de los que estáis leyendo esto no sois mexicanos. Yo sí. De serlo no haríais estas preguntas que he puesto en boca vuestra porque ya sabríais de la existencia del cine narco. Venga, pasad; os lo contaré todo sobre él.

Existe en México una hiperactiva industria de cine de serie B que a lo largo de más de 40 años ha producido una infinidad de films de infrabajo presupuesto atestados de traficantes, malos policías, políticos corruptos, matones y prostitutas, rodados para el mercado del vídeo doméstico y dirigidos principalmente a las clases obreras y a los millones de mexicanos que residen en los USA. Si vas a un videoclub del este de Los Angeles, es probable que halles una copia de

Amores Perros

y, más probable aún, que te encuentres rodeado de cientos de films de títulos tan irresistibles como

Los Cuates de Sonora, Los Más Buscados, Traficantes de Michoacán, Me Llaman Violencia, El Compa Nariz de a Gramo, Me Chingaron los Gringos, Armas, Robo

y

Muerte o Muerte en Tijuana

. ¿A que dan ganas de verlas?

Presas del bochorno, las clases pudientes no miran con buenos ojos a esta industria: un buen número de gente a la que intenté entrevistar se ofendió por el simple hecho de estar yo interesado en el narcocine. La película

Chrysler 300

vendió miles de copias en DVD el año pasado, pero los habitantes de los barrios ricos juran no haber oído hablar nunca de ella a pesar de estar en todas las pantallas de televisión de las zonas de clase obrera. Como dice Hugo Villa, del Instituto Mexicano de Cinematografía, “No es ninguna sorpresa si piensas que sólo el 18% de la población mexicana puede permitirse ir al cine”. La realidad es que las baratas producciones para el mercado del vídeo son un reflejo mucho más fiel de los gustos de los mexicanos que cualquiera de esas películas que hacen que los miembros del jurado del festival Cannes se meen champán en los pantalones de sus elegantes smokings.

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A menudo basados en las violentas historias que aparecen en los periódicos locales, estos films de acción de presupuesto ínfimo se escriben, producen y ponen en circulación apenas unas semanas después de que dichas historias hayan sido publicadas. También a menudo se basan en mitos y leyendas sobre los todopoderosos cárteles de la droga del noroeste de México, o en historias de mexicanos que cruzan la frontera. Y, aunque parezca delirante, hay un montón de narcopelículas sobre coches o camiones. En cualquier tienda donde alquilen estos films es fácil encontrar títulos como

La Hummer Negra, El Durango Rojo

y dos clásicos del género,

La Camioneta Gris

y

La Banda Del Carro Rojo

.

En la industria mexicana mainstream es difícil que una película, por exitosa que sea, genere una secuela. Raro sería que se rodara

Y Tu Mamá También 2

o algo por el estilo. Sin embargo, cualquier film de la industria del vídeo doméstico que obtenga éxito se convertirá de inmediato en una franquicia; de ahí la existencia de películas como

Dos Plebes 2, Regalo Caro 4, Chrysler 300 Parte 3

… La mayoría de estas secuelas son historias de venganza basadas en los films originales.

Años atrás solían ser westerns o pelis de acción sin más vueltas de hoja; en el transcurso de las últimas dos décadas, el eje de estos films ha pasado a ser el tráfico de drogas. México es el segundo productor de marihuana y adormidera del continente americano; casi toda la metanfetamina que llega a Estados Unidos se ha fabricado en México, y todo el país es una superautopista por la que circula la práctica totalidad de la cocaína que entra en las napias de los gringos. El del tráfico de drogas es un negocio que mueve mil millones de dólares al año, de los cuales un 30% se destina a pagar sobornos al gobierno y a la policía.

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Hoy en día las guerras entre narcos están fuera de control en México. No hay día que los noticieros no den cuenta de balaceras, corrupción, decapitaciones y ejecuciones. Pero no son sólo los cárteles los que están en guerra unos contra otros. En un intento de acabar con ellos, el actual gobierno ha militarizado zonas enteras del país, y esto únicamente ha servido para provocar aún más violencia: los cárteles luchan contra el gobierno, el gobierno lucha contra los cárteles, los cárteles luchan entre sí, asesinatos brutales son el pan nuestro de cada día y, a río revuelto, unos cuantos cineastas percherones convierten cada mogollón en película en menos tiempo del que se tarda en decir “¡Arriba, arriba!”

Recientemente conocimos y charlamos con dos de los mayores exponentes del narcocine mexicano. Esto fue lo que nos contaron.

Mario Almada, actor

Si alguien hay a quien se pueda considerar como la encarnación de la industria del cine narco, ése es Mario Almada, el John Wayne de México. Una leyenda que sigue rodando películas a sus 86 años de edad y ostenta el premio Guinness al actor vivo que ha aparecido en un mayor número de films. Fuimos a visitarle a su casa, en Cuernavaca.

Vice: ¿Ha rodado alguna película últimamente?

Mario Almada:

Acabo de volver de Dallas. Estuve allí rodando un vídeo.

¿Cuántas películas ha hecho usted?

Como protagonista, más de 300. Esto contando las que se han rodado sobre celuloide de 35 mm, no incluyo las que he hecho para el vídeo doméstico. De esas probablemente he actuado en más de mil.

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De ahí que ostente el récord Guinness.

Eso me han dicho, pero nunca lo he visto.

¿Qué diferencia hay entre trabajar en una película de 35 mm y en una para el mercado del vídeo?

Es muy distinto. Las grandes películas tardan meses en rodarse y las del vídeo se hacen en seis días. Esa es la explicación de que haya trabajado en tantas.

¿Y suele encarnar al bueno o al malo?

Por lo general soy el héroe: un vengador, un policía, un sargento, un sheriff. He interpretado a sacerdotes, todo tipo de papeles, excepto a un gay. Eso no. No estaría creíble en el papel. Mis personajes siempre están luchando contra la violencia y contra los traficantes de drogas. Siempre. La única vez que interpreté a un narco fue en

La Banda Del Carro Rojo

.

¿Quiénes ven sus películas?

Sobre todo la gente de clase trabajadora, pero a veces encuentro mujeres del barrio de Lomas de Chapultepec, un barrio muy rico, que me dicen, “Sr. Almada, ví una película suya en televisión anoche. Son estupendas. Por favor, siga haciéndolas”. Mi público es la clase obrera de México, los Estados Unidos, Suramérica y América Central.

¿Es su mayor mercado el de los millones de mexicanos que viven en Estados Unidos?

Allí gustan de verdad las canciones mexicanas, pero también las historias sobre la frontera, sobre inmigrantes ilegales y sobre el tráfico de drogas. Películas como

La Muerte Del Chacal

y

La Venganza Del Chacal

tuvieron mucho éxito. Las rodamos en Brownsville.

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Ha mencionado las canciones mexicanas. Entre los narcocorridos y la industria del vídeo hay una estrecha relación, ¿verdad?

Existen muchas canciones de esas. Hay montones de personajes muy populares, bandidos y cosas así, y siempre hay alguien que compone un corrido sobre ellos. Y luego se hace una película basada en ese corrido. Siempre tienen éxito, porque están basadas en canciones que ya eran muy conocidas. Por ejemplo,

La Banda Del Carro Rojo

. Empezó como un corrido que popularizaron Los Tigres Del Norte, uno de los conjuntos más famosos de México. Cuenta la historia de cuatro amigos que transportan cien kilos de coca en las llantas del auto y son asesinados. La película se hizo a partir de la canción. En ella puedes ver cómo retiramos las llantas y todo lo demás.

Usted ha aparecido en más películas basadas en canciones de Los Tigres Del Norte, ¿no?

Bueno, hice esa en 1978, pero sí, también hicimos

La Jaula De Oro, La Camioneta Gris

y

Tres Veces Mojado

. En

La Camioneta Gris

interpreto al padre de un joven que trafica con drogas. Soy su padre pero también policía, y ése es un gran conflicto.

Me encanta la letra de la canción. “Una camioneta gris con placas de California, la traían bien arreglada. Pedro Márquez y su novia muchos dólares llevaban para cambiarlos por droga. Su destino era Acapulco, así lo tenían planeado. Disfrutar luna de miel y el regreso aprovecharlo con cien kilos de la fina que en la gris habían clavado”. Y al final se estrellan contra un tren y mueren. La película también me gustó.

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Sí, una película muy bonita.

La Jaula De Oro

también era buena. Trataba de un hombre que desea volver a Estados Unidos, pero su familia no quiere ir. Al final logra cruzar la frontera llevándose consigo a su familia.

He oído que algunas de estas películas están financiadas por…

¿Por los narcos? Bueno, sí. Podría ser cierto. Muchos amigos productores llevan diamantes y cadenas de oro, pero son buena gente, gente amable. Nunca he intentado averiguar si son narcos o no.

¿Ha llegado usted a conocer a alguno de los grandes jefes de la droga?

En los 80 conocí a Rafael Caro Quintero en un restaurante en Guadalajara. Nos invitó a su mesa y tomamos unas copas con él. Era un hombre encantador y generoso que hizo mucho por su gente. Construyó escuelas. Hicimos

Operación Marihuana

, sobre los inicios de Caro Quintero, cuando tenía plantaciones por todas partes. Se metió en asuntos ilegales y le metieron en la cárcel, pero era un buen hombre.

¿Qué opina del prestigio que ha alcanzado el cine mexicano actual?

Hoy se están haciendo muchas buenas películas pero que no son para la mayoría de la gente, sino para una élite. Hacen falta películas que todo el mundo pueda ver, no como

Y Tu Mamá También

. ¡Eso es pornografía! Los directores salen hoy de las escuelas con ideas muy raras. A la gente no le gustan esas cosas tan complicadas en las que se basan sus películas.

¿Piensa usted seguir trabajando en el cine?

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Seguiré mientras el cuerpo aguante, que podría no ser demasiado. Tengo 86 años. ¡Muchos años! Y he visto muchas cosas a lo largo de mi vida.

Jorge Reynoso, actor, director y productor

Nos moríamos de ganas de hablar con el cineasta y empresario Jorge Reynoso, quien a diferencia de Mario Almada, suele interpretar al tío más malo de todos los malos. No fue fácil concertar la cita. Canceló un par y, cuando por fin nos encontramos en la capital mientras supervisaba las labores de edición de su última película, nos explicó que había estado muy ocupado viajando a Asia en el yate de alguien y visitando fábricas en China para empezar la producción de su propia salsa picante: Rico, Picante y Sabroso, el Sabor de Jorge Reynoso, que planea poner a la venta en Estados Unidos en la cadena de establecimientos Walmarts, junto a DVD’s de sus películas.

Vice: ¿Qué diferencia hay entre rodar películas y rodar producciones para el mercado del vídeo?

Jorge Reynoso:

La principal es la distribución. Las películas se filman en HD o 35 mm y después se proyectan en los cines. Las videoproducciones se filman en 16 mm, HD o DVCAM y se distribuyen directamente en supermercados o tiendas de vídeo.

¿Cuánto dinero cuesta y cuánto tiempo se emplea en rodar uno de estos films?

El coste de uno bien hecho está entre 40 mil y 50 mil dólares. Le encargamos a alguien que escriba un guión, lo cual no ocupa más de tres o cuatro días. La preproducción está lista en una semana y media, y después disponemos de un par de semanas de rodaje. En total, una película tarda cinco semanas en estar en el mercado. Yo he llegado a hacer 26 en un año.

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Increíble. ¿Qué opina de la industria del cine en México? ¿Qué diferencia las películas que obtienen reconocimiento internacional de la clase de films que hace usted?

Creo que se están haciendo algunas muy buenas, pero creo también que las hacen para gente que puede permitirse ir a verlas. Las clases trabajadoras no tienen acceso a ellas. En primer lugar, no hay cines en las aldeas pequeñas y zonas rurales, y en segundo lugar, son películas muy subidas de tono. Demasiado atrevidas. Me parece que han ido demasiado lejos, pero ganan premios y compiten en festivales. Las que nosotros hacemos son muy distintas.

¿Cómo de distintas?

Este estilo de film de acción basado en historias sacadas de los noticieros lo inicié yo. Lo popularicé trabajando con las casas de discos e incluyendo corridos en las películas. La gente me conoce como ‘El Señor de las Pistolas’ porque he matado a muchas personas… en mis películas. La mayoría de las que he hecho tratan sobre las mafias. Son películas muy bien recibidas por los mexicanos que viven en Estados Unidos; se identifican con los personajes, gente respetada, y a los habitantes de pueblos pequeños les encantan. También les gustan a los conjuntos de corridos.

¿Me está diciendo que el pueblo mexicano celebra a sus traficantes?

Sucede que los narcos mexicanos provienen del campo. Son personas que se abren camino desde la pobreza. Una vez alcanzan el éxito, hacen cosas buenas en sus lugares de procedencia. Construyen escuelas y hospitales, crean empleo. Obviamente, la gente les adora. Incluso existe un santo patrón de los traficantes de drogas. Su nombre es Jesús Malverde y tiene su altar en Culiacán, Sinaloa. La gente le pone velas y le canta canciones. Es una cultura fascinante, y es la realidad de México.

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¿Ha tenido, haciendo estas películas, oportunidad de conocer jefes narcos?

He conocido a varios. De hecho, hemos rodado películas importantes con alguno de ellos. Obviamente, si sigo con vida es porque nunca he sido un soplón. Jamás traicioné la confianza de quienes nos dieron y siguen dando su amistad. La primera película que hice sobre mafias se titulaba

La Mafia Tiembla

, y trataba sobre Rafael Caro Quintero, un narco muy famoso. Hicimos

La Mafia 1, La Mafia 2

y

La Mafia 3

, todas con gran éxito.

La Hummer negra (2005), con Jorge Reynoso

Ya, en los 80 era uno de los mayores traficantes del mundo. Recuerdo que, cuando le capturaron en Costa Rica, propuso sufragar la deuda externa del país si le dejaban marchar, y lo mismo dijo cuando le extraditaron a México.

Sí, pero creo que ahora está en la cárcel.

¿Le pregunta alguna vez la policía de dónde saca información para escribir sus films?

Me ha sucedido en el pasado. El Departamento de Estado me llamó para preguntarme si sabía dónde se ocultaba tal persona, dónde tal otra. Yo les respondí, “Ustedes deberían saberlo. Son policías, yo sólo soy actor”.

¿Empezó usted haciendo películas de mafias, o trabajó antes en otros géneros?

Al principio rodábamos películas sobre inmigrantes ilegales. Más que películas, hacíamos homenajes a las personas que lograban pasar al “otro lado” a pesar de las dificultades. Nos enorgullecíamos de ellas. Después empezamos con las películas de mafiosos. Era bastante arriesgado, ya que la mexicana es la segunda o tercera mafia más poderosa del mundo. Continué haciéndolas, basándolas a menudo en narcocorridos. Las disqueras nos cortejaban y nos cedían canciones; hacíamos películas basadas en las canciones que sonaban en la radio. Seguimos haciéndolo. La gente decía que yo mismo tengo aspecto de mafioso y que debería interpretar ese tipo de personajes. Eso hago, y los interpreto con orgullo y dignidad.

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Es interesante que muchas de estas películas se filmen en Estados Unidos. ¿Por qué allí y no en México?

Los mexicanos en Estados Unidos nos brindan muchísimo apoyo. Nos conocen y se alegran cuando nos ven por allí. Se involucran mucho cuando rodamos donde ellos viven: Houston, Dallas, California o Chicago. Además, los alcaldes de muchas ciudades son de origen mexicano. Eso nos resulta de gran ayuda.

¿Dónde se venden sus películas?

Nuestro gran mercado es el de los mexicanos que viven en Estados Unidos. La piratería nos ha golpeado muy fuerte, pero nos dimos cuenta de que obtendríamos ganancias si vendíamos DVD’s en supermercados a precios muy asequibles. Walmart tiene más de 2.000 establecimientos en Estados Unidos. Si vendemos cinco copias en cada uno, estamos hablando de 10.000 copias. Pueden venderse en pocos días. En Walmart colocan nuestros DVD’s al lado de la comida mexicana. Puedes ir a comprar una deliciosa enchilada y, al lado, encontrar una película protagonizada por Jorge Reynoso. En cada DVD incluimos cuatro o cinco películas. También las vendemos a cadenas de televisión en California, Texas e Illinois. Ofrecemos las películas que quiere la gente, con canciones, con una actriz hermosa, un chico guapo y un asesino. Y la gente las compra.

Hablando de narcocorridos… Es interesante cómo esta música ha ido cambiando a lo largo de los años.

Los corridos se cantaban originalmente durante la revolución mexicana, a comienzos del siglo pasado. Eran canciones en honor de héroes como Pancho Villa y Emiliano Zapata y de las mujeres que luchaban junto a ellos en primera línea. En tiempos recientes, esta clase de canciones celebran a personajes importantes de los cárteles de la droga; dignificándolos, convirtiéndolos en héroes más grandes que la vida. A los mafiosos mexicanos les encantan.

Muchas películas están basadas en narcocorridos populares, pero en los últimos tres años se han atribuido a los cárteles hasta 25 asesinatos de músicos como Valentín Elizalde y Sergio Gómez, supuestamente por cantar en el territorio equivocado o sobre la gente equivocada. ¿Alguna vez ha tenido usted problemas por haber hecho un film basado en un corrido “equivocado”?

La canción te da la sinopsis de la película y, basándonos en ella, rodamos una adaptación. Pero, por supuesto, antes has de pedir permiso. Hay que tener buenas relaciones con esa gente porque, si no, te metes en problemas. Y tendrás problemas si haces cambios en la historia que a ellos no les gusten. Nosotros, gracias a Dios, siempre hemos hecho las cosas de la manera en que tenían que hacerse.

En sus películas hay una serie de caras conocidas, pero hay también un montón de papeles interpretados por actores no profesionales.

Los guiones se escriben de forma que cualquiera pueda participar. Como las strippers, que son chicas increíbles. Los guardias de seguridad, los policías, los borrachos, los sicarios… Todo aquel que viva en esos ambientes puede trabajar en una de nuestras películas. Lo que ves en pantalla es veraz. La prostituta es una prostituta, el policía es un policía y el narco es un narco.