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Tranquilos, no vamos a morir por el ébola

Aunque existen muchas otras enfermedades horribles que esperan el momento oportuno para matarte

Algunos de los alarmantes titulares que quizá hayas leído últimamente (Imagen de fondo vía)

El último brote de ébola se ha prolongado varios meses y se ha cobrado la vida de más de 700 personas en el oeste de África. Sin embargo, la noticia no había tenido resonancia mediática hasta hace unos días por dos motivos: los informes al respecto elaborados por otros países son prácticamente inexistentes y, por otro lado, ningún occidental había muerto a causa del virus, así que, ¿a quién le importaba? Ha hecho falta que murieran dos estadounidenses para desatar la alarma y suscitar cierta preocupación en países como el Reino Unido y España.

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Ahora que ya es noticia, los periodistas hablan hasta la saciedad de la muerte silenciosa que acecha por todas partes". En el Reino Unido, periódicos como The Mail publican artículos sobre el ébola todos los días, atraídos por una poderosa combinación de sangre, amenazas llegadas de fuera y una posible caída de los precios en el mercado de la vivienda. Es una amenaza que procede de un lugar oscuro y misterioso para Occidente, principalmente porque en general las agencias informativas no se han tomado la molestia de enviar reporteros.

Todo esto nos lleva a las preguntas: ¿qué es el ébola? ¿Qué coño está pasando? ¿Vamos a morir todos? Bien, vamos a analizar los hechos.

De lo que no cabe duda es de que el ébola es muy jodido. De hecho, ”horrible” sería un término más adecuado. El ébola consta de varias cepas de un virus hallado en África Occidental que pertenece a la clase de las zoonosis, es decir, enfermedades que pueden transmitirse de animales a seres humanos. Como ocurre con muchos virus similares, el ébola puede permanecer oculto en una población animal (dicho huésped se denomina “reservorio”) sin presentar ningún síntoma, creciendo durante años o incluso décadas hasta que hace su aparición en el mundo humano provocando lo que se conoce como un brote.

Desde que se produjo el primer caso en 1976, el ébola ha matado a cerca de 2.250 personas. No existe cura para el virus, por lo que la mayoría de las personas que se contagian mueren. Actúa atacando las células del sistema inmunitario, reproduciéndose a gran velocidad y provocando una fiebre tan intensa que los tejidos del cuerpo se rompen y los órganos empiezan a fallar. En muchas ocasiones los pacientes sufren hemorragias visibles ¾ojos inyectados en sangre, sangrado por los orificios corporales y convulsiones causadas por hemorragias cerebrales. El paciente muere al cabo de una semana.

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¿Hay motivos para entrar en pánico? ¿Estamos ante una nueva pandemia? El ébola está “solo a un vuelo en avión de los EUA", según palabras de John O'Connor, portavoz del Centro de Control y Prevención de Enfermedades. “El virus mortal podría propagarse por todo el mundo”, fue el comedido titular de The Mail.

Lo cierto es que los brotes ocurren casi cada año (este es el número 29 desde 1976), la mayoría en unos pocos países de África Occidental. El último brote se registró en Guinea, Liberia, Sierra Leona y un único caso en Nigeria. En cualquier caso, el alcance del virus es bastante limitado. El episodio actual es el más largo hasta ahora: 672 muertes de entre las 1.201 personas infectadas hasta la fecha. Los brotes suelen ser devastadores pero de corta duración y están bien controlados.

Imagen microscópica de los viriones del ébola (foto vía)

La razón es la forma que tiene el virus de propagarse. Existen virus, como el de la gripe, que se propagan por vía aérea, por lo que pasan de un huésped a otro con enorme rapidez; pon a un tío con gripe en un avión y al final de un vuelo de larga distancia habrá contagiado a un montón de gente por el simple y egoísta hecho de respirar. Este aspecto de la gripe aviar es el que resulta tan alarmante: puede que no resulte mortal ni sea tan dramático como otras enfermedades, pero puede llegar a infectar a un gran número de personas muy rápidamente, y un porcentaje pequeño de una cantidad muy grande no deja de ser mucha gente.

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El ébola se contagia únicamente por contacto directo con alguno de los fluidos corporales de la persona portadora. Una putada para los familiares del afectado o para el médico que lo trata, pero no es un método efectivo para propagarse al resto de la población. Siguiendo con la analogía, si pones a un enfermo de ébola en un avión, al final del vuelo seguramente solo seguirá habiendo un paciente (muy) enfermo de ébola. La única forma en que podrías contagiarte en tu oficina o en un tren es en el supuesto de que algún capullo malintencionado dejara saliva infectada en los asientos y en otras superficies, e incluso así el riesgo de infección sería muy bajo.

Las estadísticas dan fe de ello. Este último brote lleva activo desde febrero, y desde entonces solo se han infectado 1.200 personas en una reducida región de África Occidental. Naturalmente, no podemos ni imaginar el horror que supone para los que lo sufren y para el personal sanitario, como Sheik Umar Khan, de Sierra Leona, que perdió la vida cuidando de pacientes infectados, pero no estamos ante una pandemia.

Resulta irónico que el ébola haya captado tanta atención mediática cuando existen epidemias mucho más mortales y extendidas por las que no muestran el mínimo interés. El hecho de no haber hallado una cura para erradicar el sarampión en Nigeria en pleno siglo XXI constituye una amenaza mucho mayor en la actualidad, ya que solo en 2011 murieron más de 15.000 personas a causa de esta enfermedad. La publicación irresponsable de noticias alarmistas por parte de la prensa contribuye en gran medida a alimentar la psicosis, tal como está ocurriendo con el ébola. En 2013, la friolera de 207 millones de personas quedaron infectadas de malaria, de las cuales se calcula que murieron unas 627.000. La investigación para encontrar una vacuna continúa y se han logrado ciertos avances.

No debería llegarse al extremo de que dos occidentales pierdan la vida por el virus del ébola para darnos cuenta de que estamos profunda e íntimamente relacionados con el resto del mundo; que lo que sucede en el África subsahariana tiene repercusión en nuestro futuro. Pero claro, eso implicaría que las agencias de noticias hicieran bien su trabajo, es decir, educar a sus lectores, proporcionarles un contexto real y gastar más dinero en informar sobre sucesos más allá de las fronteras nacionales.

Desgraciadamente, no es muy probable que ocurra alguna de esas cosas, así que para los medios de comunicación, el ébola seguirá siendo la Belén Esteban del reino de los virus.

@mjrobbins