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Nosotros también estuvimos en el Parlament

Y también en la mani contra el juicio a los indignados de esta mañana

Esta mañana fui a cubrir la manifestación que organizaba el 15-O en respuesta a los juicios a los 20 indignados acusados de haber cometido faltas y delitos durante las protestas contra los recortes que se llevaron a cabo ante el parlamento catalán el pasado 15 de junio.

El eslogan era "Jo també vaig estar al parlament" (Yo también estuve en el Parlamento) y supongo que, en un sentido estricto, también yo estuve. Al menos ésa iba a ser mi excusa en caso de que alguien apuntara el MÁS QUE EVIDENTE conflicto de intereses que supone el hecho de que buena parte de las pruebas aportadas en contra de los indignados fueran imágenes de los manifestantes tomadas por los medios de comunicación.

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El ambiente, en general, era bueno, con unos 150 manifestantes a los que a eso de las 10 h se unió un grupo de unos 30 más cerca de plaza Universitat. Aunque habían desestimado el plan de acampar en Arc de Triomf tras la manifestación de ayer, la mayoría de los indignados había vuelto a agruparse a las 7:30 de la mañana. La policía, como era de prever, había prohibido el acceso a la antesala de los juzgados, y la multitud, en consecuencia, optó por apostarse directamente enfrente de las escaleras. La policía había dispuesto una línea de barreras a lo largo del Paseo Lluís Companys y, aunque la calle estaba abierta al público, había puesto también dos "lecheras" en cada extremo del bulevar. Era obvio que estaban preparados si las cosas se desmadraban.

De las 9 de la mañana en adelante, a medida que cada diputado iba llegando, la muchedumbre se apiñaba ante la barrera colocada delante de la Audiencia para corear eslóganes que iban de lo divertido a lo preciso y a lo directamente abusivo (gritar "viene de la ONCE" al [diputado ciego](http:// http://www.youtube.com/watch?v=tY6UCtNjLf4 ) estuvo ciego).

Visto desde fuera, estaba claro que las cosas están cambiando, tanto dentro del movimiento como en lo referente a su vigilancia. "Conocemos a todos los polis, son las mismas caras del verano pasado", me dijo un indignado. Otra me señaló que la barrera justo delante de la línea policial era deliberadamente débil: "Esto lo hacen para que sea más fácil que la traspasemos y así ellos tener la excusa para liarse a hostias". Ambos bandos tienen claras tácticas. Los indignados provocan a través de los megáfonos, clamando acerca de cómo la policía está protegiendo a los mismos que están saqueando el país (que vale, es verdad), y la policía alternando despliegues de fuerza brutal y después retrocediendo.

Por un momento fantaseé en que en esta situación se diera una historia de amor y que años después les contaran la historia a sus nietos. "¿Te acuerdas de cómo nos conocimos, cari?". "Sí, te vi por encima de las barricadas y fue como, ¡bum!"

Me sacó de mi ensoñación el sonido de las porras de los Mossos sobre las cabezas de los manifestantes. Sin avisar, los Mossos habían corrido hasta la barrera y lanzado unos cuantos porrazos. "¡Hijos de puta!", fue el grito que surgió de las filas traseras, y un par de chicos salieron a toda prisa de la melé riendo. "¡Ja, ja, hemos abierto la puerta para que pasen!"

Mientras el verano del amor se convierte en el invierno del descontento, resulta evidente que tanto la policía como los manifestantes están perdiendo (mutuamente) la paciencia. Supongo que, si eres poli, hay un número limitado de veces que puedes aguantar que la gente te cante el tema de La guerra de las galaxias hasta que deja de parecerte divertido. Y, de igual modo, es difícil verle el lado divertido a una porra aterrizando sobre tu cabeza por vigésima vez.

Foto: @acampadabcn