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Olvida la primera nación


OLVIDA LA PRIMERA NACIÓN
  POR BEN MAKUCH
FOTO POR COREY ADCOCK La violencia en las reservas indias, como Samson Cree First Nation, donde hace poco mataron a un niño de 5 años en un tiroteo, y Sandy Bay First Nation, donde decapitaron a una mujer, pone de manifiesto lo jodida que se ha vuelto la vida residencial en Canadá. Algunas reservas empiezan a parecer favelas brasileñas: se ha disparado la violencia armada y los encarcelamientos, los índices de VIH están a la par con las temperaturas mundiales, y más de un tercio de nativos no se ha graduado en el instituto. La causa es que este grupo sumamente pobre (en total son más de 1,1 millones de personas) estadísticamente tiene la población más joven y la que más rápidamente crece de Canadá. El otro problema es que a nadie en Canadá le importa una mierda. El gobierno federal no tiene planes revolucionarios en mente, y el Departamento de asuntos nativos y de la zona norte es un agujero negro monetario.
No es coincidencia que la mayoría de asesinos en serie de Canadá hayan centrado sus objetivos en mujeres indígenas, porque a los policías les da exactamente igual. Antes de que pillaran al asesino en serie más prolífico de la nación (Robert Pickton, un criador de cerdos asesino convicto de 50 mujeres), prostitutas nativas de Vancouver acudieron a las autoridades con información. “Tengo una amiga que fue a hablar con la policía en 1988 y les habló sobre la granja de Pickton”, dice Audrey Huntley, una activista de Anishinaabe que trabajó al este de Vancouver con prostitutas. “La llamaron puta drogadicta”.
No hay duda sobre las estadísticas: Amnistía Internacional mantiene que las mujeres indígenas tienen cinco veces más probabilidades de ser asesinadas violentamente que otras mujeres. Por no hablar de que los chicos jóvenes se están uniendo a pandillas más rápido que nunca, lo que provoca peleas entre bandas bastante a menudo. La policía ha sido acusada de indiferencia ante los delitos contra nativos. En lugar de abordar el problema, el gobierno mantiene políticas arcaicas, como el Acta India del siglo XIX. “En el 10% de los casos hay nativos implicados, y son los más difíciles de resolver”, dijo un ex agente de la Real Policía Montada del Canadá. “Los testigos no se presentan, las pandillas guardan silencio y hay desconfianza general hacia la policía. Creen que los policías son el enemigo. Y a veces no les culpo”.