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Pasé una noche con los escritores plagiaristas

Han cambiado el nombre de varias placas en calles de Madrid y acaban de publicar "Doce cuentos del Sur de Asia", una antología de autores de Myanmar, un país sin literatura contemporánea conocida. Hablamos con los fundadores del Movimiento Plagiarista.

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Estamos en la librería Cervantes y Compañía y precisamente lo que no falta es compañía. Aire cervantino tampoco. "¿Cuánta gente ha venido al final? Unos 40 o 50, yo creo". En la sección de novedades, 200 libros recién editados que solo se pueden encontrar en este rincón de Malasaña. Sí, estamos en una presentación. En concreto, la de una antología. Un periodista y un filólogo, Daniel Jiménez y Félix Blanco, flanquean a un experto en literatura del sudeste asiático y a un familiar lejano de uno de los autores recopilados. Hasta aquí, todo correcto.

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¿Y si dijéramos que la antología que presentan, Doce cuentos del Sur de Asia, recopila las piezas literarias de varios autores de un país -Myanmar, la antigua Birmania- que no tiene literatura contemporánea conocida? ¿Y si contásemos que la editorial que lo publica, Imaginaire, no existe de momento o al menos no tiene rastro en Internet? ¿Tiene sentido que uno de los invitados al acto, que dice ser familiar de un escritor vietnamita llamado Kokoro Pattani, hable realmente, según susurra uno de los presentes, "en chino mandarín"?

La presentación se acaba pero el hilo narrativo de la noche se prolonga hasta la acera de enfrente entre cervezas y mezcales. Y después de unos cuantos, pactamos una entrevista con uno de los editores del libro, Leandro Romaña. Al día siguiente le llamamos para que convoque a su socio, César Ruiz-Tagle, y nos explique si los relatos que tenemos delante son verdaderos, si Kokoro Pattani y compañía existieron alguna vez o si han escrito un libro inspirados por Perec y estamos antes una actualización de la vieja guerrilla de la comunicación estilo Luther Blisset. ¿Qué esconde esta narración a base de piezas que conforman un artefacto de genética borgiana con aires de Bolaño, Max Aub y Swobb; doce cuentos cortos de tintes alegóricos que dan lugar a notas de los editores y traductores que despliegan, a su vez, un relato paralelo con apariencia de novela?

Antes buscamos en Internet y averiguamos que este libro no es más que el principio- según nos cuenta el blog donde se anuncia- de la acciones del Movimiento Plagiarista, "una brecha en mitad del territorio por el que deben transitar todos los escritores del siglo XXI", en boca de los autores del Manifiesto. ¿Es literatura… o literatura de la literatura de la literatura, como podría haber dicho Joyce? Romaña y Ruiz-Tagle aceptan y quedamos para una nueva llamada pasadas unas horas. La condición, no revelar su identidad por el momento. Cosas de plagiaristas…

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VICE: Según decís en vuestro manifiesto, el movimiento plagiarista es literario ¿Hay algo de política?

Ruiz-Tagle: Escribir un libro como Doce cuentos del sur de Asia es de por sí un acto político, crítico y reivindicativo. Es nuestra manera de ser y estar en la construcción de la sociedad, y no solo la literaria.

Como podemos ver en los vídeos que habéis colgado en la red, no solo habéis publicado esta antología, también habéis hecho alguna intervención artística en las calles de Madrid: ¿Qué persigue el Movimiento Plagiarista?

R-T: Persigue una manera diferente de leer y comprender el legado literario, de analizarlo y de transmitirlo. Pretende acometer un acto sacramental y al mismo tiempo un sacrilegio poniendo en cuestión cuestión el canon que nos viene impuesto y que deliberadamente deja fuera otras voces y otros ámbitos, y que parece obsceno contradecir.

Romaña: Como la mejor literatura, se trata de una broma, sí, pero de una broma muy seria.

¿Es una especie de reacción contra esta era de hiperautoría e hiperindividualismo?

R-T: Podría ser una reacción a la nube tóxica de nombres y referentes impuestos a los que hemos aludido. Nos importan más las ideas que los nombres.

R: Desde luego, hacer un ejercicio de dispersión de la autoría en los tiempos que corren es una provocación.

Provocaciones aparte, ¿qué es realmente Doce Cuentos del Sur de Asia, una antología o una novela de ficción disfrazada de realidad?

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R-T: Es un trabajo de años que acumula experiencia y sobre todo lecturas. Es una respuesta a nuestras necesidades como lectores, que tal vez pueda incitar a otros a leer más y mejor. Es uno de esos libros raros y/o imaginarios que nos gusta leer, y como todavía no existía había que escribirlo.

R: A lo largo de la historia de la literatura siempre ha habido libros parecidos al nuestro, que son y no son es nuestro. Por ejemplo, La guerra del Transvaal y los misterios de la banca de Londres, de Maeztu, o La literatura nazi en América, de Bolaño.

¿Por qué habéis escogido Birmania (o más bien Myanmar) como terreno para vuestra primeras exploraciones literarias?

R-T: La literatura birmana que nosotros hemos rescatado es anterior al golpe de Estado que quiso borrar esa literatura y a la instauración de la Junta Militar que decidió unilateralmente cambiar el nombre del país. Además, porque nadie en realidad sabe nada de Birmania, y menos aún de su literatura.

R: Nuestro libro intenta dotar de realismo a ese lugar, y a otros como Bangladesh, Tailandia y Filipinas, pero también genera más confusión, como no podía ser de otro modo.

Hablando de confusión, ¿hasta qué punto os habéis inspirado en grupos como los italianos Wu Ming y en iniciativas que han utilizado la suplantación de la identidad y la autoría colectiva para sus experimentos?

R-T: Conocíamos y conocemos la obra de esos otros movimientos, pero en realidad las conexiones con ellos llegaron a posteriori, a la hora de investigar sobre lo que estábamos haciendo porque no sabíamos muy bien qué estábamos haciendo…

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R: Y todavía no lo tenemos muy claro…

R-T: En lo referente a la suplantación de la identidad, sí tenemos bastantes puntos en común con Wu Ming. Aunque no hemos usado una licencia copyleft nuestros textos se pueden reproducir y alterar literariamente siempre que no haya ánimo de lucro.

¿Qué buscáis al cambiar los nombres de placas conmemorativas de Madrid, como han hecho otros grupos artísticos en el pasado en otras ciudades?

R-T: Llamar la atención sobre la arbitrariedad de elegir unos autores y no otros, ir contra la oficialidad de la cultura, que rechazamos de plano, y alterar la imagen de la ciudad en la medida de nuestras posibilidades, que son pocas.

¿Por qué en nuestras sociedades el concepto de autoría es tan importante, tan prescriptor?

R: Muchas obras literarias de la historia son deliberadamente anónimas o apócrifas, o han sido atribuidas a ciertos autores de forma dudosa. Durante siglos a nadie le pareció que eso fuera importante. En el XIX aparece el concepto de autor como creador: ya no copia o imita a sus predecesores o a la naturaleza, ahora crea. Se diviniza al autor, y se profesionaliza. Puede parecer una exageración, pero todavía seguimos anclados en ese pensamiento: un escritor principiante sigue aspirando al reconocimiento y al prestigio, o bien a ganar mucho dinero.

¿Ocurre lo mismo con la noción de verdad, de lo real?

R-T: La autoría y la noción de verdad suelen ir unidas. Nadie que no sea político o criminal suele mentir deliberadamente usando su propio nombre.

R: En mi opinión, no creo que la verdad le interese a nadie, y mucho menos a un escritor.

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